Cap LVI

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Matrimonio
Velaryon y Baratheon

"Me ha costado mucho entender, que hay cosas que no depende de mí por mucho que lo intente"

Las Tierras de la Tormenta estaban en un gran conflicto y los forajidos del Bosque Real causaban numerosos problemas, la Señora de Bastión de Tormentas y Regente de su hijo, Lord Royce Baratheon y también la viuda de Lord Borros Baratheon, antiguo Señor de Bastión de Tormentas, Lady Elenda Caron decidió volver a desposarse y en busca de la mano fuerte de un hombre para mantener la paz, eligió a Ser Steffon Connington, segundo hijo del Señor de Nido del Grifo, el caballero era veinte años menor que ella, pero había demostrado su valor en la campaña de Lord Borros contra el Rey Buitre, y se decía que era tan valeroso como atractivo.

Con la inminente victoria de la Casa Baratheon a manos de Ser Steffon Connington, él junto a su esposa Lady Elenda e hijastras fueron finalmente Desembarco del Rey para que Floris conociera a su prometido, también eran acompañados en calidad de Guardián por Lord Royce Caron, padre dela Señora de Bastión de Tormentas y abuelo de la joven Doncella.

{Desembarco del Rey}

Los enviados de las Tierras de la Tormenta finalmente habían llegado a la Capital para así enfrentar en destino que tenían, tanto Lord Royce Caron como si hija se sentían nerviosos por ver a la Reina Naekara I Targaryen y a su esposo, el Rey Consorte Aemond Targaryen, quisieran o no en el pasado los habían traicionado por apoyar a Gwayne Hightower en tratar de tomar el Trono de Hierro, ocultaron a Cassandra mientras estaba embarazada para evitar represalias por parte del líder principal de los Verdes.

Lady Maris Baratheon se veía como una muchacha bonita, el único detalle era muy altanera ya que indirectamente comenzó a coquetear con el propio Rey Consorte incluso en frente de la Reina quién es su esposa, aunque él ni le prestaba atención, Lady Ellyn Baratheon parecía una niña tímida y con miedo a la mirada de sus Majestades, Lord Royce Baratheon al ser todavía un bebé no sabía ni en dónde estaban.

Aemond no prestaba atención a ninguno de las personas que venían desde las Tierras de la Tormenta, pero si se fijo en su prima, en la hija de su tío Gwayne Hightower, quién era el hermano menor de su madre biológica, la Reina Viuda Alicent Hightower, e hijo de su abuelo, Ser Otto Hightower, en la pequeña Argella Hightower, una pequeña niña de cabello tan negro como la noche, ojos oscuros lo que decía que había nacido con todos los rasgos de su madre Baratheon y lo único que tenía de su padre Hightower era su cara.

Ser Daemion Velaryon estaba presente junto a la Reina para finalmente conocer a su dichosa prometida, al momento en que la vio la consideró realmente las más hermosa de todas sus hermanas, veía que era una muchacha afable aunque un tanto frívola, a pesar de estar prometido a la mujer más bella de la Tierras de la Tormenta, seguía sin querer casarse con ella, no quería estar en un matrimonio solo para arreglar las disputas entre la Casa Velaryon y la Casa Baratheon, pero ese era su deber y tenía que hacerlo por la familia como una vez le enseñaron ya sea que le gustara o no en lo absoluto.

Con el paso de los días, Ser Daemion y Lady Floris se hicieron cercanos aunque no tanto para que se consideren una pareja, Nae notaba que ambos jóvenes podían llegar a llevarse bien hasta cierto punto, pero no se llegarían a amar como un verdadero matrimonio en el futuro, por lo que antes de que se arrepintiera, ordenó que la boda fuera lo más pronto posible para así terminar con las riñas, Lady Elenda también estaba de acuerdo con adelantar todo para así librar a su Casa del pecado de la traición, mientras que Lord Royce Caron simplemente se mantuvo al margen de la situación.

Lady Maris Baratheon cada vez era más coqueta y melosa con el Rey Consorte, ella era una mujer inteligente y eso era evidente, aunque en ese caso no lo estaba haciendo, Aemond por otro lado, solo quería matarla y dársela de comer a uno de los dragones de sus hijas por tal atrevimiento hacia un hombre felizmente casado con su esposa, pero al parecer eso no le importaba a ella y en una oportunidad, se acercó al oído de él para así provocarlo.

Maris Baratheon-- ¿Su sobrino le quitó un ojo o una de sus pelotas?.. Aveces me alegro de que haya escogido a la Reina, porque quiero un marido con sus partes intactas. — Azuzó descaradamente.

Aemond Targaryen-- Gracias a los Dioses de que estoy casado con la Reina de los Siete Reinos, al menos ella es alguien, ella será eternamente recordada en la historia, ella es la mujer más hermosa del mundo a pesar de su edad, ella es la madre de mis hijas, ella es una de la mejores jinetes de dragón, es a ella a quién amo y seguiré amando en toda mi bendita vida.. A cambio tú, solo eres una don nadie, no eres nada, eres alguien que ni siquiera consideran para casarse con alguien de la Casa Velaryon, no eres ni bonita ni atractiva, tú, Maris Baratheon, eres un cero a la izquierda. — Contraataco riéndose.

Maris Baratheon-- ¡¿Cómo se atreve?!. — Alzó la voz muy enojada.

Aemond Targaryen-- ¡No!, ¿Cómo se atreve usted?, olvidaste con quién estás hablando, yo soy Aemond Targaryen, Rey Consorte de la Reina Naekara de la Casa Targaryen, Primera con el Nombre, no olvides tu lugar.

El escándalo de que Lady Maris Baratheon intentó seducir al Rey Consorte enfureció a su madre por lo que ordenó que le arrancaran la lengua, pero la Princesa Saera intervino proponiendo que se uniera a las Hermanas Silenciosas para evitar un derramamiento de sangre bajo su techo, por otro lado, Naekara estaba completamente tranquila ante la situación ya que confiaba plenamente en su marido, Vaegon ordenó una indemnización por el daño ocasionado hacia su hermana que Lady Elenda tuvo que pagar a regañadientes, Daemon quería matarla por atreverse a tratar de tocar la propiedad de su tía, Rhaenys no podía creer que las hijas de su difunto primo fueran así de descaradas, cínicas y mal educadas.

Daemon Targaryen-- Aemond, esta vez te felicito maldito tuerto. — Confesó ciertamente feliz.

Daeron Targaryen-- También te felicito hermano, no te dejaste llevar por los juegos de esa mujer y la pusiste en su lugar.

Valarr Targaryen-- Pero deben darle crédito a esa niña, a pesar de no ser bonita, se atrevió a tratar de quitarle el esposo a la Reina, ciertamente la estupidez es grande para alguien que es hija de un gran estúpido.

Vaegon Targaryen-- Mira tuerto, no soy yo el que debería de decir esto... Uno no escoje a los padres, uno viene a este mundo y le tocó a la mamá y el papá que le tocó, sin chillar, pero uno sí elige a los hijos y tú ya elegiste, dos son tuyas y sabes cuando las engendraste y con quién.. Una fue un accidente, para qué decir que no, si así fue, entonces con las amantes no se pueden tener hijos porque solo te causaría problemas, los hijos se tienen con la mujer propia, la misa cantada en un ritual Valyrio, en un ritual de fuego y sangre.. Que no se te olvide maldito niño de un ojo, tu ritual se llama Naekara Targaryen, ¿Cómo se llama su ritual?.

Aemond Targaryen-- Naekara Targaryen.

Vaegon Targaryen-- Que no se te olvide tuerto, llegas a fallarle a mi hermana y conocerás lo que es que alguien te persigan sin descanso, que alguien te atrape para matarte lentamente y sin piedad y esa mujer no quedará atrás.

Con el pasar de los días, se celebró la boda entre Ser Daemion Velaryon y Lady Floris Baratheon, su unión significó nuevamente la alianza entre las Casas Velaryon y Baratheon como en el pasado, cuando la Reina Alyssa Velaryon y Lord Rogar Baratheon se casaron en la "Boda Dorada", las festividades duraron cinco días y los recién casados fueron a vivir a Driftmark, la familia de la novia regresó a Bastión de Tormentas a toda prisa sin mirar atrás.

La Reina Naekara veía desde el balcón como los carruajes de iban con sus Doncellas a su lado, Lady Larra Rogare cada vez tenía más deseos de regresar a Lys donde realmente era feliz ante de comprometerse con el Príncipe Viserys, aunque nadie sabía ese anhelo de excepción de sus hermanos, Lady Cerelle ya se había resignado en ganar tan siquiera el cariño de su futuro esposo, Lady Lynara y Lady Victoria le daban gracias a los Dioses de que al menos ellas eran felices con sus esposos, tenían matrimonios armoniosos y con amor, no como la de los recién casados que se veían como si fueran condenados al infierno mismo, en especial al novio, era una unión de conveniencia en la que esperaban que al menos hubiera paz entre ellos.

La Sangre LlamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora