Capítulo 4

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Muerdo mi uña en completa distracción mientras veo como va anocheciendo. El clima ha empeorado y las temperaturas han bajado más de lo que me gustaría causando que me mantenga enredada entre las sábanas mientras vago por YouTube buscando algo interesante que ver.

No estoy acostumbrada a no hacer nada por mucho tiempo porque aún en mi día de descanso aprovecho a hacer recados o salir con Sebastián. Y ahora no le encuentro sentido a mí vida. Patético ¿no? Además, intento no pensar mucho en la pérdida de Doug. Una cosa es cierta que fue un pésimo jefe, lo detesté en todo momento donde me hizo sentir mal. Recuerdo todas esas veces que me gritó y venía a casa a llorarle a Sebas. Muchas veces pensé en renunciar debido a su pésimo trato, pero ¿adivinen? ¡No podía!

Creo que me quejo más de mi trabajo que de mi pésimo internet.

Cierro la portátil luego de que no me cargara una receta de ravioles. Coco ronronea desde su casita mientras me observa con aburrimiento hasta que el tintineo de unas llaves llama su atención y sale corriendo hacia la sala. Pues claro, es su padre. Me recuesto en la cama y miro el techo. ¿Y sí me mato?

─ Quisiera tener tu buena vida, ¿sabes? ─ el azabache me observa desde el umbral de la puerta de nuestra habitación a la vez que sostiene a Coco entre sus brazos ─. Parece que en cualquier momento te fundes con la cama.

─ Creí que ya lo estaba. He estado aquí todo el día.

─ ¿Comiste?

Ups. Creo que no debe saber que sólo tengo un tiempo de comida en el estómago.

─ Obvio, obvio ─ asiento, segura ─. Tu cena quedó en el horno.

─ La dejaré para el desayuno de mañana. Salí con los chicos y me invitaron a comer.

─ Oh, ¿te avisaron a último momento?

Sebastián deja a la gata en su casita antes de tirarse a mi lado boca abajo.

─ Ya sabes cómo son ellos, además querían terminar de perfeccionar los últimos detalles para la salida de mañana. Aubrey y Kevin están emocionadísimos porque irás.

─ ¿Irá América?

América es la novia de Kevin.

─ Sip, ha pedido permiso en la clínica y le dieron luz verde. Todos irán. Aubrey quiere presentarnos a Roman, su novio. Creo que es coreano.

─ ¿Un coreano? Ella si supo aprovechar sus clases de idiomas.

Hace un par de meses, Aubrey y yo habíamos tomado un curso en línea de idiomas. Ella eligió el coreano y yo el italiano, pero lo abandoné días después porque no tenía el tiempo suficiente para subir las tareas. Ese momento fue donde otro de mis sueños se destruyó.

─ ¿Y tú qué? No volviste a hablarme en italiano ─ Sebastián me mira con una sonrisa ladina mientras se acomoda para tomarme por la cintura y atraerme hacia él.

─ Sólo sé presentarme y los números hasta el diez. No es gran cosa.

─ Pero tú haces que suene sexy.

Roza sus labios por la curvatura de mi cuello sin darme un beso en sí, simplemente acaricia ese lugar. Siento mi piel erizarse ante su voz grave antes de tensarse al sentir la humedad de sus labios ascender por mi pecho. Mi cuerpo se agita bajo su toque y mi respiración se vuelve pesada.

─ Cora ─ susurra segundos después cerca de mi oído donde muerde el lóbulo ─. ¿Te has dado cuenta de lo hermosa que luces hoy?

Por. Todos. Los. Santos. Estoy en puros trapos viejos y él piensa eso.

El timbre de su voz envía vibraciones por todo mi cuerpo y en las zonas donde el deseo viene despertando es como una suave descarga de electricidad. Muerdo mi labio, pero rápidamente es apartado cuando él se acerca a ellos y los besa. Le sigo el beso con la misma intensidad con la que sus manos se mueven alrededor de mi cuerpo. La temperatura comienza a subir y de repente el pensamiento de que la ropa es un estorbo no suena tan mal en mi cabeza.

─ ¿Por qué estás tan cariñoso de pronto? ─ lo tomo del cuello y lo alejo unos pocos centímetros para verle.

Sonríe.

─ ¿Acaso olvidaste que día es hoy?

Algo cálculo mental y nada viene a mi mente.

─ No tengo la menor idea.

─ Bueno... ─ saca de su pantalón una cajita de terciopelo y lo pone frente a mi cara ─... según Facebook, hoy es el día de las novias enanas y te quise traer un regalo ─ lo miro mal ante su comentario causando que se ría ─. Es broma, amor. Hace días de camino a casa miré en una tienda cerca de la cafetería donde detesta el chocolate caliente esto que hay aquí, y dije que te lo compraría en cuánto volviese a pasar por allí y hoy pasé y no dudé en comprarlo.

─ ¿Qué es?

─ Averígualo.

Tomo la cajita bajo su atenta mirada y apenas la abro, mi corazón se apachurra de emoción. Abro mi boca completamente encantada para luego rodearlo con mis brazos y abrazarlo.

─ ¡Por Dios! ¡Es hermoso! ¡Mil gracias, Sebastián!

La tenue luz que desprende la lampara de mesita hace que el dije de copo de nieve brille con delicadeza dentro de la caja azul. Él sabe que amo tanto la película Frozen y que Anna es mi princesa, bueno, ahora reina favorita. La ilusión y emoción no me cabe en el pecho así que rápidamente me siento sobre la cama y veo con ojos brillosos el collar.

─ Es bellísimo ─ lo acaricio con delicadeza temiendo romperlo.

─ Me alegra que te gustara. Es que... ─ se detiene haciendo que lo mire y me sorprendo mirándome con sola esa manera en la que él lo hace ─..., al mirarlo dictaba tu nombre. Pude pensar en la película o el horroroso frío que hacía afuera, pero tú fuiste mi primer pensamiento y sabía que tenía que ser tuyo sí o sí.

Siento mis ojos llenarse de lágrimas ante sus palabras.

─ Además de que sé que has estado deprimida por lo del trabajo, por lo que le pasó a tu jefe y quería que algo te animara. Espero y esto lo hiciera en verdad.

─ Me has hecho feliz ─ asiento antes de darle un beso ─. No porque sea algo material me emociona muchísimo sino con la intención que lo has hecho. ¿Puedes dejar de ser así? Sólo haces que me enamore más de ti.

─ ¿Y eso tiene algo de malo?

Miro el collar por milésima vez antes de negar.

─ Es lo mejor que me ha pasado.

─ Ven, déjame ayudarte a ponértelo ─ se sienta a mi lado y saca el collar de su caja para luego ponérmelo alrededor de mi cuello. Siento sus labios en mi piel antes de rodearme con sus brazos por detrás ─. Te queda muy bien.

Bajo la mirada y sonrío. La verdad es que mi humor ha mejorado drásticamente debido a su acción. ¿Cómo puede ser tan lindo? Siento mis mejillas sonrojarse ante el pensamiento que Sebastián es todo lo que pedí de un chico. Sé que no es perfecto, pero cada día se esfuerza por hacerme feliz y creo que eso no tiene precio alguno.

Él es el amor de mi vida.





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Foto del collar en multimedia ;)

La cabaña © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora