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Entre otros amigos había un chico tranquilo, se había cortado todo el pelo y usaba ropa extra grande. Le gustaba mucho jugar pelota como a mí, es algo que teníamos en común.

Éramos punto y aparte con los chicos que me molestaban porque creían que tenía cara de Gay, aunque a las chicas no les molestaba.

Se encontraba sentado entre las gradas frente al parque, solía llevar un crucifijo en su cuello, también parecía enojado por la forma de su cara.

—Hola — me le acerqué porque parecía agradable — me llamó jhosua — siempre me caractericé por ser alguien sociable, al menos con los chicos, con las chicas era mas tímido, esto les daba más motivos a los bravucones de creer que era Gay, un chico también podía ser tímido con una chica, porque también es una persona que tartamudea al hablar o no sabe cómo actuar cuando alguien le atrae, 

— Jerry, ... —  dijo sin emoción alzando su cabeza, — ¿aburrido?—dijo después de que me senté a su lado.

—Si algo ... Soy nuevo aquí y los grandote dicen que parezco Gay — me siento a su lado

— ¿Gay? es por qué las chicas se te acercan y te quedas callado... Además de que tiene rasgos afeminados como los ojos pequeños, la nariz pequeña y redonda... Mmmm — me empezó nombrar todas mis características distintivas, pero sin intención de fastidiar, Jerry no se reía señalaba no hacía nada más que hablar.

—El estereotipos — acuse enseguida, el agitó la cebeza con una breve carcajada y acomoda su pantalón.
Jerry se veía amigable, era saludado por todos en el patio, note que todos le hablaban sin execsion me pareció raro verlo excluido, entonces le pregunté.

—Y ¿tú por qué estás lejos de su grupo? — 

Mientras acomodaba su ropa, extraño es algo que normalmente hacían las chicas.

— Simplemente soy pasivo —.  era de respuestas simples directas claras, yo veía a Jerry como un líder por su serenidad y su forma culta de hablar.

— ¿Qué?— me sentía algo tonto a su lado.

—Sí, amigo, soy el tipo de chico que le gusta la paz en vez de las peleas, entiendes —.  Me miro, eso de explicar más a detalle lo que me dice se volvió una rutina, que nos haría más amigos.

En ese momento se acercó ella otra vez

—: Jerry, —. Ophelia, cruzamos miradas, por segundos; no era algo especial.

—Es tu cuaderno de matemáticas — le extendió un cuaderno forrado en azul.

—Oh, había olvidado que te lo presté — Jerry lo agarró y Ophelia apretó sus labios. 

—Gracias por prestarme el cuaderno — se despidieron. 

—Es mala en matemáticas, de hecho las odia mucho — me comentó, mientras acomodaba el cuaderno entre sus piernas.

— igual a mí, una vez me descubrieron copiando un examen — fue un momento de adrenalina, recuerdo ponerme tan nervioso que las manos me sudaban.

—¿Tú eres el listo? — le pregunto.

—Sí —.
Aunque no parecía Jerry se dio cuenta en ese momento de que Ophelia y yo éramos almas gemelas, ella también había sido descubierta copiando en examen en cuarto, no era la única señal que notó, el hecho de que los dos éramos malos para matemáticas y también que yo era un poco más sociable que ella, Ophelia lo era, pero no tomaba confianza si yo no le hablabas primero, Ophelia parecía rara todos le decían rara por no tener muchas Amigas por contar historia y fantasear, ridícula por qué le gustaba Taylor Swift, e incluso el K-pop, eran las primeras cosas que teníamos común, además de que también cuestionaban si era lesbiana por qué nunca la habían visto con chico, apezar de que le hayan gustado chicos, pero no era suficiente, ya que al conocerlos se aburría de inmediato.

Ophelia era así de rara, tenía el sueño de ser rica, ser personaje importante como Diana de Gales, escenarios ficticios cuando escucha música, además tenía un escondite para ser tan ridícula como quisiera.

Pues... Ella no tenía una habitación sola, así que debía esconderse para ser ella misma porque  lo quería ocultar,  no quería ser ejemplo para nadie, aun cuando tenía el título,  creció en un orfanato católico y sentía que debía ser pura y casta todo el tiempo. Pero en el fondo era curiosa tan curiosa que leía en secreto la revista que me quitó, ella miraba con curiosidad esos cuerpos desnudos e imaginaba que tan placentero podía ser.

Pero se mantenía en secreto, no iba a ser común que la chica que creció en un orfanato católico, a la que la exaltan su obediencia tenga atracción física por alguien. Debió ser difícil para ella sentirse mal, por ser atracción a un chico, sentirte la peor, por tener deseos conocidos como impuros.

Teníamos tantas diferencias, como cosas que en común, las chicas de la casa hogar decían que le gustaba hablar de libros con esas escenas, por eso ella tenía miedo de topar el tema, aunque parezca mentira los hombres y Las mujeres se plantean estereotipos sin darse cuenta, las mujeres deben ser delicadas y educadas, los hombres perversos y agresivos, cualquiera que rompiera esas reglas era extraño solo porqué si.

No culpo a mi generación eso es lo que se plantea en las películas, y en los libros, claro, que hay excepciones, pero existen esas historias, donde la chica no es como las demás por ser reservada y el mujeriego se interesa de ella, cuando en la vida real esas cosas no pasan, puedes ser tan tímido y la ves tan pervertido cómo lo era Ophelia.

Es verdad si existen chicas que tal vez no son tan femeninas porque simplemente no les llama la atención. Existen chicos a los que les gusta ese tipo de chicas, pero, ¿qué hay de las otras chicas? Por eso son menos diferentes.

Ophelia era ambas, no se maquillaba, pero le agradaba sentir las brochas por su cara porque era relajante,  le gustaba ese maquillaje natural porque le parecía agradable, le gustaba tener estilo, por eso investigó que tipo de ropa luce en su piel, que colores la hacían resaltar más, encontrar su estilo

Al principio yo no notaba esas cosas porque no la conocía, pero cuando la conocí se volvió mi amiga, pero poco a poco los sentimientos crecieron.










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