Capítulo 2

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─ Me pregunto en qué pensabas cuando venías a la oficina. ¿En qué momento tu patético cerebro formuló el hecho de que te permitiría las vacaciones? Lárgate antes de que te dé más horas extras y sin paga.

Presiono mis labios evitando mostrar que sus palabras me han afectado. Murmuro una disculpa antes de salir huyendo de su oficina. Como había previsto, Doug ni en mis más locos sueños permitiría darme esas vacaciones. Era evidentemente, pero una parte de mí quiso creer lo contrario.

Camino por los pasillos mientras ahuyento las lágrimas que amenazan a salir. Detesto venir a su oficina porque la manera que tiene de tratar a las personas es un tormento, las palabras que suelta y cómo se las arregla para hacer sentir a los demás como basura es meramente espeluznante. Sólo me trae recuerdos de casa.

Tomo asiento en mi escritorio y procedo a trabajar. Llevo la parte contable de la agencia y no es una tarea tan amena como quisieron pintármela cuando estaba buscando trabajo. Era eso o terminar vendiendo tickets en el metro. Aprovecho un momento para enviarle mensaje a Sebas para comentarle lo sucedido.

Sebas: ¿Te hizo daño? ¿Te gritó?

Suspiro. Sí supiera.

Cora: Nada que no haya hecho antes, pero al menos lo intenté.

Sebas: Eso no significa que tenía que tratarte mal. No tiene derecho.

Bueno, es mi jefe. ¿Qué otro trato podría esperar? Dejo el teléfono y procedo a ser esclavizada por las próximas diez horas que faltan.


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Coco ronronea alrededor de mí mientras le sirvo su comida. La gata se apresura a acercarse a su traste antes de empezar a comer. Me acerco al fregadero y lavo mis manos. Ha sido un día complicado como cada día de mi existencia. El cansancio circula por cada vena de mi ser, pero quiero esperar a que Sebastián vuelva del trabajo. Es seguro que me regañará por esperarlo en vez de irme simplemente a dormir, pero me gusta asegurarme de que llegue con bien.

Nos conocimos en una biblioteca en una feria de libros donde se estaban donando libros, en ese entonces yo necesitaba deshacerme de algunas cosas porque no tenía espacio en mi anterior apartamento. Y la mejor manera era donar. Creo que fue amor a primera vista, sí es que existe tal cosa. Recuerdo que chocamos y accidentalmente le derramé café sobre su gabardina. Me disculpé tantas veces que él tuvo que intervenir para que callase. Luego le ofrecí llevar su gabardina a una lavandería. Ambos fuimos y pasamos toda la tarde charlando sobre libros, el clima y cosas así. Todo parecía tan natural. Es difícil explicar como de alguna manera tan particular logramos congeniar. No fue de esperarse las citas, las salidas y finalmente las declaraciones.

La cabaña © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora