Every Breath You Take | Yandere Manjiro Sano

Every single day

No dejo de pensar en lo vivido con Mikey ni en él, él es lindo, tiene una sonrisa única. Sí él no hubiera reaccionado así, habría dudado de las palabras de Keisuke.

—Aniki, lo siento —lamento mirando al techo de mi cuarto.

Me acobijo más en las mantas intentando conciliar el sueño. La imagen de Mikey esta en mi memoria, como si él estuviera a mi lado ahora mismo. Fue dulce conmigo, pero Keisuke me advirtió de él.

Aún no olvido el 30 de octubre, discutí con él, porque lo habían ido a buscar miembros de Valhalla, se supone que él pertenece a Toman. Pero al final se fueron.

Discutí con Keisuke ese día por haber golpeado a Chifuyu y algo me decía que esto no iba a ir bien.

Esa noche, él entró a mi cuarto con un trozo de pizza. Yo estaba triste por la discusión, él noto mi expresión y de inmediato cambió, me dijo "lo siento, hermanita", él me prometió no gritarme y yo le prometí no meterme en sus problemas, se selló con un trato, que él regresará al día siguiente a casa.

No lo hizo. Y él nunca miente. Pero su amistad con Kazutora es muy fuerte, tal vez, solo tal vez, por eso él eligió morir por él a cumplir la promesa que me hizo.

Reparto un medio kilo de pasta alrededor de la olla, prepararé espagueti a la boloñesa, quiero almorzar con mamá, no convivimos mucho desde que Kei-ni murió, ella es todo lo que me queda, y tengo miedo de perderla también.

Cuando mis padres se divorciaron, papá se quedó con mi custodia, por ende nos mudamos casi al otro lado de Tokio, mi papá necesitaba un apartamento cerca de su trabajo, pero era uno donde no habían muchos niños con los que podía jugar, ingrese a la escuela local, pero me sentía excluida en el salón, sin exagerar todos eran amigos de todos, me sentía un bicho raro, pero luego por error un chico se metía conmigo, nunca hable con él pero siempre me molestaba, yo solo decía disculpas hasta que terminó golpeándome. Cada fin de semana iba con Keisuke, pues él me enseño a defenderme. Me defendí de ellos, a uno llegue a romperle la nariz, al grado que nadie se volvió a meter conmigo, pero conllevo a que nadie quisiera hablarme, las niñas me decían que era "una salvaje", los niños les parecía una niña desagradable. Por lo menos, nadie volvería a molestarme. Pudo ser peor, me pudieron expulsar y habría sido un gran problema para papá.

En casa también me sentía sola, mi papá regresaba solo de trabajar, nunca interactuaba o jugaba conmigo. Por lo general la comida era horrible, llegue a un punto que me aburrí de comer fideos instantáneos, con un poco de mis ahorros me compraba algo para comer pero me quedaba muy rápido sin dinero, alcanzando solo para esos fideos instantáneos, hubieron días que no tenía que comer, hasta que una vecina mía, una anciana de carita arrugada, cuyo esposo siempre está limpiando los alrededores, ella me invitaba a su casa para comer, inocente le pedí que me enseñará a cocinar y eso hizo, juntas cocinamos bollos chinos, a veces me preguntaba qué íbamos a cocinar hoy, como chiste fue que me preguntó sí quería fideos para comer, pero le dije no —en aquel momento estaba aburrida—, y nos reímos. Almorzaba con ellos y desayunaba,

Llegué a considerar a esa ancianita —la señora Kiyo— como una abuela para mí. Era todo hermoso hasta que regresando a mi casa con una bandeja, dos platos de ramen, y no encontré a papá, lo llamé muchas veces pero no respondía, creí que se quedó dormido, hasta que fui a su cuarto para pedirle que venga a cenar conmigo, preparé ese ramen para ambos con mucho cariño, lo que vi en su cuarto a oscuras me dejó helada, pero al cabo de un rato, salí corriendo de allí, mi padre era un adicto al trabajo, lo consumió tanto en vida que cuando lo veía parecía un zombi, sin más por vivir, él terminó colgándose. Fui con mis vecinos, con la abuela Kiyo y su esposo ellos de inmediato llamaron a la policía, y al cabo de unas horas, vino un abogado que llamó a mi madre, y ella volvió a tener mi custodia, y regresé con mi hermano y mi madre.