Especial: Román y Joy pt.1

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¿Cómo se le podía llamar a esa conexión?

Cuando eras tan similar a alguien y aún así no te gustaba colocarte en el mismo escalón.

El hecho de cómo habíamos llegado aquí era gracioso. Él no tenía segundas intenciones conmigo ni yo con él, pero a medida que hablábamos la tensión se fue creando, hasta que ya fue inevitable y él trajo a colación el secreto a voces.

—Es el pantalón más sexual que he visto en la vida —comentó, viendo la prenda que le había enseñado.

En algún punto había decidido que tenía suficientes pantalones jeans, un montón de lo mismo, por lo que decidí personalizar unos cuantos. Mi primera víctima fue un jean color crema. El área que había acaparado su atención fue la parte interior de la cremallera, donde había pintado la frase «Did i say yes?». Una referencia claramente sexual.

—Es un toque divertido a una situación picante —me defendí.

—Creo que quien sea que baje no sabrá lo que dice, pero hará su diligencia.

—Buen punto, creo que será interesante explicarlo.

—¿Qué es lo que vas a explicar? Lo único que la gente piensa en esos momentos es «yes, baby, daddy y oh my god»

Me cubrí el rostro para ahogar las carcajadas que comenzaron a abandonar mi pecho. No era el lugar adecuado para esos temas, ni siquiera para estar hablando. Nadie del grupo había llegado aún y estábamos en el área más silenciosa de la biblioteca, pues nuestro punto de reunión estaba en remodelación.

—Culpable —me encogí de hombros.

—Pero en los sueños, porque aquí somos personas vírgenes, castas y sagradas.

—Amén, hermano. Como debe ser.

De pronto, él se acercó demasiado, quedando a unos centímetros de mi rostro. Ni siquiera pude moverme, parpadeando un par de veces por la sorpresa. Entonces habló.

—Pónganse de rodillas y levante el rostro ante su señor. Espere su atención con vigor y reciba la calidez de su bendición sobre su cuerpo.

Se me dificultó tragar saliva. Había malinterpretado cada puta palabra. Sin embargo, yo no era de las que se quedaban calladas.

—¿Debería decir «amén, padre, father, o daddy»? —incliné levemente el rostro, siguiéndole el juego.

Su pecho y nariz se sincronizaron, exhalando el aire en forma de risa.

—La pregunta está de más. Esa voz en tu cabeza te responderá al unísono al terminar de escucharme.

La pregunta se había respondido mucho antes de siquiera lanzarla.

—Aún así, me gustaría que respondieras.

Volvió a permitir el espacio entre nosotros, recostándose del respaldo de su silla.

—Cómo diría un antigüo villano que conocí... «Call me daddy».

La mirada que me estaba dando tenía mis piernas casi temblando. Probablemente habría flaqueado o caído de no estar sentada. Él había tirado su jugada, ahora me tocaba a mí.

—No me mires así que no respondo —mi tono bailaba entre la diversión y el atrevimiento, dispuesta a ver hasta dónde él llegaría.

—No tienes que responder —atrajo mi silla a la suya con una sola mano. La otra comenzó a juguetear con el nacimiento del pelo en mi nuca—. Basta con que respires hondo y cierres los ojos, Joy.

Nuestro segundo primer Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora