Capítulo 10

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Todo lo bueno llega a su fin y con ello nuestra velada en el claro.

El subir hacia allí no fue tan complicado —tal vez porque en todo el camino Sebastián iba tomándome de la mano y diciéndome donde poner el pie—, pero el bajar es algo que no imaginé que terminaría siendo una odisea.

─ Siento que en cualquier momento me deslizaré y terminaré llena de barro ─ comenta por lo bajo América.

─ Primero me reiré y luego me tiro a rescatarte ─ le dice Kevin.

Ella le da un suave manotazo y ambos sonríen cómplices. Al verlo así nadie creería que el tipo es un fastidio cuando quiere, es más, parece tan enamorado que por un momento me quedo pensando en que él se comporta pesados con todos menos con su novia.

Bueno, es su novia. Es lo menos que puede hacer con ella.

Tropiezo con una rama y rápidamente me sostengo de los hombros de Sebas que va al frente mío.

─ ¿Estás bien?

─ Sí, solo es un tropiezo.

Creo que no cabe destacar que soy algo distraída y más ahora con el paisaje que me ofrece el bosque. El lugar parece sacado de un viejo libro de fantasía donde la protagonista va en busca de algún hechicero que le ayude con sus problemas. No se puede ver el cielo y ni tan siquiera una nube debido a que los mismos arboles sirven como techo. El canto de las aves sólo hace que el lugar sea cada vez más mágico. El chapotear del agua se percibe en algún punto que no logro ubicar, pero es encantador.

Suelto un suspiro al notar que vamos atravesar el camino de rocas. Cuando íbamos para el claro en la mañana casi dejo los dientes por aquí ya que el lugar es inestable y en un mal paso, puedes quedar con el pie atorado entre las rocas. Sebastián me ayuda en todo momento y me indica de nuevo donde pisar, le hago caso para evitar caer así que me la paso todo el tiempo enfocándome en su voz hasta que un grito de dolor hace que nos detengamos.

Es Silas.

Landon y Sebas se apresuran a adelantarse que es donde está Silas junto con Penélope. Con cuidado me aproximo y los gimoteos de la castaña me ponen nerviosa hasta que veo lo que ha pasado. El pie de Silas ha quedado atrapado entre unas raíces gruesas y se lo ha torcido.

─ ¡Kevin! ¡La navaja!

El susodicho rápidamente se sube por las rocas para rodearnos y alcanzarle el artefacto a Landon que se agacha para intentar romperlas. Las quejas de Silas solo hacen que los minutos se vuelvan eternos. Hago una mueca de dolor al ver como le ha quedado el pie y algo me dice que va a necesitar yeso.

Landon termina de cortar las raíces y entre Sebas y Kevin lo suspenden en el aire. Landon se apresura a mirarle el pie y alza su mirada hacia el castaño que parece que en cualquier momento se echa a llorar.

─ Creo que no vas a poder caminar, hombre.

─ Tienen que llevarlo cargando hacia la cabaña ─ Roman se acerca y toma con delicadeza el pie de Silas y lo eleva causando que se queje ─. Necesitamos apresurarnos antes que se le hinche.

Entre Kevin y Landon se deciden en llevar a Silas una parte del camino y el otro tramo lo llevará Sebas y Roman. Lo que parecía ser una agradable tarde, terminó convirtiéndose en un mal sabor de boca.

Nos tardamos en volver a la cabaña, pero apenas llegamos todos empezaron a socorrer a Silas. Roman se dedica a ponerle hielo mientras que Penélope saca del botiquín una venda elástica. América le extiende un vaso de agua con aspirina y los demás solo nos dedicamos a ver.

─ No vas a poder usar tu pie por un tiempo así que necesitarás muletas.

Landon mira a Sebas.

─ Creo que hay para material para hacerles unas en el taller de papá.

─ Hace tiempo no uso la máquina...

─ No creo que se te haga difícil. Ve.

A regañadientes Sebastián se va mientras tomo asiento frente a los chicos. La situación no parece la mejor y es probable que quieran llevar a Silas con un experto.

─ ¿Quieres que te llevemos al hospital? ─ pregunta Aubrey, preocupada.

─ No, dice Roman que no es tan malo como parece. Además, no quiero arruinarles las vacaciones.

─ ¿Estás seguro? ─ le pregunto.

─ Descuiden, no es nada del otro mundo. Solo es un pequeño esguince ─ comunica Roman girándose hacia nosotros ─, fui voluntario en la Cruz Roja e hice revisión de varios casos de este tipo. Solo necesita descansar y no apoyar su pie lastimado en el suelo.

Landon parece pensarlo bien y lo entiendo perfectamente. No quiere que las cosas se arruinen tan pronto ni mucho menos quiere que la situación con Silas vaya más lejos. Al final termina accediendo, pero con la condición que Roman le ayude a tratar por mientras su tobillo hasta que volvamos a la ciudad.

Sebastián tarda en aparecer por lo que me levanto de mi asiento y voy a buscarlo. Está casi por anochecer así que la entrada al bosque se ve algo tétrica. Evito girar la mirada hacia allá y camino por el pórtico hasta dar al pequeño taller al lado de la bodega de suministros. Toco la puerta antes de abrirla. El polvo es lo primero que me recibe y hace que estornude.

─ Salud, linda.

Sacudo la cabeza y ubico su voz hasta el fondo del taller donde parece lijar en una máquina lo que parece un intento de muleta.

─ No me habías dicho que sabías de ebanistería.

─ El papá de Landon nos enseñó a todos un poco ─ responde apenas llego a su lado ─, aunque yo fui el que más le interesaba sus enseñanzas. A los demás les gustaba ir a pescar o ir en busca de bayas.

─ ¿O sea que puedes hacer un librero?

Él se ríe.

─ Puedes pedirme lo que sea y te lo daré, Cora.

─ Entonces cuando volvamos me gustaría que me hicieras un librero. El que tengo parece que en cualquier brisa se derrumba.

─ Ya veremos.

Minutos después termina de preparar las muletas y salimos del taller. La temperatura ha bajado drásticamente y casi corro para entrar al interior de la cabaña. A Silas le gusta su nueva adquisición y se dispone a probarlas por un rato mientras se acostumbra. Luego de eso me ofrezco con las chicas a preparar la cena a la vez que los chicos ayudarán a Silas a ducharse y cambiarse. Me alegra ver cómo en las dificultades todos nos hemos unido como familia. Las chicas no paran de reír y cotillear en la cocina haciéndome sentir como una de ellas. Piper que es la más tímida de todas no para de reírse por un comentario de Aubrey y aun Penélope que parece seguir con los nervios de punta se la está pasando bien.

Me siento dichosa de haberlas conocido a ellas porque mi circulo social es tan reducido que pueda dar pena, pero ahora junto con ellas siento que las he conocido desde hace años y que esta amistad solo se está fortaleciendo más. 



La cabaña © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora