CAPÍTULO 22

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Lyla seguía en shock mientras Thorne seguía intentado disuadirla para que le ayudase a salir de la torre este.

- Nunca he conocido nada del exterior, solo esta torre abandonada. – dice él a través del espejo.

- ¿Por qué debería ayudarte? – pregunta Lyla.

- No lo sé, solo ayúdame. – dice él con una sonrisa.

Lyla se echa a reír ante aquella respuesta carente de razones lógicas.

- No es así de sencillo. – contesta ella.

- No puedo darte nada a cambio, solo las gracias. – dice él con preocupación.

Ante esto, Thorne se queda callado y comienza a mirar a Lyla a través del espejo. Lo hace sin ningún tipo de reparo, como si fuese un niño pequeño lleno de curiosidad.

- Detecto cierta fuerza diabólica, ¿te consideras mala persona? – pregunta él.

- ¿Todos los demonios son malos? – pregunta ella en respuesta.

- El Creador me aconsejó que me mantuviese alejado de ellos. – responde él sin apenas mirar a Lyla.

- He conocido a ángeles más malos que los propios demonios. – dice ella con total seguridad.

- Tú eres el primer demonio que he conocido. – dice Thorne con total sinceridad.

- Aun no lo soy, sigo siendo neutral y tengo que pasar las diferentes pruebas para conseguirlo. – responde ella de mala gana.

- Estoy seguro de que lo conseguirás. – dice él con total confianza como si conociese a Lyla de toda la vida. - ¿Cómo te llamas? – pregunta él.

- Lyla. – se presenta ella.

Después de esto, Thorne se despide de ella y su reflejo desaparece por completo del espejo.

A la tarde, Misselle está en el jardín explicando en qué consistirá la clase.

- Vamos a entrenar las habilidades ocultas que poseéis. – dice ella con su voz natural.

Ella se va desplazando a lo largo de los estudiantes de la primera fila, sonriendo a todos los neutrales, pues es la primera vez que van a entrenar ese tipo de habilidades. Se para frente a dos neutrales y les saca delante del resto de la clase. Ella les explica lo que deben hacer y, como si ya lo hubiesen hecho alguna vez, revelan sus habilidades sin ningún tipo de esfuerzo. A medida que esas habilidades se hacen presentes, Misselle va explicando al resto de la clase de donde sale aquella fuerza y habilidad con el fin de que el resto de los asistentes sepa hacerlo más tarde.

- Ahora formad parejas, e intentarlo vosotros mismos. – dice ella.

La chica que había salido a la demostración se para frente a Lyla.

- No lo pienses mucho, lo único que importa son tus sentimientos. – dice a modo de consejo.

En medio segundo, lanza una bola de fuego hacia Lyla y esta consigue despegar del suelo y esquivarla por los pelos. Ahora es el turno de Lyla, cierra los ojos y comienza a buscar algo en su interior, pero no siente nada de energía que pueda lanzar. En ese instante, el chico que había hecho la demostración se para frente a Lyla y sin darle tiempo a pensar, lanza una corriente de hielo hacia ella. Intenta despegar, pero sus alas están completamente heladas y con un golpe seco, solo puede ver sangre saliendo de sus alas. Se queda mirando los fragmentos de sus alas, viendo como las plumas se caen al suelo. Lyla cierra los ojos, suspira y se pone de pie. Intenta con todas sus fuerzas sacar algo, pero es en vano pues no hay ni un ápice de energía. Vuelve a cerrar los ojos, se concentra en el dolor y en ese momento de su espalda vuelven a brotar un par de alas. Estas son más fuertes que las anteriores y son de dos colores: azul y naranja, en representación del hielo y el fuego.

Misselle da por terminada la lección de hoy y el chico que había herido a Lyla se acerca:

- ¿Cómo estás? – pregunta él.

- Puedes irte a la mierda. – contesta ella.

Se da media vuelta y sale del jardín, flexionando sus nuevas alas.

Dimitri se encuentra al otro lado del patio, cerca del laberinto de Adán y Eva, y en frente se encuentran todos los ángeles que acaban de ser reconocidos. Hacen el mismo ejercicio que Dimitri y cuando Lyla se acerca le dice:

- Menos mal que no serías buen maestro. –

Echa a caminar y Lyla le sigue hasta la estatua donde encontró a Emma. No había vuelto a pasar por ahí después de aquello, Dimitri se detiene y se gira hacia Lyla.

- Mi padre me dijo que les enseñase. – dice él sin apenas mirar a Lyla.

- ¿Por qué? – pregunta Lyla con curiosidad.

Lyla espera una respuesta que no llega, pues Dimitri se limita a volverse hacia la estatua sin dirigir una mirada a Lyla. Y vuelve a seguir con el entrenamiento de los nuevos ángeles.

Lyla se marcha del jardín y, mientras se encuentra paseando por los pasillos, el espejo de Thorne que lleva en el bolsillo empieza a brillar.

- ¿Qué es lo que quieres? – pregunta ella.

- ¿Estás aquí? – pregunta él.

- Si apareces así alguien podría pillarte, ya te llamaré yo. – dice Lyla.

Ángel Félix sale de su oficina y pilla a Lyla por sorpresa:

- ¿Con quién estás hablando, Lyla? – pregunta Ángel Félix.

- Hablo conmigo misma. – responde ella.

- No es lo que parece. – contesta él con su seriedad habitual.

En un intento por esconder el espejo, Ángel Félix se le quita de las manos a Lyla y lo observa, sabiendo que se trata del chico de la torre sin que ella haya dicho ni una palabra.

- Si alguien descubre que os comunicáis, vas a tener graves problemas. – dice él mirando a Lyla con algo de preocupación.

Devuelve el espejo a Lyla y se marcha en la misma dirección en la que había llegado. Lyla se queda parada sin entender muy bien que acaba de pasar y por qué parecía preocupado por ella. Sin más, se da la vuelta y se marcha a su habitación.

Los misterios celestialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora