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Caminaba inseguro por los senderos, pendiente de a donde se dirigía, el día estaba un poco nublado y las brisas traían consigo un frío que causaba escalofríos

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Caminaba inseguro por los senderos, pendiente de a donde se dirigía, el día estaba un poco nublado y las brisas traían consigo un frío que causaba escalofríos. Había quedado de verse con el chico pecoso del otro día afuera de una universidad, en la cual ya había asimilado que estudiaba. Después de conseguir su número con Minho, habló brevemente para saber a donde le podía llevar sus materiales de trabajo, y no tardó en decirle una dirección para entregar al día siguiente.

Obtener su número no fue fácil, mucho menos si Minho era quien se lo iba a proporcionar, pues en un inicio llegó a interpretar erróneamente la situación, y mientras más le explicaba, más le hacía enojar con sus comentarios sin coherencia.

—Minho, necesito el número de el tal Felix, ese que trajo las pinturitas—Una vez que lavó todos los materiales que ensució, decidió correr a encontrar la manera de devolver las pinturas para que ya no le torturara más la mente por perder algún frasco y que tenga que pagarlo. Pero no le salió tan bien como pensaba, vamos, estaba hablando de su amigo, claro que no iba a salir bien.

—¿Qué?, ¿te gustó tanto?—Se burló un poco, pero aún así comenzó a buscar el número entre sus contactos. Amaba molestarlo, saber que tiene control en la situación y fácilmente puede sacar de quicio a Hyunjin.

—¿Me gustó?, ¿de qué hablas?, solo quiero entregarle sus pinturas que me dejó, y de paso regañarlo por confiárselas a un extraño. Dios, la juventud de ahora confía tan ciegamente en las personas…—Ese chico tenía de verdad un serio problema, porque a de más de parlanchín, se tomó el descaro de dejar sus pertenecías sin saber con certeza si las tendría de vuelta después. Que de gracias a que él era un buen chico con ética y modales.

—Hyunjin, Felix tiene casi la misma edad que tu. Además, ¿cómo sabes que es menor?, ¡ya sé! Es porque te gusta—Dios lo perdoné de sus pecados, y más si el homicidio se pagaba de forma trágica. Mataría a su amigo ahí mismo.

—Ya te lo dije, no me gusta, pero es tan escandaloso que me contó toda su vida mientras yo trataba de pintar. Si pudiera, no lo volvería a ver…

Pero ahí estaba, mirado el último mensaje que tuvo con el chico donde le decía exactamente en que lugar esperar. Odiaba estar fuera de su casa, y más ahora que tenía que disfrutar sus vacaciones, ya que estas se acabarían la próxima semana. No tenía porque estar detrás de un chico al cual no conoce casi nada.

—¡Hyunjin!—Escuchó a una voz gritarle de lejos. Ahí estaba, vestido con un horrendo overol de mezclilla y una coleta sujetando su cabello largo. No se pondría a criticarlo, pero había complementos que le podrían quedar mejor, y que lo crea, porque se lo dice alguien que estudia diseño de modas—Es bueno verte nuevamente.

—Claro… ten, aquí están los materiales que dejaste—Extendió sus manos, dándole una bolsa de tela donde el día anterior había metido todo.

—Muchas gracias. ¿Qué te parece si te invito a comer en el restaurante que está aquí cercas y acaban de abrir? Iba a ir yo solo y consumir un poco, ya que el encargado es mi amigo, pero si me acompañas tú, me serviría para consumir más y ayudarlo—Sonrió, esperando alguna respuesta, pero como todas las veces anteriores, solo recibió una cara inexpresiva—Descuida, pago yo, y ni siquiera tienes que hablar conmigo. Solo tómalo como agradecimiento y así ayudo también a mi amigo.

Un nuevo lindo pensamiento [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora