Bueno, mi nombre es Emilia Bruzzo, tengo 27 años y los voy a contar un poco mi historia:
Hace cuatro meses perdí a mi mamá, dejándome a cargo de mi hermana menor, Zoe, de 12 años.
Mamá era todo para mí: mi apoyo, mi mejor amiga. Su partida debido a un cáncer avanzado dejó un vacío inmenso que aún no logro superar, pero acá estoy, haciendo lo mejor que puedo.
Actualmente estoy en el último año de mi licenciatura en ciencias económicas y es uno de los motivos por el cual necesito encontrar un trabajo mejor remunerado, ya que tengo la responsabilidad de cuidar a mi hermana, costear mis estudios, la renta y los impuestos de la casa y el sueldo precario que me pagan en la cafetería no es suficiente para cubrir todas estas responsabilidades.
Después de dejar el desayuno preparado para Zoe, me dispongo a enfrentar otro día en el trabajo. Mi jornada laboral va de 8am a 13pm, dejando a Zoe sola en casa durante ese tiempo. Aunque está de vacaciones, debe quedarse encerrada hasta que yo vuelva.
Cada mañana, camino al trabajo voy recorriendo prácticamente toda la ciudad viendo si algún lugar publica alguna oferta de trabajo para mejorar mi oportunidades laboral, pero hasta ahora no he tenido suerte.
Un día cualquiera, mientras trabajo en la cafetería, veo llegar al grupo de jóvenes abogados que son clientes habituales. Sin embargo, noto que los acompañaba un hombre nuevo: rubio, de estatura debe tener no más de 1.75, esta vestido con un pantalon de vestir negro y una camisa celeste y lleva anteojos de sol.
Mientras los demás ingresan al local, él se queda afuera para terminar de fumar su cigarrillo.
—Emi —Me llama mi compañera, Laura.
—¿Si? —Pregunto.
—¿Los atendes vos o preferís que vaya? —Pregunta ella.
—Lau, me harías un gran favor si los atendes vos. Por favor. —Digo. Ella me palme la espalda y asiente con la cabeza.
La razón, es que hoy -como todos los días- no tengo ánimos de nada, menos de atenderlos a ellos que siempre que los atiendo yo, tienen algún piropo o comentario que hacerme. Realmente no tengo ganas de lidiar con ninguno de ellos.
Veo que mientras Laura los atiende, el rubio ingresa y se sienta junto a los otros.
Al rato, Laura se da la vuelta y vuelve hacia donde me encuentro, por la cara que trae, ellos ya le pusieron de mal humor.
—¿Qué pasó? — Pregunto.
—Me hicieron sus pedidos, quieren lo mismo de siempre.
—¿Y porque esa cara?— Vuelvo a preguntar.
—Quieren que vos se los lleve. —Dice mientras me mira con preocupación.
Ruego los ojos y suspiro. Y bueno, no queda otra. —Ah! y hay uno nuevo, el rubio —Me hace una seña para que lo vea. Lo miro y asiento. —Esta buenísimo.— Me guiña un ojo.Laura es como esas amistades que siempre están presentes, por lo menos con una llamada, un mensaje. Todos los días pregunta como estoy. Ella me sale con cada cosa que me hace mantener ocupada mi cabeza durante las horas que estoy acá.
Cuando están los pedidos, agarro la bandeja y me encamino hacia donde se encuentran ellos hablando. Cuando notan mi presencia, se callan.
—Buenos días. — Saludo.
—Ahora que nos atendes vos, si son buenos días. — Responde uno de ellos.
No le hago caso y me dispongo a servir su pedido a cada uno. Cuando termino me vuelvo a mi lugar.
Decido esta vez sacarme el delantal y atender la caja.Casi una hora después, veo al rubio levantarse y venir hacia el mostrador donde estoy yo.
—Me darías la cuenta por favor. — Habla. Tiene una voz ronca, hermosa que te hace querer fantasear con él.
—Enseguida. —Respondo intentando sonar lo más normal posible para que no se de cuenta que su voz me hizo flaquear. Él sonríe mientras asiente.
—No haga caso a los comentarios o chistes que ellos le hagan. —Dice.
—¿Como?
—Por su cara de frustración, supongo que ellos —Los mira. —Siempre tienen algún comentario para usted. — Solamente me limito a sonreír. ¿Que debo de responder?
—Acá tiene. —Le paso la cuenta. Él mira el ticket y luego se dispone a sacar efectivo de su billetera. Me tiende la plata y la tomo.
—El vuelto es para usted. — Dice. —Y por si le sirve, esto también. —Lo veo que saca un papel de su bolsillo del pantalón y me lo pasa. Cuando lo agarro, da la vuelta y se va.
¿Que fue eso? Espero a que abandonen el lugar y saco de mi bolsillo el papel que me entrego.
—Lo vi, lo vi. El guapo te entrego algo. —Llega Laura a mi lado, emocionada por ver lo que el desconocido me dio. Yo río.
Abro el papel y decía: "santicaputo mi ig, seguime"
—Amiga, flechaste al abogado. —Dice Laura casi gritando de la emoción. Río y le hago señas para que se callara porque las demás personas del local nos están viendo.
Muchas preguntas cruzan por mi cabeza. ¿Para que querría que lo siga? ¿Debería de hacerlo?
________Después del trabajo, llegué a casa y como Zoe ya limpio y preparo un almuerzo algo simple, me bañe y después me tiré en el sillón con la tele prendida de fondo, saqué mi celular y decidí buscar al desconocido aparentemente llamado Santiago.
Le envié la solicitud de seguimiento y a los minutos lo acepto y también solicito seguirme. Obviamente lo acepte.
Me entretuve mirando las pocas fotos que tenia. Es hermoso y me da mucha intriga saber para que quiso que lo siguiera.
Se me revuelve el estómago cuando me llega un mensaje de él:"Te tardaste mucho."
"A que te referís?" —Le pregunto.
"Me gusta la exclusividad" —Responde. ¿QUE?
Un escalofríos recorre todo mi cuerpo. ¿A que se refiere con exclusividad? Me encuentro indecisa sobre cómo responder a su mensaje y mi mente se llena de dudas. Finalmente respondo:
"Exclusividad respecto a que?"
"Todo."
"Todo? Creo que vas muy rápido"
"Voy a 200 siempre. Me gusta todo ya" — Responde.
Ok ahora mismo soy más dudas que respuestas.
________Primer capítulo. Disculpen los errores ortográficos.
ESTÁS LEYENDO
Dulce tentación
Teen FictionEmilia, tras la pérdida de su madre, se enfrenta a dificultades económicas mientras cuida de su hermana menor. sin darse cuenta se ve envuelta en una encrucijada de sentimientos, una tentación que sobrepasa los límites.