Capítulo 9

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El dolor de cabeza lo hizo apretar los ojos, abriéndolos lentamente poco después, sintiendo aquella luz blanca incidir directamente sobre su rostro. Entrecerró sus orbes grisáceos soltando un quejido por el dolor en su brazo, observando la cabellera rubia de Jimin despeinada, mientras este se aferraba dormido a su mano, descansando su cabeza en una esquina de la camilla.

—Veo que ya despertó —una enfermera bastante joven entró, hablando en voz baja para no molestar el sueño de su amigo—. ¿Cómo te sientes?

—Me duele un poco la cabeza —musitó, notando que ya había oscurecido al mirar por una ventana—. ¿Cómo terminé aquí?

—Su novio lo trajo, tuvo un accidente y se desmayó por la pérdida de sangre —informó, revisando sus signos vitales—. Él ha estado a su lado en todo momento, eres un suertudo. Ya quisiera yo uno que se preocupe por mi así.

—Él no es mi novio... —murmuró sintiendo sus mejillas y orejas calentarse.

—Oh, lo siento, yo asumí que eran pareja porque...olvídalo.

—Somos...mejores amigos —dijo con los labios fruncidos.

Como si supiera que estaban hablando de él, Park se removió, abriendo los ojos perezosamente.

—¿Gguk? ¿Cómo te sientes? —se puso de pie, dejando el sueño de lado cuando lo vio despierto.

—Como si hubiera estrellado mi auto contra un árbol, gracias por preguntar —soltó de manera sarcástica, viendo al mayor fruncir el ceño con molestia.

—¡¿Piensas qué es gracioso?! —soltó evidentemente enojado—. ¿En qué carajos pensabas qué no estabas atento a la carretera?

Bajó la cabeza haciendo un pequeño puchero, avergonzado al verse siendo regañado de tal forma. Jimin no puede culparlo, simplemente quería estar junto a él porque sabía que ese día era especial, y no precisamente hablando de buena manera.

—Quería llegar rápido porque sé que es importante para ti.

—¡No me interesa! —el de ojos grisáceos alzó las cejas sorprendido—. ¿Te das cuenta de qué pudiste haber muerto? Yo...n-no quiero perder a nadie más, tú también eres importante para mí.

Una pequeña sonrisa adornó los labios finos del menor, que tuvo que reprenderse a sí mismo por las repentinas ganas de abrazarlo que lo invadieron. Jungkook no era estúpido, sabía que ese tipo de reacciones no era simplemente porque lo apreciara como un amigo. Los latidos acelerados de su corazón, el nerviosismo que lo atacaba cuando Jimin se encontraba muy cerca, o las cosquillas que le causaba verlo sonreír no eran normales.

No tenía mucha experiencia, hablando tanto de amor como de amistad, nunca tuvo muchos amigos, tampoco había tenido novio o novia, pero estaba claro que sus sentimientos ya no eran los mismos que en un inicio.

—¿Cuándo puedo irme? —preguntó, bajando la cabeza para tapar con su cabello el sonrojo que se apoderó de sus orejas y mejillas.

—Tendrás que esperar uno o dos días —le informó el rubio.

—¡¿Qué?! —exclamó parándose de golpe, siendo sujetado de manera rápida por Park al verlo dispuesto a salir de la habitación—. ¡No me quedaré ni a pasar la noche, ya me siento mejor!

—Jungkook, no puedes irte así —intentó razonar, pero la mirada de Jungkook le hizo saber que no iba a ceder.

—No me quedaré —espetó con el ceño fruncido, haciendo que el contrario suspirara frustrado.

—Bien, yo hablaré con la doctora, tu espera aquí —pidió, quedándose más tranquilo cuando lo vio asentir.

Luego de haber hecho todo el trámite en el hospital, Jimin se encargó de llevarlo personalmente a su casa. Lo más probable es que los señores Jeon estuvieran enloqueciendo por la desaparición repentina de su hijo. Jungkook no había dado señales de vida desde temprano en la tarde, y él con el nerviosismo por lo sucedido no pensó en llamar para avisarles.

¿Puedo amarte? - JiKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora