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Me sentía muy mal ese día. Había peleado recientemente con mi madre. Estaba en mi cama, arropado con una manta mientras abrazaba un peluche de tiburón. Ese muñeco era mi único apoyo emocional cuando me encontraba solo. De repente esuché mi teléfono vibrar. Me estaba llamando mi hermano.

Respondí y hablé tras la línea telefónica.

―¿Qué?―Pregunté. Por mi tono se notaba que no había tenido el mejor día.

―Tú sabes por qué te llamo. ¿Qué ha pasado con Ali y tú?―Ali era una acortación del nombre de mi madre que él usaba de manera casual, ya que no la llamaba "mamá" como tal.

―No te interesa saberlo―Le respondí, y estaba a punto de colgar, cuando me dijo algo más.

―Sí me interesa. Cuando yo me peleé con mi padre estuviste tocándome las narices hasta que te dije qué pasó. Es mi turno de insistir―En ese aspecto tenía razón. Suspiré, y sentí mis ojos poniéndose llorosos.

―Me ha sacado el tema de mi transición para hacerme daño. Otra vez.

Escuché como Victor suspiraba y se quedó en silencio por unos minutos.

―Lo siento―Me dijo. Esta clase de momentos me demostraban que genuinamente no importaban tanto las peleas que teníamos.

―Da igual―Le respondí.

―Mira... No puedo ir a casa ahora mismo. Mi novia tampoco está en su mejor momento... ¿Quieres que le diga algo a Axel?

Yo me callé por un momento. Accedí, dejando mi orgullo de un lado.

―Sí...―Susurré. 

―Vale. Le diré que vaya a verte. Lo siento por no poder estar ahí, de verdad.

―Da igual. No soy tu responsabilidad, después de todo―Dije, y cerré los ojos por un momento, intentando reprimir que mi voz temblase.

―Ya, pero eres mi hermano. Y me importas―Me respondió. Eso me hizo querer llorar aún más.

―Ya―Dije otra vez. Estuvimos callados, hasta que lo escuché suspirar otra vez.

―Le escibiré a Axel. Te quiero, cabeza hueca―Me dijo. Yo me reí un poco.

―Y yo a ti, imbécil.

Después de eso colgó. Yo miré hacia el techo, y unos minutos después me llegó un mensaje de Axel.

"Voy en camino, mi niño, no hagas nada hasta que yo llegue. ❤"

Yo sonreí. Me sentía mal por preocuparle constantemente. Pero al menos él se lo tomaba bien. Me tumbé en la cama hasta que escuché el timbre sonar. Me levanté y fui directo a abrir la puerta. 

Él subió rápidamente y cuando me vio apoyado en la puerta se acercó y me miró con sus ojos que tanta confianza me inspiraban. 

―¿Puedo abrazarte?―Me preguntó, a lo que yo asentí.

Él cerró la puerta del apartamento detrás suyo y se acercó a mí, estrechándome entre sus brazos. Me acarició la espalda, y yo no pude evitar el ponerme a llorar.

―Está bien. Llorar está bien―Me dijo suavemente al oído. Yo rodeé su cuerpo con mis brazos y apoyé mi mejilla en su pecho, escuchando su corazón latir. Eso me ayudaba a tranquilizarme.

―¿No te cansas de escuchar mis problemas..?―Le pregunté, sintiendo mis mejillas mojarse de lágrimas.

―No.

No dijo nada más. Movió la mano que acariciaba mi espalda hacia mi pelo y comenzó a acariciarlo de una manera tranquilizante. Después besó mi cabeza. Yo tampoco hablé. Solo disfruté del momento. 

Su olor, su abrazo tan cariñoso, la manera en la que me cuidaba como si fuese lo más valioso sobre la tierra. Me hacía sentir abrumado en el buen sentido. Me estaba enamorando de ese chico que no me había defraudado jamás. 

Era la persona que más cariño me había demostrado jamás.

―Gracias por todo... Yo no entiendo qué he hecho para merecerte. Ni siquiera soy tan especial, podrías haber encontrado a alguien mejor, no lo entiendo...―Comencé a hablar, a lo que él solo me abrazó con más fuerza.

―Cállate―Me dijo. Honestamente no me esperaba el tono que usó. ¿Lo había enfadado?―Como te sigas menospreciando así me enfadaré contigo. 

Yo miré hacia arriba, mientras hicimos contacto visual. Yo me sonrojé suavemente. Él movió una de sus manos y me acarició la mejilla con sus dedos. Yo me acurruqué en busca del tacto, cerrando mis ojos. 

―Eres perfecto. Y nada de lo que tú consideras un error lo considero yo uno―Me dijo con una voz tierna. 

―¿Por qué sigues insistiendo? Me estás mintiendo, y me duele―Dije yo, a lo que él se rió.

―Yo no sé mentir.

Yo bufé. Sonreí a lo que él sonrió de vuelta. 

―Descansa hoy, ¿vale? No sé todos los detalles de lo que ha pasado, y si no estás preparado para contármelo lo respetaré―Habló Axel. Yo me sequé las lágrimas, separándome de él. 

―Sé que no lo digo lo suficiente, pero aprecio lo que haces por mí, Axel. Gracias.

La sonrisa de Axel aumentó ligeramente, y me revolvió el pelo. Genial, ya lo había arruinado. Yo me alejé, pegándole en el dorso de la mano levemente.

―¡Para, que no me gusta!―Rechisté, y suspiré. Él se rio, y yo no pude evitar sonreír.

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