LUZ

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Todo marchaba de maravilla. Desde que Freen у Becky habían establecido una relación formal, las cosas avanzaron de muy buena manera.

Becky no tenía ninguna duda en abrazar a la tailandesa cuando quería, de acurrucarse a su lado o de impregnarse de su olor sin culpar a Milk Tea.

Si había una palabra que describía su sentir, era perfecto.

Eso, hasta que su pequeña y hermosa creación decidió que ya era hora de salir a conocer el mundo exterior, y por qué no, a sus madres.

Becky recuerda dolor, mucho dolor, recuerda tener pelos en las manos después de zangolotear a alguien quien tuvo la muy mala suerte de preguntarle como se sentía, recuerda maldecir a cierta pelinegra, también recuerda de manera muy confusa sus gritos, y un recuerdo casi borroso sería el llanto de su bebé.

Agudo, fuerte, infantil. Sonrio entre sueños.

◼️◼️◼️

No tenía fuerza para absolutamente nada.
Quería dormir tres días seguidos de ser posible, pero la imagen que tenía enfrente era algo que no se podía perder.

Freen mecia con ternura y delicadeza al pequeño bulto entre sus brazos, quien comido y cansado, dormitaba sin preocupación alguna.

Rebecca sentía ganas de llorar.

—Es perfecto, Becky. —Freen no dejaba de ver a su cachorro, encantanda por el aroma mezclado de la Omega y él—. Es hermoso.

Becky sonrio con los ojos a medio cerrar.
Estaba agotada.

—¿Cómo le pondremos? —Escucho preguntar a la tailandesa.

—Pensé que te había dado mi palabra... —La castaña sentía sus ojos muy pesados—, Su nombre es Song.

Si hubiera aguantado unos segundos más sería testigo del rostro conmocionado de Freen.

◼️◼️◼️

Su pequeño Milk Tea ahora era un bolita de masa con piernas y manos.

Becky acarició su cabellera Negra. Era de un color más claro que el de Freen, pero estaba segura que con los días su cabello agarraría un tono parecido al de la Alfa. Hizo un puchero al ver que su pequeño aún no abría los ojos.
Quería ver el color de estos.

—¿Sucede algo? —Freen, que guardaba todo en la mochila, la miró curiosa.

—Aún no abre sus ojos. — Respondió la Omega
-. Supongo que no veré el color de sus ojos hasta que esté pequeño quiera.

Sarocha rio ella también quería ver el color de los ojos de su hijo.

Con paciencia, dejó que Becky le diera al bebé y que la misma inglesa se recargara en ella. Seguía cansad- y sin ganas de hacer nada.

Tener un bebé no era una labor sencilla.

—Quiero ducharme. —Dijo la castaña mientras caminaban a su paso.

—Claro, amor. —Freen beso su cabeza en una maniobra extraña —. Llegando prepararé el baño.

Becky suspiro. Era bueno ser consentida por su Alfa.

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