EPÍLOGO

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Cuando Lee Minho se graduó, a Han todavía le quedaba un año por hacerlo, pero para ninguno de los dos supuso ningún obstáculo aquello, pues el chico de cabello morado tenía claro que no quería irse lejos, a una universidad prestigiosa, como algunos de sus amigos. Él siempre quiso dedicarse al baile, aunque su madre le insistió demasiadas veces en que lo dejara estar, porque no era lo suficientemente bueno para ello. Han Jisung siempre estuvo apoyándolo y diciendo que su madre no tenía razón, que bailaba increíblemente bien, y que cuando fuera famoso lo mataría si se olvidaba de él. Lee Know sólo pudo reír ante las ocurrencias de su novio, diciéndole que jamás podría olvidarse de él, porque no sabría qué sería de él sin Han Jisung, su precioso novio. El menor sólo se sonrojó y se rió, dándole un pequeño golpe en el pecho.

—Idiota. —susurró, juntando sus labios con los del más alto.

El chico de cabello morado a finales del año escolar que le quedaba a Jisung, audicionó para ser bailarín de un famoso grupo de k-pop llamado BTS, aunque no quería ser alguien pesimista, no podía evitar deprimirse a medida que pasaban las semanas y no recibía ninguna llamada. Finalmente, lo dio por perdido hasta que el día de la graduación de Jisung no solo celebraron que éste había terminado finalmente los estudios, sino también que Lee Minho formaría parte del equipo de bailarines de BTS.

—¡Estoy orgulloso de ti! ¡Sabía que lo conseguirías, lo sabía! —no dejaba de gritar Han con los ojos brillantes y una inmensa sonrisa en su rostro, mientras que el otro lo miraba de la misma forma. Y a pesar de no llorar con mucha frecuencia, no pudo evitar que un par de lágrimas se escurrieran de su rostro, pues realmente no pensó que hubiera pasado la audición.

Seungmin se fue lejos a estudiar economía, dejando atrás a un triste pero comprensivo Jeongin que lloró a mares cuando lo dejó en el aeropuerto, con la promesa de que harían videollamada cada fin de semana, y siempre se darían los "buenos días" y las "buenas noches" por mensaje.

Además, el mayor añadió que también vendría a verle a Corea cuando tuviera vacaciones, y que si algún día quería venir a verle, las puertas siempre estarían abiertas para él aunque tuviera clase al día siguiente.

Bang Chan tomó el relevo de Hyunjin cuando se fue de la ciudad con el rubio, ayudando a la madre de éste con la cafetería a media jornada, pues el pelinegro le habló muy bien de su amigo y su madre no dudó dos veces en contratarlo cuando buscaba un ayudante para la cafetería. Hyunjin le dijo que no se arrepentiría, porque Bang Chan era la persona más trabajadora y responsable que había conocido.

***

—No está tan mal, ¿no? —dijo el rubio junto al pelinegro, colocándose a su lado para mirar por la ventana.

—¿De verdad podemos permitirnos algo así? —murmuró el pelinegro algo preocupado.

—Lo paga mi madre, y créeme, no le importa. —dijo el más bajo abrazándolo por detrás, mientras pegaba la mejilla a la espalda del más alto, deleitándose con el aroma de Hyunjin. Siempre amó su olor, a hogar.

—Me sabe mal que tu madre me pague la casa. —se quejó.

—Me la paga a mí, y yo elijo tenerte de compañero de piso. —se defendió. —¿Qué hay de malo en ello? —acarició la espalda del pelinegro con su nariz, como si fuera un gato.

—Hace que me sienta un poco como un mantenido. —admitió, haciendo que el otro pusiera los ojos en blanco brevemente.

—Vivíamos juntos antes también, en tu casa o en la mía. No ha cambiado nada ahora. Además, pagaremos la comida a medias también, haremos juntos las tareas del hogar, cocinaremos... Me ayudarás con eso, ¿verdad?

HÉROE | Lixjin/HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora