Capítulo treinta.

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"Capítulo penúltimo"

Terminé de sacar los libros de Filosofía y di media vuelta, luego de cerrar el casillero. Repasé la materia para el último examen final. ¡Finalmente saldríamos de clases! Creo que últimamente lo repetía mucho, pero era lo único que quería. Enserio. Para comenzar mi vida como una adulta junto a Sebastián.

Miranda venía entrando con los carteles en una caja, hablaban sobre el baile de graduación. Sería este sábado. El tema era "Noche estrellada". Miranda era la presidenta por lo cual se encargaba de organizar todo ello junto a otros chicos de la directiva de la secundaria. Eran un equipo, y bueno, todos eran populares. La organización estaba casi lista, sólo faltaban algunos retoques y el baile de graduación estaría perfecto para el sábado.

El partido de hoy sería a las seis de la tarde, finalizando a las siete y media o más tarde. La mayoría de la secundaría iría a apoyar al equipo. Yo también iría obviamente, por Sebastián, nunca antes había ido y no sabía cómo era. Pero sería el último partido del año, y qué mejor sí lo ganaban.

Cambiando de tema, la mayoría de las parejas ya habían invitado a sus citas al baile. Las ideas que se les ocurrían eran muy bellas. Incluso Marcella me contó que el chico que le gusta la invitó, dejándole un papel a las afueras de su puerta principal que decía '¿Baile de graduación? Llévame tu respuesta mañana' y había una piedra muy grande que decía 'no' y otra que decía 'sí' pero esa era pequeña. Me dio mucha ternura, en verdad. Y me preguntaba sí Sebastián me invitaría al baile, suponía que... bueno, era obvio que sí. Sólo que aún esperaba su invitación...

El timbre resonó en los pasillos y rápidamente los alumnos ingresaron a sus salas -incluyéndome- y algunos se quedaron afuera, conversando.

Horas después, la campana que indicaba la salida de clases, sonó. Los alumnos salieron como animales salvajes y preferí esperar para salir de las últimas... lo usual. Una vez fuera, busqué con la mirada a Sebastián y no lo encontré por inguna parte. Me pareció extraño pero no sacaba nada con estar preocupada, prefería irme a casa y llamarlo desde ahí. Caminé por las cuadras mirando el paisaje, la gente, los niños pequeños, las casas, los autos, en fin, era lo típico, el paisaje que veía siempre. Nada nuevo.

Llegué a mi casa y rebusqué la llave para abrir. Luego de eso entré, encontrándome con mi madre almorzando con el teléfono en mano. Busqué una manzana para comer por mientras y me senté en la mesa... necesitaba hablar acerca de la mudanza con ella, era mi madre sobre todo.

-Ma, necesito hablar contigo. -susurré, llamando su atención. Dejó el teléfono en la mesa, mirándome y arqueando una ceja. Inclinando su cabeza. -Me voy. A Bogotá.

-¿Por qué no me habías dicho nada? -preguntó haciendo una mueca.

-¿Debería? -hice una pausa, mirando hacia la nada. -Mamá, no puedes decirme eso después de todo el sufrimiento, el abuso, el dolor. ¿Desde cuándo te importa lo que haga? ¿Huh?

-_________, siempre me haz importado, hija mía.

-Oh, dios, bueno... -junté las manos encima de la mesa- ya es muy tarde. Me voy y no volveré a menos que sea para ver el bebé de Charlie.

-¿Con quién te irás? ¿Y cómo pagarás la universidad? No seas ilusa, _______, no podrás tú sola.

-¿Quién dice que no? Yo sé que podré, he podido mantener mis estudios por mí -resalté la palabra- ¿Acaso tú te haz preocupado de algo? ¡Lo único que haces es preocuparte de ti misma!

-¡No me levantes la voz!

-Ugh, todo lo conviertes en pelea. Sólo te avisaba, pero no debí haberlo hecho. Adiós. -silencié y corrí escaleras arriba, necesitaba una ducha relajante.

"Depression"||All over again||S.V y tu. 2° temporada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora