CAPÍTULO 26

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Lyla pasea por el patio cuando escucha un batir de alas que proviene de arriba. De repente, Antony aterriza frente a ella.

- ¡Me asustaste! – dice Lyla.

- Lo siento, no era mi intención. – dice Antony.

- ¿Qué estabas haciendo? – pregunta Lyla con curiosidad.

- Solo entrenaba un poco, ya sabes. – contesta Antony.

Antony se une a Lyla y ambos pasean juntos, como lo haría cualquier humano una tarde de domingo. Durante aquel paseo, Antony le cuenta a Lyla lo que le gustaría ser si conseguía completar y pasar la escuela y ella escucha atentamente cada palabra que dice él. Entre tanto paseo, ambos acaban llegando a un acantilado que a simple vista es hermoso, pero feroz debido a los fuertes vientos que se agitan en aquella altura. Al estar en el borde, Lyla se acuerda de lo que leyó en un libro sobre El Gran Hechicero, así que, sin dar tiempo a Antony, ella salta por el acantilado y un subidón de adrenalina se hace creciente en su cuerpo. Mientras sigue en el aire, escucha unas palabras y acto seguido se queda paralizada. Delante de ella aparece el Gran Hechicero.

- ¿Por qué me has llamado? – pregunta el Gran Hechicero.

- Necesito saber cómo ayudar a salir a alguien de la Torre Este de la escuela. – dice Lyla.

- Lo siento, pero no puedo revelarte el secreto de esos hechizos. – dice él. – Sólo puedo decirte que todo tiene un principio y un final. –

El Gran Hechicero extiende sus alas y empieza a desaparecer con el viento. Lyla reúne toda su fuerza y regresa junto a Antony, que se encuentra en el acantilado asimilando lo que acaba de hacer Lyla.

- ¿Qué ha sido eso? ¿te has vuelto loca? – pregunta Antony atónito.

- Tenía que averiguar una cosa. – dice Lyla sin importancia.

De vuelta en la escuela, Lyla divisa a Fixie con Dimitri y se acerca hacia ellos.

- ¿Qué es lo que pasa? – pregunta Lyla.

- Hola. – contesta Dimitri con una leve sonrisa.

- ¿Por qué tienes atado a Fixie? – pregunta ella.

- Se ha comido una planta venenosa, tengo que darle el antídoto. – dice él algo cabreado.

Tras un rato de forcejeo por parte de Fixie, entre Lyla y Dimitri consiguen que se tome el antídoto.

- Gracias por ayudarme, Lyla. – dice Dimitri.

- De nada. – contesta ella.

Más tarde, todos los ángeles y demonios han vuelto a la escuela. En honor a su regreso y a las fiestas, se organizó un banquete. Normalmente suele haber grandes bailes, pero este año han decidido hacer algo más modesto, nada más que una simple cena. Se suponía que sería como una reconciliación, pero se notaba cada vez más que los ángeles y los demonios estaban muy lejos de ser siquiera cordiales entre ellos. Lyla está sentada con los demonios, pues, aunque todavía sea neutral, es con ellos con quien más a gusto se siente. A su lado, Mindy observa al resto de los ángeles presentes en la cena.

- Cómo esto siga así, va a terminar muy mal. – dice ella dirigiéndose a Lyla.

- Tienes razón, tanto para unos como para otros. – responde Lyla.

El Serafín Alistair, que ha presidido la cena, se levanta de la mesa y proporciona un discurso de bienvenida y dice que deben dar las gracias al Creador. Uno a uno, los integrantes de la mesa se levantan y van dando las gracias, hasta que todo el mundo se queda en silencio y se escucha el crujido de una silla. Lucifer se levanta de su sitio y comienza a dar las gracias al Creador. Con cada palabra que suelta, Lyla puede ver como los ángeles se cabrean y los demonios le vitorean. Incluso el Serafín Alistair parece molesto. Sin quitarse la sonrisa arrogante de la cara, se inclina delante del Serafín Alistair y sale por la puerta. Acto seguido, los demonios se levantan y se van tras él. El salón se ha quedado medio vacío y, con una simple mirada, Lyla puede ver como el Serafín Alistair se ha quedado paralizado y completamente confundido, sin entender nada.

Los misterios celestialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora