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La graduación de la tropa de reclutamiento número 97 daba por terminada graduando a más de veinte soldados que iban a estar en las diferentes ramas, ya sea la policía militar, las tropas de guarnición o la legion de exploración, aunque esta no estaba dando muchas razones del porque deberían de unirse nuevos soldados, sus misiones terminaban en desgracia y sin información nueva, nadie quería arriesgarse a que algo así les pasará.

El primer lugar, James Stein, se lo llevaba por mucho, aunque este no diera el máximo de sus capacidades, era el orgullo de todos los soldados, ser tan fuerte y serio como lo era James era el sueño de la mayoría que estuvieran junto a él. Al pelinegro no le llamó la atención unirse a ninguna de las tres ramas, es más, lo dejó a la suerte, quedando en la policía militar porque si.

Todos sabían que James Stein no era alguien que entablará una conversación con alguien, nunca se le había oído hablar con alguien que no fuera un superior al preguntarle algo, de ahí en adelante, era un baúl de secretos sin querer revelarlos.

Sus primeros cinco meses fueron solo para crecer en rango de la policía militar, solo se limitaba a hacer el poco trabajo que le encargaban, seguía sin hacer algún conocido entre las misiones, y miraba con desprecio a la mayoría de los superiores, en sus palabras, eran unos viejos que no buscaban talento como tal, solo perros para que los siguieran a todos lados con la excusa de querer su protección.

[...]

Erwin Smith era un hombre con una meta desde joven, estaba bien centrado en sus ideales y cuando vio la oportunidad de tomar el mando de la legion la tomó sin dudar, empezando a hacer varios logros en su mandato, un hombre serio que sabía dar órdenes y recrear planes que salían perfectos.

Era el comandante número trece de aquella division, y estaba orgulloso de estar en ese puesto, creía con firmeza que su propósito de vida era llevar a la humanidad a la victoria continua hasta acabar con los titanes, y así iba a seguir durante toda su vida, era un juramento en silencio.

En sus ojos azules se notaba la determinación al mandar a sus subordinados, la firmeza en su voz le daba a los soldados la valentía para seguir luchando sin importar las circunstancias, y eso hacía que nadie dudará de las órdenes que Erwin daba.

Sin duda eran dos chicos totalmente diferentes, uno carecía de algún propósito que lo impulsará a seguir con vida y el de mayor edad, le sobraban las razones del porque no perecer aún. Quizás estaban destinados a conocerse en aquella ocasión solo para empezar una historia lenta pero constante de amor.

[...]

Era una de las tantas reuniones que tenían con el rey, y James como sargento de la policía militar tenía que estar presente en nombre del comandante de su division, el cual no le gustaba estar presente en ese tipo de situaciones y ponía a sus subordinados a dar la cara por el. Cada division informaba del rumbo de esta y del como iban a seguir avanzando para darle a la humanidad una esperanza de vida.

James llegó de forma puntual, ni un minuto menos ni uno más, en la hora exacta el ya estaba parado con su seriedad y falta de emoción alguna en su rostro, sus ojos rojizos miraban con desinterés aquella habitación, era la segunda en la que iba y la primera con el nuevo comandante de la legion de exploración.

Sus ojos rojos se toparon por unos cortos segundos con los ojos azules brillantes de Erwin Smith en unas tres ocasiones durante toda la reunión, quizás le iba a decir algo, no se iba a quedar por más tiempo en aquel lugar, si no se iba a acercar el se iba a ir sin dar aviso, con esfuerzo saludo cuando entró, nadie le iba a decir nada si se iba sin más.

-¿Tiene un momento sargento Stein? -Pregunto el hombre de rubios cabellos acercándose al pelinegro.

"No tengo ni uno disponible" -¿Qué sucede comandante Smith? -Pensó y habló James de forma diferente.

Erwin le indicó que lo siguiera hasta una habitación sola para hablar, suponía James, de algo íntimo, quizás era uno de esos líderes que aceptaban dinero a cambio de favores o de armas de la policía militar, era algo muy común como para admitir en voz alta.

Mundo sin igual - Erwin Smith Donde viven las historias. Descúbrelo ahora