Tras una larga noche de sexo desenfrenado, me levante a las una de la tarde y mientras Santiago dormía, decidí pedir algo de comida china y mientras esperaba me senté en el sofá a ver la tv, escuché ruidos en el piso de arriba así que fui a ver, ya despertó y se está bañando.
En ocasiones no sabía cómo actuar delante de él, me seguía pareciendo inalcanzable y por momentos pensaba que lo llegaba a aburrir en un ámbito que no fuera la cama.
No paso mucho y salió a la habitación vistiendo solo un pantalón, me vio y sonrió de lado viniendo a besar mis labios. Se sentó en la cama a mi lado en silencio. Me quede unos segundos observando su perfil, admirándolo y deseando pasar mis manos por él, en simples caricias que no se convirtieran en más que mimos, en momentos íntimos que no involucren precisamente coger.
—Sos hermoso— solté causando una sonrisa en sus labios y que girase a mirarme con arrogancia.
—Ya se, me lo dicen muy seguido.— ambos reímos y él se encoje de hombros. —Solo basta con mirarme en el espejo para saber que lo soy, a diario enamoro a muchas mujeres, incluida a vos.
—¿Tan seguro estas de eso? —alcé una ceja.
—Si, solo mírate como babeas por mí.
Abrí mi boca para llevarle la contraria pero el timbre sonó, me levante de inmediato y baje las escaleras para abrir, me encontré con el chico que traía la comida, reparo mi aspecto sin disimulo alguno.
Santiago llega a mí lado, con una mano rodeó mi cintura pegándole al chico y cerrando la puerta en su cara, lo miré extrañada sin entender que pasaba, pero él sólo me ignoro y camino hasta la cocina dejando sobre la mesa el pedido.
—¿Que fue eso?
Me miró de reojo.—Nada.
No pude responder porque nuevamente el timbre sonó.
—Mierda! ¿Y ahora que quiere?— Dice poniéndose de píe yendo a enfrentar al chico del reparto.
—¿Que paso...— su pregunta queda en la nada cuando ve que detrás de la puerta no se encuentra el chico anterior, sino nada más y nada menos que Daniela, su mujer.
—¡Sos una maldita puta!— Exclamó Daniela queriendo venirse encima, pero fui más rápida y no se lo permití, tome mi postura defensiva, no iba a permitir que me tocara.
—Sabía que algo ocurría entre ustedes, desde que te conocí supe que querías enterrarle las garras a mi marido pero no no lo voy a permitir— parecía fuera de sí y las ganas de matarme se le veían en sus ojos.— Te voy a enseñar a respetar a los hombres ajenos, perra descarada.
Se me tiro encima enterrandome las uñas y agarrando mi cabello, soltando a gritos insultos que seguramente me merecía, quería apartarla de mí, mi orgullo no aceptaba que estuviera en esta situación por un hombre.
—¡Soltala!— Escuché el grito enojado de Santiago mientras intentaba separarnos, o más bien sacármela de encima. Estaba enloquecida, agarro mi ropa queriendo romperla.
Cuando al fin logró apartarla de mí, Santiago me colocó a sus espaldas mientras enfrentaba a su mujer.
—Andate ya mismo de acá, esto es propiedad privada y no podes pasar y venir a montar uno de tus shows—Empezó a decirle mientras la mujer empezaba a sollozar— Andate a llorar a otra parte que yo no estoy para soportar tus mierdas.
—¿Es así como tratas a tu esposa? ¡Proteges a esta maldita puta como si fuera alguien importante para vos!—¡Lo es!— Exclamó tomándome de sorpresa, mi rostro estaba enrojecido de la vergüenza y la ira por esa mujer al sentir mi cara arder de los golpes.
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Dulce tentación
Teen FictionEmilia, tras la pérdida de su madre, se enfrenta a dificultades económicas mientras cuida de su hermana menor. sin darse cuenta se ve envuelta en una encrucijada de sentimientos, una tentación que sobrepasa los límites.