Capítulo 31

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Dice que debemos hablarlo. Pero, por la manera en que me mira, queda más que claro que ya ha tomado su decisión, y dudo que cualquier palabra mía consiga disuadirlo de alguna manera.

Veo su enojo, su resentimiento, y lo cansado que se encuentra con todo esto.

Y, a pesar de lo dolida que me encuentro con él, en el fondo, sabía de alguna manera que así es exactamente como él terminaría yéndose.

Es lo que siempre ha hecho. Pero sólo me engañé a mí misma obligándome a convertirme en alguien perfecta para él. Para que, a comparación de las chicas de su pasado, a mí no me abandonara.

Wells me lo advirtió. Pero me negué a escuchar, me dejé cegar por lo enamorada que estaba de Carson, por el futuro idealizado y perfecto que ya había imaginado para nosotros.

Ignoré tantas cosas por aferrarme a una realidad que no existía, a un futuro que sólo vivía dentro de mi cabeza.

Tantas veces que lo escuché, de manera accidental por las pláticas que él y mi hermano tenían en casa mientras jugaban videojuegos o veían televisión. Lo que él ha hecho siempre, sólo obtenía lo que quería de las chicas y un día simplemente decidía irse, sin más. Todo lo contrario a lo que siempre quise; estabilidad, compromiso, y una promesa genuina de estar para siempre conmigo.

Él jamás lo quiso, tampoco un hijo, tan sólo me engañé creyendo que él algún día querría cambiar de opinión. Que llegaría a querer las mismas cosas que yo. Me engañé pensando que lo haría por mí.

Anhelaba tanto ser la indicada para él. De verdad quería ser aquella que lograra tener un impacto positivo e imborrable en su vida. Aquella que logrará hacerlo cambiar de opinión y que deseara tanto como yo la idea de formar algo mucho más sólido.

Pero, ahora sé que estoy muy lejos de serlo.

—¿Qué sentido tiene seguir haciéndonos esto? —continúa—. ¿Si parece ya no importarnos como antes? ¿Si ya no amamos como solíamos hacerlo? Quiero salvarnos, pero honestamente no sé cómo.

Me limpio las lágrimas con la manga de la bata. Y lucho por mantener la poca compostura que me queda. Porque necesito que me escuche.

—Hablar no es intentar, Carson —lo encaro—. Decir que quieres salvarnos, no es intentarlo. Sólo sigues huyendo. Sólo has estado dejándome sola desde que supiste que estaba embarazada, usando de excusa el trabajo. Dices que ya no nos amamos como antes. Pero, ¿cómo saber si realmente era amor? ¿Alguna vez me quisiste en realidad? O sólo fui una vía de escape para ti? —digo, recordando las palabras que Tess me dijo alguna vez. Consigo captar su atención, y de verdad pareciera como si él mismo se lo estuviera planteando—. Un escape para huir de tu realidad. Antes parecías ser feliz conmigo, hasta que me convertí en la nueva realidad de la que quieres huir.

Sigue sin decir nada. Sólo me sostiene la mirada.

Ni siquiera intenta negarlo o discutirme al respecto. Y en verdad, como duele.

—Solías decir que mientras estuviéramos juntos podríamos superar cualquier cosa, que no volverías a dejarme —trago—. Una vez me prometiste que jamás me dejarías... ¿De qué sirvieron esas promesas si ahora que no estoy bien y que se han complicado las cosas, has decidido abandonarme?

Esta vez, evita mirarme. Lo escucho suspirar.

—Tú misma lo has dicho, hemos cambiado —dice serio—. Y siendo sincero, ya no sé qué más hacer, qué más decirte —sus ojos vuelven a los míos. Pero no encuentro nada, ningún atisbo de dolor, de lástima. Pareciera que están completamente drenados de cualquier sentimiento—. También he estado lidiando con mucha mierda últimamente, y por lo visto tampoco te estoy haciendo ningún bien con eso. Las personas cambian, y si tú no estás dispuesta a seguir luchando, no puedo hacerlo por ti. Ya no.

¿Y si el tiempo no lo cura todo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora