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Finalmente había llegado aquel momento que había esperado. Aunque Alastor esperaba regresar con su esposa entre sus brazos mientras ella le sonreía, solo regresaba con un gran pesar en su corazón.

Un dolor punzante, como mil dagas clavadas en su pecho, se apoderó de Alastor. La bala que hirió a Charlie no solo perforó su carne, sino también su alma. La impotencia lo consumió al no poder hacer nada para protegerla.

Su sueño de una luna de miel idílica en el mundo humano se convirtió en una pesadilla. La imagen de Charlie cayendo al suelo y su cara de miedo, lo perseguía sin descanso. El miedo a perderla lo atenazaba, un miedo que nunca antes había conocido.

Alastor se aferró a la esperanza de que ella sobreviviera. Vaggie, con su rapidez, la había llevado al infierno, donde tal vez podrían salvarla. Pero la incertidumbre lo carcomía, cada segundo era una agonía.

Se reprochaba no haber sido más fuerte, más rápido, más atento. Se maldecía por haberla llevado al peligro. La culpa lo oprimía como una losa insoportable.

Al llegar al infierno, Alastor se encerró en su dolor. Su risa estruendosa se convirtió en un sollozo ahogado. Sus ojos, antes llenos de vivacidad, ahora solo reflejaban la desolación.

Su mente se llenaba de recuerdos de su amada Charlie. Sus sonrisas, sus palabras amables, su bondad infinita. La imagen de su rostro angelical lo atormentaba.

Añoraba su tacto, su calor, su aroma. Anhelaba con todas sus fuerzas poder abrazarla de nuevo, decirle cuánto la amaba, protegerla de cualquier daño.

En su delirio, Alastor imaginaba un futuro imposible. Un futuro donde él y Charlie vivirían juntos en paz, libres del tormento del infierno. Un futuro donde su amor florecería sin obstáculos.

Pero la realidad lo golpeaba con crudeza. Charlie estaba herida, tal vez mortalmente. Y él no podía hacer nada para ayudarla ya que ni su paradero sabía.

El pesar de Alastor era una bestia feroz que lo devoraba por dentro. Un dolor tan intenso que lo convertía en un ser irreconocible.

Solo le quedaba esperar, rezar, implorar a cualquier poder que existiera que le salvara la vida a Charlie. Porque sin ella, su mundo se había convertido en un vacío sin sentido.

Su amor por Charlie era lo único que lo mantenía cuerdo. La esperanza de volver a verla era la única luz en la oscuridad de su tormento.

Alastor juró que si Charlie sobrevivía, nunca más la dejaría sola. La protegería con su vida, la amaría con una intensidad que jamás se había conocido.

El dolor de Alastor era profundo, pero también era puro. Un amor tan grande que incluso las puertas del infierno no podían contenerlo.

A pesar de que se llevaban conociendo hace unos días, sentía que la conocía desde siempre...


***


Vaggie: ¡Sabía que esa perra no era de confiar! -gritaba mientras caminaba de lado a lado por la habitación-

Husk: Creo que no deberías gritar... estamos en un hospital y Charlie está descansando -dijo señalando a la mencionada que estaba conectada a unas máquinas-

Vaggie: -Lo mira desafiante- Al tener su forma humana ella perdió su toda inmortalidad ¡¿Crees que no debo preocuparme?! ¡Charlie, CASI MUERE!

Ángel: Pero si solo te está preguntando... además... ¿estás segura de que fue él? El señor sonrisas estaba muy asustado como para que él haya sido -dijo moviendo sus manos-

Matrimonio Arreglado -CHARLASTOR- TEMPORADA 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora