Capitulo 4

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Descarga de responsabilidad cualquier personaje usado en esta historiano son míos y solo los uso para mi historia, su creación a sus respectivos creadores.

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Vínculos

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- ¿Hay algo más que necesite, Su Santidad? - Un hombre vestido con el traje tradicional de la Guardia del Vaticano preguntó al anciano vestido con sencillas ropas blancas.

- No es necesario, has hecho más que suficiente por este anciano - El Papa sonrió mientras sacudía ligeramente la cabeza. - Ve y descansa un poco, joven. Dormiré un poco tarde esta noche y no tendrás que esperarme despierto - el anciano hablo con una expresión amable en su rostro.

- Entendido, pero llámanos si necesitas algo - El guardia lo saludó antes de caminar por el pasillo, deteniéndose de vez en cuando para revisar las puertas antes de continuar. El Papa simplemente cerró la puerta y se dirigió lentamente hacia el balcón. Era una de las habitaciones más sencillas del Vaticano y la que había elegido como alojamiento. Era una habitación pequeña que tenía algunos estantes para libros, una mesa pequeña y un par de sillas al lado, y una chimenea que ahora estaba ardiendo y brindando el calor que tanto necesitaba para la fría noche. El anciano removió él mismo las brasas para calentar un poco más, antes de abrir la puerta del balcón para dejar entrar un poco de aire nocturno. Se tomó un momento para admirar la luna y las estrellas, luego respiró hondo y habló en voz baja.

- Es una noche fría, tengo unos bollos calientes si quieres, justo al lado de un fuego caliente - el anciano ofreció.

- Gracias por la oferta, pero no tengo tanta hambre - Una voz respondió cuando una figura apareció en la cornisa junto a él. Aunque sería preferible una taza de té. Con un ligero salto, la figura se paró a su lado y saludó al Papa.

- Bienvenido de nuevo, señorita Leticia. Adelante, acabo de conseguir unas bonitas hojas de Earl Grey - El anciano se volvió hacia la exorcista con una pequeña sonrisa. - E incluso obtuve un poco de esa nuez moscada que sueles poner en tus bebidas - el seguí hablando.

- Gracias, Su Santidad - Leticia bajó la cabeza ligeramente antes de seguirlo, asegurándose de cerrar la puerta detrás de ella y correr las cortinas para evitar miradas indiscretas. Se giró y encontró al Papa sirviendo un poco de té y ofreciéndole la taza junto con algunas galletas, las cuales aceptó con un poco de gratitud.

- ¿Supuse que habías oído la noticia? - Leticia tomó un sorbo de té mientras preguntaba, suspirando levemente agradecido por el calor.

- Algo por el estilo - El Papa asintió mientras intentaba recordar los detalles. - Por supuesto, los miembros del consejo no fueron claros al respecto considerando la cantidad de argumentos que tienen sobre quién debería asumir la culpa por no haberse percatado antes - el anciano hablo.

- De hecho, aunque me temo que las noticias son mucho más complicadas que eso - Leticia respondió mientras le daba un mordisco a la galleta. - Por otra parte, considerando lo que está en juego, creo que esos tipos probablemente lo pasarían por alto por un tiempo si pudieran encontrar un chivo expiatorio para ocultar su falta de acción - ella dijo.

- Me avergüenza decir que tienes razón. Dios mío... - El Papa simplemente sacudió la cabeza con incredulidad. - En cuanto a la noticia, ¿es cierto que el chico destruyo el Olimpo? - el. Papa cuestióno.

- no en su totalidad, por lo que nos contó tan solo se deshizo de athenea pero inclusive ellos desconocían su verdadera naturaleza, al menos por el momento - Leticia respondió antes de murmurar esa última parte con un poco de calor.

Un ángel entre dioses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora