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Después de unos minutos en los que me quede pensando en todo lo que había pasado, baje al comedor, ya que estaban llamando para comer. Me senté al lado de Petra, la mesa estaba ocupada por tan solo cuatro personas, a excepción de mi presencia. El bullicio de las voces se escuchaba por todo el comedor, y la voz de Petra se escuchaba por encima de la mayoría.

Mire a mi alrededor para ver cómo estaba la gente distribuida. Había mesas que no estaban llenas del todo, como la mía, otras estaban enteras. En algunas se escuchaban risas y bromas, en otras silencio y ojos acumulados de tristeza o indiferencia.

Al lado de la puerta del comedor estaba la mesa de los comandantes. En ella se encontraban un grupo de personas de las cuales destacaba la voz de una mujer castaña, llevaba gafas y se le veía emocionada por lo que estaba diciendo. Daban ganas de ir a escuchar lo que su voz cantaba. Pero sin duda el que más destacaba en esa mesa era el Capitán Erwin, al menos, bajo la perspectiva de mis ojos.Nuestras miradas se encontraron en un efímero acto de limerencia, hasta que aparté la mirada, preso del nuevo miedo que había surgido en mí, al pensar en él.

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Al terminar de comer nos convocaron a todos afuera del castillo, ahí nos entregaron a todos nuestros uniformes y nos dijeron que
teníamos que empezar a trabajar. Fuimos separados en escuadrones y en diferentes habitaciones, que estaban equipadas para ser usadas de aula, nos explicaron nuestros deberes en la próxima misión. Para muchos de nosotros era nuestra primera misión, se podía notar en el ambiente, cargado de miedo, sin embargo, sus ojos no decían nada.

Llamaron a la puerta, al abrirse se pudo ver al Capitán Erwin. Este miro a todos los cadetes, a excepción de mi. Y mi corazón no sabía si sentirse aliviado o dolido. Aliviado porque está vez, no tendría que aguantar su mirar, y a la vez dolido, pues me preguntaba si yo no era lo suficientemente importante como para ser correspondido por su idílica mirada. "Cadetes! El Capitán Erwin Smith." Lo presentó como si fuera un cualquiera, como si no lo conociese todo el cuerpo de reconocimiento. "El os guiará y capitaneara en esta misión." La habitación se lleno de murmullos. Después, Erwin se puso a hablar con elocuencia sobre la misión y como él confiaba en nosotros. El hombre que nos acompañaba antes ya no estaba y Erwin nos explicaba todo más detalladamente.

Al final del día ya estaba todo preparado para partir al amanecer del castillo. Los detalles del propósito de la misión no se sabía con claridad, pero nos habían comunicado que íbamos a una expedición por los exteriores, con el propósito de investigar y buscar algún sitio que pudiéramos usar de futura base. Pero sospechaba que había algo más, lo ignoré.
...

Salía del comedor, la mayoría seguía ahí, charlando y comiendo. De muchos de ellos sería la última comida. Camine hasta salir del castillo, me senté dejando descansar el peso de mi espalda en uno de los altos muros del castillo.

"Ahhh..." Un suspiro se escapó entre mis labios. Saque mi libreta, como era de costumbre, y empezé a escribir.

El viento acariciaba las popas de los altos árboles, el sol se había escondido hace ya unas horas y debido a su ausencia, era trabajo de las estrellas y de la luna iluminar el cielo. El cantar de algún búho solitario y el chocar de las hojas era lo único que se podía escuchar. La luna imnoticaba, brillaba de una manera que no dejaba ver las estrellas que se encontraban a su alrededor. Me hacía sufrir selenofilia.

"¿No deberías estar disfrutando adentro con tus compañeros? Igual es tu última noche." Se escucho una voz encima mio, interrumpiendo el calmado sonido de la noche.

"Eso estoy haciendo, disfruto de mi "última" noche." Respondí en tono tranquilo mientras cerraba mi libreta y la guardaba. "Aunque no creo que sea la última."

"Yo también creo eso." El capitán se apoyaba en la pared cruzando los brazos a la altura del pecho y su mirar perdido en la oscuridad del bosque, y los mios perdidos en los suyos.

"¿Por qué dijo eso antes en la habitación? ¿Como lo supo?" En el tono de mi voz se podía escuchar la curiosidad.

Una pequeña risa escapó por sus labios. "Te vi escribiendo en esa libreta que guardas bajo la chaqueta." Un silencio acalló su voz por unos segundos. "He conocido a muchos cadetes y ninguno escribe si no es porque les gusta. Ninguno escribe con la mirada que sale de tus ojos al ver la tinta en el papel."

Baje mi mirada. Ahora la risa que se escapó fue de mis labios. "Entiendo." Note como Erwin se sentaba a mi lado. La diferencia de altura era notable pero no había ningun gesto de superioridad en su rostro.

"Mañana..." Empezé a hablar. "Mañana morirán muchos hombres."

"Sí." Dijo en un tono serio.

Otro silencio acalló nuestras voces, la noche volvía a ser la única que hablaba.

"¿No sientes culpa? Es decir, mueren a manos de los titanes pero... Mueren a cargo de tus órdenes." La pregunta no era para ofenderlo, solo quería saber lo que pasaba por su mente.

Silencio.

"Levi" Me llamo, se me paró el corazón, por miedo a haber llegado demasiado lejos con la pregunta. "No puedes llegar a hacer fuego si no estás dispuesto a quemar algo de lo que tienes." Aparto la mirada del bosque y la dirijo a mí.

Lo miré durante unos segundos, después fui cautivado de nuevo por la luz de la luna. "Al final vas a ser tú el poeta."

Se rió. "Deberías ir a descansar Levi, mañana será un largo día." Se levanto despacio del suelo, pero el frió de su ausencia vino rápido.

Me ofreció su mano para ayudarme a separarme del suelo. Acepté su ayuda y al incorporarme, los dos nos sumergimos en un estado de ambedo.

"Buenas noches comandante." Dije, casi susurrando, después de separar mi mano de la suya y antes de entrar al castillo, encaminado a mi dormitorio.

Nunca supe si él me devolvió la despedida, la cara que puso o si me hizo algún gesto. No volví la mirada hacia atrás.

Diario de un poeta || EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora