Capítulo 4

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Mirar televisión parece ser lo único bueno que hay estos días. Especialmente esta noche, donde me he quedado completamente sola.

Wells, al ser tan popular en la escuela, no tiene más que fiestas y partidos. Y mi abuela ha tenido que ir a ver a una vieja amiga que acaba de llegar a la ciudad. Ella se resistía a la idea de tener que irse, no quería dejarme sola, incluso me dijo que cancelaría su visita por mí. Pero no me sentí capaz de estropear sus planes.

Aunque cada parte de mi ser imploraba por pedirle que se quedara, me obligué a mantener la boca cerrada y poner una sonrisa en mi cara para que no se preocupara.

Así que... ahora estoy sola, en la sala, tratando de animarme pensado que es una noche solo para mí. Que quizá sea la única oportunidad que tengo para poder ver lo que me gusta en la tv, que puedo elegir sin tener que discutir con mi hermano.

Intento ver el lado bueno, a pesar de que la soledad es algo que detesto con toda el alma. Algo que siempre he odiado, especialmente después de la muerte de mis padres.

Y, aunque trato de buscar lo positivo de esto, y hacerlo una experiencia agradable, no puedo evitar sentir que los ojos se me humedecen un poco.

Me cubro más con la manta, y cambio de canal. Busco algo interesante, algo que pueda hacerme olvidar el vacío que se siente en la casa. Y, de repente, casi de la nada, escucho el sonido de la manija.

Volteo confundida. Quizá Wells ha olvidado algo, o simplemente ha decidido volver antes a casa...

Mis labios comienzan a formular su nombre, pero me callo casi de inmediato. Porque no es mi hermano quien entra por la puerta.

Mi corazón se detiene un instante, para después comenzar a latirme como loco contra el pecho.

Él no me mira, pero entra como si nada, como si se tratase de su propia casa.

Trago, y me acomodo en el sofá casi al instante. En un acto de reflejo, trato de ordenarme el cabello, pero me detengo casi al instante por lo patético que resulta el gesto.

Veo que voltea, al mismo tiempo que cierra la puerta. Nuestros ojos se encuentran, aparto la mirada.

—Wells no está —trago, las manos comienzan a sudarme. Busco mirar a cualquier otro lado que no sea su cara—. Creí que estarías con él.

Deja su mochila en el sofá individual de junto. Apenas y me mira mientras se sienta.

—¿Crees que vuelva pronto? —pregunta, mientras escribe algo en su celular.

Lo miro, confundida, intentando entender. Es claro que él sabe de la fiesta de esta noche; Wells nunca va a ningún lado sin consultárselo. Mucho menos cuando se trata de una fiesta.

Mentiría si dijera que no me intriga todo él. A veces parece ser un completo misterio, un chico que siempre está a la defensiva. Que, como por instinto, siempre está buscando cómo protegerse de las personas. Es como si construyera una coraza, con una personalidad relajada, con la que aparenta que no le importa nada. Pero, cuando está aquí, es cuando puede relajarse un poco, y soltar su escudo.

Intento no darle demasiadas vueltas al asunto. Quizá sólo ha venido buscando un lugar tranquilo, donde pueda tener algo de paz, lejos de las discusiones que hay en su casa.

—No —respondo aturdida, y por instinto me cubro más con el suéter de lana—. Creí que irías con él. Ya sabes... A la fiesta de los chicos de último año.

Niega con la cabeza, bloquea la pantalla del celular.

—No sé, creí que sería mejor idea pasar la noche viendo películas que estar en un lugar lleno de gente. Sé que la abuela Maggie está fuera... No podrá regañarme por comer en el sofá. Además, la música en las fiestas siempre es mala.

¿Y si el tiempo no lo cura todo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora