Amores del pasado

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L- ¿Aldo? – estaba de frente a la empresa hablando con Celso cuando escuché aquella voz que reconocería en cualquier lugar, tenía más de cinco años de no verlo ni saber nada de él, y me asustó un poco escucharlo porque recordé inmediatamente la amenaza que me hizo la última vez que nos vimos - ¿qué haces aquí?

Al- quería saludarte, hace mucho tiempo no nos vemos.

L- no quiero ser grosera, pero será mejor que te vayas.

Al- no, espera – la tomé de la mano, en sus ojos vi miedo, ya no estaba aquel odio que alguna vez me mostró, cuando estúpidamente quería obligarla a casarse conmigo y se soltó inmediatamente de mi agarre – discúlpame, no quise asustarte, por favor déjame hablar contigo.

L- tú y yo no tenemos nada de qué hablar Aldo, será mejor que te vayas, quiero evitar problemas – inconscientemente llevé mis manos a mi vientre, supongo que quería proteger a mi bebé de lo que él me quisiera hacer.

Al- ¿lo dices por Fernando?

L- sí, está arriba y en verdad no me gustaría que se pelearan.

Al- está bien, no te quiero ocasionar problemas, solo quiero advertirte que tengas cuidado – mi mente estaba jugando conmigo, con mis sentimientos con lo que quería y no quería hacer, pero intentaba con todas mis fuerzas ser prudente.

L- ¿me estás amenazando de nuevo?

Al- no, no por mí, sino por Miguel.

L- ¿de dónde conoces a Miguel?

Al- solo ten mucho cuidado por favor, hasta luego Leticia, nos veremos pronto.

L- me dejaron muy preocupada las palabras de Aldo, por un segundo en su mirada pude ver al pescador que conocí en Acapulco y que me salvó de ahogarme en el mar, pero se veía un poco descuidado, parecía que estaba batallando contra algo, pero por qué me habló de Miguel, él tendría algo que ver con los mensajes que estuve recibiendo.

Lu- mi diva hermosa, casi me atropellas.

L- discúlpame Luigi, no te vi, venía distraída.

Lu- sí de eso ya me di cuenta.

Ya tenían dos semanas de saber lo del embarazo, seguían sin decirle a nadie y aunque Fernando estaba muy emocionado y tenía mucha fe que esta vez todo saldría bien, últimamente discutía mucho con Leticia, a ella constantemente la consumía el miedo y eso la hacía empezar peleas que no tenían mucho sentido, Fernando solo la escuchaba e intentaba validar sus sentimientos, sabía que en este momento quien hablaba era el miedo y no su esposa, así que no se tomaba nada de forma personal, sin embargo se le veía tristeza en el semblante a Lety, aunque un par de veces la pudo ver acariciando su apenas notorio vientre y hablándole a su bebé y eso le daba un poco de esperanza a Fernando que quizá pronto todo mejoraría entre ellos.

F- Irmita, que bueno que me la encuentro, voy de salida, podría por favor avisarle a Lety. 

Ir- claro que sí, pero ¿por qué no le avisa usted?

F- no la quiero interrumpir, digamos que últimamente peleamos mucho, bueno, ella pelea mucho y está en una llamada importante, no quiero desconcentrarla. 

Ir- puse mi mano con cariño sobre su mejilla para hablarle - ¿qué pasa don Fernando?

F- ay Irmita, yo creo que usted lo sabe muy bien, desde ese día que mi Lety se desmayó usted ya lo sabía. 

Ir- con menos razón entiendo las caras largas y las peleas entre ustedes, es para que estuvieran brincando de alegría. 

F- que más quisiera yo Irmita, pero Lety tiene mucho miedo, por lo que nos pasó con los dos anteriores. 

Cómplice o verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora