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𝓚ei salió de comprar algunas cosas que necesitaba en Don Quijote y luego, con una bolsa entre sus manos, regresó directo a su apartamento. Eran por ahí de las cuatro de la tarde y Shinichiro le había dicho que la recogería a las seis. Kei no estaba preocupada por su turno, pues su jefe le había dado libre aquel día en el trabajo ya que su compañera cubriría su turno como Kei hizo el otro día.
La chica no tardó mucho en llegar. Dejó las bolsas de comida —y una que otra cosilla que había comprado— en la entrada y fué hacia su habitación para darse una ducha rápida. Encendió el agua y dejó que la bañera se llenara por completo. Mientras Kei esperaba, fue hacia la cocina para prepararse un café negro, sin azúcar, no hacía falta suavizar el sabor, y se puso a organizar un poco las bolsas de productos.
Las frutas, Kei las acomodó sobre la isla, al igual que dejó allí las bolsas de café en polvo mientras guardaba lo demás. Las verduras frescas fueron a la refrigeradora al igual que algunos huevos. Y lo que quedaba simplemente eran dos bolsitas de chocolates y las guardó en una de las repisas.
La chica tomó el café entre sus manos cuando miró que ya estaba listo y le dió un largo y amargo trago. Estaba caliente, Kei sintió casi como si su garganta se quemara, al igual que su lengua, pero estaba delicioso y definitivamente eso fue en lo mínimo que ella se fijó, en la temperatura.
El agua de la bañera ya estaba casi desbordándose cuando Kei regresó a revisar, por lo que apagó la llave antes de que el agua se regara y, luego de quitarse toda la ropa, entró y se acomodó en la bañera. Su piel se tensó al instante de sentir lo fría que se encontraba la bañera, pero al poco tiempo sus músculos pudieron relajarse.
La chica hundió su cabeza y removió su cabello con sus manos para que se mojara por completo. Pero cuando se había quedado sin aire, tuvo que volver a la superficie. Un poco del agua se salió al momento en el que la azabache se sumergió, mojando así el suelo del baño. Kei pensó que sería una ducha rápida pero terminó quedándose en el agua por al menos unos treinta minutos.
Cuando Kei vió la hora reflejada en el pequeño reloj que colgaba sobre el inodoro, salió de la bañera y quitó el tapón para vaciarla. Luego, enrolló su cuerpo con una toalla para secarlo y salió del baño. La muchachita fue hasta el armario de su habitación para buscar algo que ponerse entre su ropa pero no sabía exactamente a dónde la llevaría Shinichiro por lo que no estaba segura de que usar.