¿Y si el tiempo no lo cura todo?

Capítulo 34

—¿Qué?

Veo que sonríe un poco.

—Siempre hablaste de lo que significaría para ti poder viajar y ver en vivo todas estas piezas de arte que tanto te han fascinado. Podrás ir a Londres, Roma, Ámsterdam y Paris. Es tu regalo de graduación.

Me niego a creer que esté hablando enserio. No parece posible. Y tampoco entiendo cómo ha surgido. Entiendo que me quiere, pero darme algo como esto es demasiado. Sería excesivo de mi parte aceptar después de todo lo que ha hecho por mí y con lo mucho que me ha apoyado.

Sacudo la cabeza.

—No, Wells —frunce el ceño. Claramente no es la reacción que esperaba—. No puedo aceptarlo. Es muchísimo dinero. Ya me has dado tanto que sería muy desconsiderado de mi parte aceptarlo.

—Pues ya ha sido todo pagado —dice tranquilo—. Así que ya está en tus manos si dejas que ese dinero se pierda o darle un buen uso.

Bajo la mirada hacia el sobre que tengo en las manos, sin poder asimilarlo todavía.

Esto es una locura. Es cierto que esto era como un sueño lejano que siempre estuvo presente. Pero la idea de tener que lanzarme a Europa completamente sola...

Mis ojos se encuentran con los de él, y de alguna manera parece adivinarme el pensamiento. Se acerca un poco y me toma las manos.

—Sé que quizás esto pueda dar miedo —comienza, asiento con la cabeza—. Pero las grandes experiencias deben sentirse así, ¿no crees? —noto el atisbo de tristeza que aparece en su mirada, una tristeza en específico con la cual logro identificarme a la perfección. Una tristeza que hemos compartido durante todos estos años—. Después de haber perdido a mamá y a papá... y tiempo después a nuestra abuela... me di cuenta de que de nada vale tener solo intenciones de hacer algo algún día. No sabemos qué tan seguro es nuestro futuro, o si tendremos uno algún día. De nada valen las intenciones, si no se convierten en hechos. Y no quiero que tus sueños se queden solo en eso, de verdad quiero que tengas la oportunidad de vivirlos y que se hagan realidad.

Me paso las manos por la cara, intentando ahuyentar las lágrimas.

—No sé cómo podré pagarte todo esto Wells. Todo lo que has hecho por mí... de verdad no sé qué haría sin ti en mi vida. Eres lo único que de verdad me queda, y no quiero perderte a ti también.

Noto las emociones contenidas en sus ojos. Y ya no me dice nada, solo se acerca a abrazarme.

—Siempre estaré ahí, sin importar nada —me estrecha con un poco más de fuerza—. Tú lo estuviste en el pasado cuando más lo necesitaba, y te mantuviste fuerte por los dos.

Se separa, me sonríe.

—Sarah me dijo que quizá puedan ir de compras y ayudarte a buscar las cosas que necesites.

—Seguro. Ahora que no está Tess, ocuparé algo de apoyo.

Nos quedamos en silencio. Y parece adivinar lo que voy a preguntarle, porque pareciera que comienza a formular su respuesta.

—¿Él... —me cruzo de brazos—. ¿Está quedándose contigo?

Niega con la cabeza.

—No, volvió a su viejo edificio.

Trago. Y, a pesar de que no quiero seguir hablando de él, sigo preguntando:

—¿Y sabe que me iré?

—Si, él sabe —desvía la mirada, intentando no verme a los ojos—. Se lo conté.

—¿Y no le ha importado que voy a irme por meses?