¿Y si el tiempo no lo cura todo?

Capítulo 15

Me quedo acostada en el sillón mientras mis dedos pasan por la piel de mi abdomen. Hay silencio en toda la casa, pero los pensamientos en mi cabeza no cesan, tampoco la voz que insiste en repetirme que estoy sola en esto, que a él no le interesa, y es probable que nunca lo haga.

Paso horas sólo pensando, esperando el momento en que pueda finalmente cerrar los ojos y descansar. Pero no puedo.

Es como si no pudiera frenar mis ideas, como si mi cabeza insistiera en seguir dándole vueltas al asunto, intentando inútilmente de convencerme de que él en realidad quiere esto, que en algún momento terminará aceptándolo y anhelándolo como yo. Porque sé que no es verdad. Y sólo ha quedado claro esta noche.

Giro un poco la cabeza de manera instintiva cuando escucho de repente unas pisadas acercarse. Me quedo quieta, intentando averiguar si simplemente se dirige al baño o algún otro lado. Pero el sonido va intensificándose, y en cuestión de segundos lo tengo plantado frente a mí.

Le sostengo la mirada. No digo nada, sigo estando más que enfadada con él.

—¿No vendrás a la cama? —pregunta, alza una ceja.

Niego con la cabeza, me cubro más con las mantas.

—No, no quiero verte.

Suspira, se acerca otro poco y se hinca frente a mí para quedar a mi altura.

—No quiero dormir sin ti —murmura, casi suplicando. Recarga el antebrazo en el borde del sillón.

Me encojo de hombros.

—No pienso moverme de aquí.

Nos miramos, y está claro que sabe cuál es mi postura, que no pienso perdonarlo ni ceder. Escucho que vuelve a suspirar y se levanta. Pienso que se marchará, pero veo que se acomoda sobre mí.

—No —me quejo. Intento moverlo, pero es inútil—. Carson... vete. De verdad no quiero verte, estoy enfadada contigo y...

—Soy un imbécil, ¿está bien? Y lo lamento, no sabes cuánto —me interrumpe, antes de que comience a echarle bronca. Traga—. No he sido justo contigo, y como te lo dije, tengo miedo. Tengo tanto miedo de cometer los mismos errores de mis padres y arruinarle la vida como ellos lo hicieron conmigo —se apoya en los antebrazos, y se deja caer un poco sobre mí, me mira—. Y de verdad lo estoy intentando, aunque parece que estoy arruinando más todo. Eres la mujer de mi vida, y con la única con la que estoy dispuesto a intentar algo como esto.

Noto que las lágrimas me bajan por las mejillas. Él me mira, y las limpia con cuidado.

—Lo lamento —sollozo—. Ahora podría llorar por todo.

Me sonríe, y me acaricia la mejilla.

—En verdad quiero intentarlo —susurra—. Me ha costado acostumbrarme a la idea, y seguramente tú también. Pero, mientras estemos juntos, podremos superar cualquier cosa. ¿No es así?

Asiento con la cabeza.

Me da un beso, y se acomoda. Recuesta la cabeza sobre mi pecho, donde late mi corazón. Le acaricio el cabello rubio.

Lo escucho suspirar.

—¿Escuchaste su corazón?

Asiento con la cabeza.

—Si —sonrío—. Es lo más bello que he escuchado nunca.

No consigo verlo, pero adivino que sonríe un poco.

Surge el silencio. Y a pesar de que lo mejor sería quedarnos así, no consigo quedarme callada:

—Ya lo saben Wesley y Sarah —comienzo—. ¿Se lo dirás a tus padres?