Noticias y encuentros

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Era domingo y estaba toda la familia en el club, Fernando tenía una competencia en salto de caballo y Lety había llevado temprano a Mateo a sus clases de equitación mientras Fernando se preparaba. Miguel no había conseguido entrar pues no era miembro del club, así que no tuvo otra opción más que quedarse afuera esperando en algún momento a que Lety saliera, llevaba ya varias semanas con esa obsesión y no tenía vida más que seguirla a todos lados, pero algo le molestaba muchísimo y es que se había dado cuenta que no era el único que andaba detrás de ella, ya en varias ocasiones había visto a un tipo rubio muy cerca, escondiéndose para que nadie lo viera y eso lo enojaba muchísimo, ahora no solo tenía que quitar a Fernando del medio, sino también a ese tipo, pero entre tanto ocio se le había ocurrido una idea y se había acercado para hablarle, a lo mejor y lograba que fuera su cómplice y ya luego se desharía de él.

Mi- oye, tú, ¿quién eres y por qué estás siguiendo a Leticia?

Al- ¿qué dices? ¿te conozco?

Mi- me llamo Miguel, fui novio de Leticia hace muchos años y estoy intentando recuperarla.

Al- ¿qué? Estás loco, eso es imposible.

Mi- lo dice el que no ha dejado de perseguirla, te he visto varias veces, en donde está ella siempre estás tú detrás, intentando acercarte, pero ella será mía.

Al- te equivocas, Leticia fue mi amiga, pero hace mucho tiempo no la veía, las cosas entre nosotros no terminaron bien y no me animo a saludarla.

Mi- mmm sí claro, pero ¿por qué dices que es imposible recuperarla?

Al- porque en su vida solo ha amado a un hombre y ese es Fernando Mendiola, su esposo.

Mi- en eso te equivocas, a mí me amó mucho, lo que pasa es que yo la dejé.

Al- dudo que te haya amado realmente.

Mi- ese tipo solo se le acercó porque ahora es hermosa, pero estoy seguro que con su antigua apariencia ni siquiera la habría volteado a ver, Leticia fue mía incluso cuando era fea. Por cierto, no me has dicho cómo te llamas.

Al- soy Aldo, y estás en un gran error, yo los conozco a ambos y Fernando se enamoró de ella con su antigua apariencia, cuando usaba los vestidos sueltos, la trenza y los lentes.

Mi- la verdad es que no me importa, solo quiero deshacerme de ese estúpido maridito que tiene y de ese escuincle que no la deja sola nunca, son un estorbo.

Al- ¿qué piensas hacer?

Mi- la quiero recuperar para mí, ya te lo dije, y lo haré cueste lo que me cueste. Si quieres podemos trabajar juntos, tú te acercas y vuelves a hablar con tu amiga y ya luego me la dejo solo para mí.

Al- ¿en verdad estás dispuesto a todo? – este hombre estaba desquiciado, tenía su mirada perdida, es cierto que yo quería recuperar a Leticia, pero jamás se me cruzó por la mente deshacerme de nadie y mucho menos de su hijo, pero si quería saber qué haría este tipo era mejor tenerlo cerca – muy bien, te escucho.

Mi- ¿dices que fuiste su amigo?

Al- sí.

Mi- ¿sabes dónde trabaja?

Al- sí, yo trabajé con ella en esa empresa un tiempo.

Mi- perfecto, entonces el portero te conoce supongo, tiene siempre un perro en la entrada.

Al- Celso, sí, nos conocemos.

Mi- vas a ir donde él la próxima semana, le dirás que llame a Leticia para que baje a verte, acércate a ella como amigo, dile que quieres arreglar las cosas, que sé yo, invéntate algo.

Cómplice o verdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora