17. Todo lo que estaba por venir se ha convertido en cenizas.

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🧡🖤


La soledad de la casa le había parecido excelente a Azumi, gracias a eso no tendría que dar ningún tipo de explicación del motivo de sus ojos hinchados y del porqué al llegar del partido corrió encerrarse en su habitación.

Tobio se había ofrecido a hacerle compañía en su casa, y es que el de ojos azules tenía un millón de preguntas por hacer. Las palabras de Kei lo habían llevado al límite hace un rato, y aunque la confesión de la mentira del rubio y de Azumi lo había hecho enfadar, necesitaba escuchar de su propia boca el motivo del engaño. Pero Azumi simplemente se había negado, tan pronto como el colocador, Kiyoko y Tanaka la dejaron en la puerta corrió a recostarse sobre su cama abrazando a su almohada intentando calmar el dolor que sentía.

Se sentía tan estúpida, tan miserable por haberse enamorado de alguien que no solo le había mentido, tampoco le había dado una explicación con excusas baratas y palabras hirientes sin ningún tipo de propósito.

¿Cómo él podría haber cambiado tanto en solo horas?

¿Todo lo que pasaron juntos era una mentira también?

¿Por qué la había lastimado de esa forma?

Eran cientos las interrogantes que daban vueltas en su cerebro, su cabeza la traía a ese momento en que Kei se transformó en una persona diferente y le rompió el corazón frente a todo el mundo. Si tan solo le hubiera respondido con honestidad tal vez ella hubiera sido capaz de perdonar la mentira.

Pero no, las cosas eran del modo que eran. Todo lo que había entre ella y él se había acabado para siempre.

Entre sollozos de dolor y la soledad de la tarde Azumi se quedó profundamente dormida. Cuando volvió a abrir los ojos la oscuridad nocturna ya se había extendido por el firmamento. Se sentía vacía, tan sola como no había estado en mucho tiempo.

Su teléfono se había apagado, no había querido mirar desde que había vuelto a casa y sabía que probablemente eso le traería problemas con su padre. La abuela tampoco volvería esa noche.

Con la poca fuerza que su cuerpo tenía se levantó al baño, necesitaba enjuagar de su rostro las marcas del maquillaje corrido, borrar las huellas que la pelea de esa mañana habían dejado en su piel.

—Que patética... —se dijo a sí misma—. He llorado todo el día, a él ni siquiera debe importarle.

Se pasó una toalla por el rostro y se quitó la ropa, la camiseta del Karasuno que tenía el antiguo número de él. No quería ver nada que le recordara a Kei Tsukishima, quería arrancarlo de su mente y de su corazón, porque cada vez que sus ojos y su voz volvían a hacerse presentes, su pecho sentía una puñalada profunda y letal.

¿Así se suponía que se sentía el amor? Le parecía horrible.

Cuando volvió a encender su teléfono se quedó mirando la lista de notificaciones. Le escribió a la abuela y a sus padres para evitar preocuparlos, pero dejó en leído a sus amigos quienes habían escrito con preocupación.

Solo quería estar sola. Quería olvidar y no volver a sentir nada, ser una persona totalmente diferente a la que él se supone había amado. Se quitó las cintas del cabello y las lanzó a la basura, se quitó la ropa interior y se metió en la bañera donde se perdió en sus pensamientos.

No sabía si habían pasado más horas o si el tiempo se había detenido mientras ella estaba en el agua. Con la idea de querer sacarse a Kei de la mente, se puso a pensar en que debía darle una explicación coherente a Tobio. Si en algo el rubio había tenido razón era en que le había mentido al de ojos azules, y todo por no saber ir con la verdad diferente y aceptar sus sentimientos.

Todas las cosas que debí decirte; Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora