¿Y si el tiempo no lo cura todo?

Capítulo 5

—Se dice que la pintó guiándose por lo que veía desde la ventana de su habitación, mientras estaba bajo los efectos de sus alucinaciones —le explico, mientras me acaricia el hombro. Miro el techo—. Pero en realidad representa mucho más que eso, es la manera en que él estaba tratando de representar cómo se sentía en realidad... Refleja su desesperación, la profundidad de su tristeza, de su depresión... —me callo un momento, intentando visualizar la pintura—. Con los cipreses oscuros y la manera en que la luz parece ir desvaneciéndose..., muestra cómo iba desapareciendo la poca luz en su vida, y cómo todo se volvía nada más que oscuridad.

Me callo, y caigo en la cuenta de que lo he hecho de nuevo. Sin darme cuenta, me he pasado parloteando casi todo el rato.

Giro la cabeza para verlo, lo veo sonriendo.

—Lo lamento.

Frunce el ceño, se acomoda en la cama.

—¿Por qué?

—Lo he hecho de nuevo.

Sonríe un poco más, me acaricia el brazo. Siento que me sube el calor a la cara.

—Eres linda cuando te emocionas —asegura, sus dedos me acarician la mejilla—. Y cuando te encuentras cautivada por algo. Comienzo a entender mejor el porqué de tu fascinación por el arte, especialmente por La noche estrellada.

—Lo sé —alzo las cejas—. Amo la forma en que a primera vista sólo parecen pinceladas sobre lienzos... Pero es mucho más que eso, al analizar la técnica, los colores... Se vuelve algo mucho más profundo. Es como si cada pintura tuviera su propio lenguaje, una manera única de transmitir tanto sin necesidad de palabras. Sería maravilloso poder ir a Italia, Paris, u Holanda de intercambio, pero ya es algo tarde para eso —suspiro—. Lo más alcanzable sería ir a Nueva York a ver La noche estrellada en persona.

—Podrías trabajar allá —señala—. Aunque me temo que es indispensable que aprendas algo de italiano, y de francés.

Niego con la cabeza. Lo miro.

—Jamás podría, te echaría muchísimo de menos.

Me mira, y por alguna razón parece que quiere discutir algo con respecto a lo que acabo de decir. Pienso que va a hacerlo, inclusive separa ligeramente los labios para soltar las palabras... Pero, no lo hace. Decide callárselo por alguna razón. Sólo se queda pensativo, y después se inclina para darme un beso en los labios.

—Me temo que debo ir al trabajo —me dice, mientras se levanta de la cama—. Habrá una junta de imprevisto, y no puedo faltar.

Por supuesto que lo sé. Más ahora que finalmente ha logrado escalar hasta un puesto importante. Ahora él forma parte de los que toman decisiones sobre inversiones y tiene la responsabilidad de calcular el riesgo sobre ciertas decisiones financieras en una reconocida empresa de soluciones tecnológicas.

—¿No tienes clase a las nueve? —me pregunta, mientras descuelga una camisa blanca de la percha.

Niego con la cabeza, le echo un vistazo a mi celular.

—La han cancelado, el profesor Kendrick tiene un congreso.

—¿Kendrick? —pregunta, asiento con la cabeza—. También tienes la última clase con él en la tarde, ¿no? —asiento con la cabeza—. Entonces puedo pasar por ti e invitarte a comer.

Sonrío. Y aunque me tienta la idea, termino negando con la cabeza.

—Me encantaría, pero tengo mucho que hacer con mi trabajo de investigación —suspiro—. Y al rato tengo una fiesta.

Alza una ceja.

—¿Una fiesta? ¿Por qué no me has invitado?

Me río.