Capítulo 12

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Al llegar junto a Martín, este me mira de abajo hacia arriba.

—¿Estas bien?—Pregunta preocupado.

—Si, solo estaba algo lleno el baño.—Miento, él pasa su brazo por mis hombros y me atrae hacia su cuerpo depositando un beso en mi cabeza. De reojo observo a Santiago, quien nos mira serio, puedo notar que Daniela ya no está a su lado.

Seguimos hablando y conversando con algunas personas, bailamos juntos algunas pistas y después nos volvemos a sentar en nuestros respectivos lugares. Siento mi celular sonar, lo saco y veo un mensaje del quien menos quiero recibir ahora.

"Tenes cinco minutos para salir al patio o voy y le cuento todo a tu noviecito"
"Recorda que tengo algo tuyo" —Leo una y otra vez los mensajes. El enojo que siento es inexplicable, se que su amenaza no es envano y no se como podría reaccionar Martín y tampoco quiero averiguarlo, así que por por respeto a él, debo ir.

—¿Quien era? ¿Pasó algo?—Pregunta Martín.

—No, nadie. —Miento.—Me duele un poco la cabeza, creo que tengo que irme. —Vuelvo a mentir, él me mira preocupado.

—Te llevo, después vuelvo, no hay problema. —Dice mientras hace el amague de ponerse de pie, pero lo detengo.

—Disfruta tu noche. Yo tomo un uber.

—¿Segura?. —Asiento con la cabeza. —Bueno, avísame cuando llegas. —Accede. Me acerco para saludarlo con besos en su rostro, pero él corre la cara y el beso impacta en sus labios. Después de esto, salgo del lugar directo al patio, como dijo Santiago.

Mientras camino pienso, ¿quién se creía Santiago para amenazarme?, si vamos al caso también tengo muchas cosas para contarle a Daniela sobre su "ejemplar" marido.

Los fotógrafos ya no están y a lo lejos veo a Santiago recostado por el capot de su auto mientras fuma un cigarrillo, al verme, mete la mano en el bolsillo de su pantalón y saca mi tanga.

—¿Que pretendes?—Pregunto seria y enojada al llega a su lado, me cruzo de brazos y lo observo.

—No quiero que él te toque—Responde usando el mismo tono de voz que yo.

—Es mi novio, te recuerdo. —Miento.—Vos también estabas con tu esposa y me aguanto las cosas.

—No es lo mismo. Y no me recuerdes que acabe de enterarme que ese hijo de puta es tu novio— hace comillas con los dedos al decir 'novios' mientras se acerca más a mí— Y que lo vi recién dándote un beso.

—Eso hacen los novios, ¿no? Se dan besos y hacen otras cosas.

–¡La mierda, Emilia!—Exclamó exasperado a poco pasos de mí. —Subí al auto. —Ordena. Me niego y sigo en mi lugar. Se acerca aún exasperado, me agarra de la cintura y me obliga a caminar.

—¿Que haces Santiago?

—Subí—Vuelve a ordenar mientras abre la puerta del auto para que yo suba. Lo hago, suficiente tengo en esta noche, además que necesito salir de acá antes que Martín me vea.
Él se sube en el asiento del conductor y empieza a conducir con concentración, avanzaba a gran velocidad por la calle, después de unos minutos toma el atajo que va hacia la ruta, adentrándonos en lo que parecía ser todo campo y monte.

Mire de reojo y Santiago giro la cabeza para encontrarse con mi mirada. Dios, se veía tan sexy y mi corazón dio un vuelco ante su presencia. Sus ojos brillaban con intensidad en la penumbra de la noche, si previo aviso coloco su mano sobre mi muslo y una sonrisa se asomo por la comisura de sus labios. Nos adentramos a una especie de bosque y detiene el auto. Observo el lugar, hermoso, a lo lejos se ve un lago que refleja con la luz de la luna.

Dulce tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora