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1 de marzo del 2013. 

Jhosua 

Miraba los árboles a los niños con su padres siendo mimados y presumidos, me abracé a mi mismo cuando vi a un padre abrazar a su hijo. Hasta que alce la vista y vi a lo lejos  una gran casa verde, era un castillo de películas de terror con flores marchitas pero de gran jardín.

El auto se estacionó enfrente de la gran casa, a la distancia podía ver a una chica de cabello sambo con ojos azules iluminados por el sol, estaba cerca de la basura mirando a mi dirección fijamente como una lunática.

— Espero que estés bien aquí jhosua, ... — Me despido de mi encargada de servicios sociales, mientras bajaba mis maletas.

— Ven, sígueme — dice la ahora encargada de mi, era una mujer anciana de cabello canoso tenía su mano sobre mi espalda se veía intimidante pero a la vez dulce, de una tes morena, demasiado alta y algo gruesa .

Me sentí un poco más en confianza en ese lugar, solo que los ojos de aquella niña sobre mi me intimidaban, ya que me era extraño su peculiar forma de actuar.

—¿Quién es ella?—le preguntó a la mujer señalando a la joven .

— Ophelia, si ya botaste la basura, ve adentro. — ordena enseguida, ella salió corriendo al instante entonces la mujer acarició y mi cabello y aconsejó :

— se distrae con todo, es solo eso — acariciando mi cabello.

Ophelia, quedaba perfecto con su apariencia física , ya que daba la impresión de una chica inocente frágil y pura por su forma de mirar, como caminaba, siendo tímida sin saber que hacer con sus manos.

—Es curiosa, pero es muy tímida — se adelantó un poco mientras yo cargaba mi maleta

—Me llamo Aurora, te guiaré a tu habitación. — me dio su nombre con una pequeña sonrisa, parecía que la dulzura predominaba en ella.

Cuando abrió las puertas, no te que no era como me lo imaginaba, no había nada peculiar, solo niños de mi edad en un gran parque esperando a ser mayores de edad.

—Tiene cara, mujer — típica impresión que doy, mi vos fina al igual que mis delgados labios y ojos pequeños, muy diferente a los otros chicos de mi edad hacia que chicos como el digan eso con tan solo verme.

No era alguien de carácter fuerte, era muy pasivo así que solo agache mi cabeza, moví los cabellos qué cubrían mis ojos e ignore esa tontería.


Caminamos a las habitaciones, tuve suerte, tenía habitación sola, era más que suficiente para mi.

*

—Eres afortunado — la señora Aurora salió después de cerrar la puerta. Me sentía mucho mejor saber que tendría una habitación para mí solo, es la única razón por la que acepté estar aquí. No había mucho que explicarme, ya estaba aquí.

Me senté en la cama, revisé mi mochila, las cosas que tenía, nada en particular más que mi peluche de un conejo rosado, el único recuerdo que tengo de mi mamá. Ya olvidé su rostro, incluso siquiera recuerdo que tan parecido éramos, y mi recuerdo sobre ella son cada vez más borrosos.

Empecé a pegar mis carteles en la pared, uno de Naruto, Avatar y no puede faltar Goku. 
Revisé mis pequeños tesoros, últimamente estas cosas me hacen sentir calor.

—Eso es pervertido —escuchó decir a mis espaldas.
 Esa chica, la vi al voltear después de esconder mis revistas.

—Se lo diré, Aurora...— intenta salir, pero sujetó su mano y cierro la puerta al instante.

— Yo le diré que estás acosándome — la puse contra la pared empujando de sus hombros. 

—No te acose, me dijeron que te pregunté si ya habías comido y te encontré aquí viendo esas cosas —. 

Me quedé en silencio, apretando mis labios, mis manos sudaban y Ophelia solo me miraba. Parpadeó dos veces, para después preguntar.
—Puedo verlas — levanté mi cabeza enseguida.

— ¿Son mujeres desnudas? —suelto.

—No soy como tú, te las estoy quitando porque es inapropiado ... Si te las quito yo, no habrá consecuencias, pero sí lo hace.
Aurora...— tuerce sus ojos arriba.  

—Está bien, entiendo, toma — me alejó para entregar la única revista que ella vio.

Miró por un momento la portada, sus dedos recorrieron sobre la silueta de la mujer.
—Es una historia — comentó.

Asiento con la cabeza y dejo caer mi peso sobre la cama, sacude su cara y dice.

—Lindos ojos — dice de la nada, doblando la revista y ocultándola bajo su blusa.

—Me lo dices a mí —.

—No, el chico de la revista — me da la espalda cuando su mano está a punto de girar la perilla.

—Bueno, entonces ya comiste o...

—Sí— no dejé que terminara, entonces solo abrió la puerta y se fue.

Los primeros días solo tenía una bonita cara, pero no me atrevía a verla con otros ojos porque me molestó que me quitará mi revista, estaba seguro de que la odiaría por el resto de mi vida, así que solo me aseguré de cerrar la puerta bien saqué mis revistas y las escondí en una funda plástica bajo mi cama.

Me volví a recostar sobre la cama, mirando al techo, viendo las paredes con pequeñas rayas que parecían que pronto se romperían, las paredes con pintura gastada.

Intento acostumbrarme a esa nueva vista, que será la que veré en los próximos días más. No sentiré nostalgia, ya que cuando tenga dieciocho me iré lejos, seré un famoso cantante y tendré muchas chicas para mí, es lo que parece suficiente en mi vida.

Mi mamá se arrepentirá de abandonarme porque prometo ser muy rico, eso es lo que creo.


















—Y tú eres — me preguntó un gordo de cachetes rosados.

— jhosua— es como el amigo de Draco Malfoy con mejillas rosadas y cara de bebé, comía con pequeñas cucharadas la sopa, pero por la cantidad de verduras que hace a un lado no es el tipo que come todo, es quisquilloso.

—¿Te acercas a mí porque eres marginado? —

—Solo por los chicos — miro atrás, dónde están las niñas, mirándome con una sonrisa.

—Es porque estoy siendo popular entre las chicas — cerca de nuestra mesa camina Ophelia, chocamos un par de miradas, pero ver su cara me molestaba.

—Te desagrada, Ophelia — dijo Gustavo, movía la sopa.

—Un poco sí — un poco no es suficiente para que su presencia te irrite.

—Te quitó tu revista —.

—¿Cómo sabes? —La cuchara se me resbala en el plato.

—Estaba pasando por ahí y los escuché pelear —.

— Ophelia aparenta ser una santa, pero créeme, creo que es igual o peor pervertida que tú... Por ese té mira mucho, no sabe disimular cuando alguien le gusta y siempre aparenta ser autoritaria y molesta. 

—Cielos, qué asco —. 

—No digas eso, ella es buena, solo que no se enamora muy seguido. Tienes suerte, no es fácil gustarle a Ophelia.



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