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Hacia unos seis años que entré en el cuerpo de exploración, de los que entramos en ese año, quedábamos menos de una decena, unos pocos se fueron por voluntad propia, otros murieron en el campo de batalla.

"¿En qué piensa tanto Capitán?" La voz de Petra me sacó de mis pensamientos.

"Nada importante, solo que..." Miré a los cadetes entrenando. "Algunos necesitas entrenar más, sino se morirán a la primera que se topen con un titán."

"Yo creo que están entrenando suficiente." Dijo en un tono tímido.

"Nunca es suficiente." Cruze mis brazos a la altura de mi pecho. "Muchos pensaran que están listos, morirán."

"Que crueles palabras Capitán." Noté como dejo de mirarme.

"Palabras crueles para un mundo que lo es aún más." Noté como una figura de acercaba a nosotros, la distinguí al instante. "Buenas tardes comandante."

Erwin llegó hasta nuestra posición y se paró a mi lado. "Capitán, ¿ha terminado aquí?"

Petra no decía nada, se quedó callada a mi derecha.

"Si, iba a volver ahora al interior." Noté como asintió. "Petra, encárgate de que no se salten el entrenamiento."

"Si Capitán."

Empezé a caminar y Erwin me siguió, hasta dentro del cuartel, detrás mío. Hacia un tiempo que nos habíamos cambiado de base a otra más cerca del distrito de Trost. No me gustaba, no era que fuese más fea ni más bonita, pero no era el cuartel de siempre, con las vistas de siempre, el árbol de siempre, los recuerdos de siempre...

"Porque siempre que te veo estás con ese cadete." Hablo porfin cuando llegamos a su despacho.

"Porque forma parte de mi escuadrón." Respondí mientras me acercaba al sofá. Ya estaba acostumbrado a este tema de conversación.

"Creo que le gustas, no, no lo creo, lo se." Le mire como se apoyaba en su escritorio.

Yo suspiré mientras elevaba las cejas. "Qué te hace pensar eso..." Dije con un leve tono de pregunta.

"Es que te mira de una manera..."

"Bueno, no te preocupes, no me interesa, no es mi tipo." Crucé las piernas. "Mis ojos solo miran a una persona." Sonreí mirándolo.

"La tendré vigilada." Rodé los ojos y olvide el tema. En estos años con Erwin me había dado cuenta de que era una persona muy celosa. A toda persona que se me acercaba le miraba mal, como si temiese que me robaran. A mí me daba igual su actitud, de hecho me resultaba graciosa.

Pasamos unas horas hablando de cosas cotidianas, nos reímos de anécdotas de días atrás, sobre todo nos reímos de algunos momentos con Hange. La conversación se fue tornando más seria a medida que el sol se iba escondiendo.

"Oye Levi..." Giré mi cabeza para mirarlo.

"Dime"

"Nunca te había preguntado esto, pensaba que me hablarías de ello cuando te sintieras cómodo, pero tengo curiosidad."

Fruncí las cejas. "¿El qué? Suéltalo ya."

"Es que nunca me has hablado de tu infancia, no se casi nada de tus años antes de ingresar en el ejército."

Respiré profundo y apoyé mi espalda en el respaldo del sofá.

"Bueno...no es que sea un tema agradable de hablar para mí." Mi dedo empezó a acariciar el borde de la taza de té, que descansaba fría sobre la mesilla.
Erwin se quedó callado, esperando a que hablase.
"Nací en la ciudad subterránea." Comencé a hablar. "Es un sitio muy diferente a la superficie, si naces ahí, ahí mueres, al menos que hagas algún buen trato. Mi madre se dedicaba a la prostitución. Cuando murió, un tipo apareció en mi vida y me enseñó a empuñar un cuchillo, yo aún era un crío pero entendí que si no aprendía a hacer eso, me tocaría ganar de dinero de peores maneras . Un día desapareció sin más." Me calle unos segundos.
"Con el tiempo conseguí una forma de sobrevivir y forme un pequeña familia. Eran como mis hermanos, se llamaban Isabel y Farlan. Teníamos una reputación ahí abajo, dado el momento me vi obligado a tomar una decisión, la tomé mal." Mire a la lámpara que colgaba en el medio del despacho. "Ellos dos se alistaron antes que yo en el ejército, debí seguirlos. Será un error que me perseguirá durante toda mi vida." Volví mi mirada a la taza de té. "Ellos no regresaron de su primera misión, nunca supe que habia pasado con ellos. No debí dejarlos solos." Le mire a los ojos. "Un año después me uní al ejército y el resto ya lo sabes." No vi respuesta por si parte, solo me miraba. "Petra me recuerda a ella." Una sonrisa triste se formó en mi rostro. "Se parece a Isabel."

Diario de un poeta || EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora