Capítulo 7

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La misión de tratar de descubrir lo que Evan pensaba había sido casi un completo fracaso. Lo único que había logrado confirmar es que yo tampoco le era indiferente. El cambio en su actitud no me dejaba dudas, aunque al igual que yo, parecía no tener en claro lo que quería o sentía.

Tomé el metro hasta la parada del autobús y una vez en mi asiento, saqué mi teléfono para llamar a Mau.

¡Hola, bebé! —su efusivo saludo me recibió—. ¿Cómo estás?

—A punto de enloquecer —confesé.

¿Por qué? ¿Qué sucede?

—Me junté con el grupo otra vez, y en definitiva, Evan está... raro.

¿Raro cómo? —indagó. Podía apostar a que se estaba rascando la barbilla o la cabeza; era típico de ella.

—No lo sé, dijo que quería hablar conmigo pero luego se inventó cualquier cosa después de que hablé con Darla.

¡¿Invitaste a Darla a salir?! —chilló, causando que alejara el teléfono de mi oído con una mueca.

—Mau... —me quejé.

Lo siento, un tema a la vez —se rió entre dientes—. Cuéntame todo desde el inicio.

Entonces se lo dije. Le mencioné los mensajes del sábado, cómo me recibió cuando nos vimos y luego me ignoró. También le conté que él quería decirme algo pero luego de bajar a hablar con Darla su actitud había cambiado. Asimismo, incluí lo que todos habían comentado por "mi actitud sospechosa" y cómo su rostro no tuvo ninguna expresión al respecto.

Sin duda siente algo por ti. Tal vez te desea, tal vez le gustas pero es más que obvio que algo le sucede contigo.

—Lo mismo estaba pensando, pero no tengo la valentía de decir o preguntar nada porque ya no sé cuál de los dos está más confundido.

¿Todavía no sabes si te gusta de verdad o sólo te lo quieres coger?

—Esa es la pregunta más difícil de responder ahora mismo, Mau... —suspiré, pasando una mano por mi rostro. Me sentía frustrada.

Sólo puedo sugerirte que estés atenta a lo que sea que se desarrolle, no vaya a suceder lo mismo que con Olivia.

Me quedé en silencio con la mirada perdida en cuanto mencionó ese nombre. Un nombre que me había esforzado en olvidar.

Mi teléfono comenzó a pitar, indicándome que le quedaba poca batería, por lo que debíamos cortar aquí.

—Debo irme, Mau, mi teléfono se muere.

De acuerdo, pero no creas que te libraste de contarme lo que hablaste con Darla.

—Está bien —respondí en voz baja. Sin más, colgué la llamada.

Busqué en mi mochila el cargador portátil para conectarlo y que agarrara un poco de batería en el camino a casa. Sin nada con qué distraerme, mi cabeza comenzó a repasar la conversación anterior.

La mayor razón por la que me resistía tanto a admitir que Evan podría gustarme como algo más, era porque el pensamiento de volver a estar en pareja inevitablemente me llevaba a años atrás, donde por primera vez experimenté lo que podría conocerse como amor. El primer amor.

La plenitud que me invadía en aquella época no era nada que pudiera compararse a las relaciones que le siguieron. No tenía la necesidad de mirar a nadie más ni que nadie más me mirara, me sentía tan segura de mis sentimientos y los suyos que aún tengo vívidos los momentos en los que no me importaba una mierda mostrar mis inseguridades ante otros, porque a pesar de que estos existían, ella me seguía amando como era. O al menos eso había creído, porque tiempo después llegó el mensaje que lo cambiaría todo.

Nuestro segundo primer Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora