El día era tan aburrido como el anterior, y el anterior a ese y toda la semana y todo el mes y toda la vida. Crowley había descubierto que la vida era simple y mundana excepto por los pequeños detalles que uno le ponía, la gente tenía que encontrar algún tipo de motivo para seguir cumpliendo su triste rutina. Y justo en ese momento seguía la propia.
Cada mañana (si lograba dormir) despertaba a penas con el tiempo suficiente para desayunar lo que fuera e irse a la escuela, no había muchas clases que le interesaran y tenía tanta porquería en la cabeza que no se podía concentrar aunque quisera, así que simplemente no entraba, se iba a algún lugar a dormir, escuchar música o nada más tener un momento para dejar de pensar o mejor dicho recordar, le dolía.
En una de sus búsquedas de un buen lugar para hacer nada, se encontró con algo que parecía una pila de gatos esponjosos leyendo un libro. Era un muchacho probablemente de su mismo curso, rubio, muy rubio casi de pelo blanco como un anciano, de cachetes redonditos y rosados, sus ropas de tonos tan claros no le favorecían a su silueta robusta pero era como una almohada para abrazar. Crowley siendo Crowley, a veces le gustaba incomodar a la gente, no era grosero pero la mayoría prefería alejarse porque no podría ser bueno que alguien con lentes oscuros y vestido de cuero negro se te acerque, o bien, tratar de averiguar si debían decirle "él o ella" los ponía inseguros y evitaban hablarle.
Cualquiera le funcionaba porque ése era un buen lugar para dormir y no pensaba compartir el espacio así que con toda la confianza y extravagancia caminó en zigzag y se aplastó al lado de la bolita de algodón.
-¿Te estás saltando la clase para venir a estudiar solo?-
-No estoy estudiando, yo leo por gusto... no me interrumpas por favor-
No se había esperado ninguna respuesta, literalmente se había imaginado como cerraba el libro y se iba corriendo, debía seguir molestandolo.
-Entonces si te estás, saltando la clase cabrón-
-¿Podrías, por favor dejarme leer en paz?-
-Bah que actitud, no pareces del tipo que falta a clases ¿que materia te está jodiendo?-
El chico rubio se rindió y cerró su libro con fuerza, suspiró pesadamente como si buscará aliviar una gran molestia.
-No es la materia en sí, no es por presumir o elogiarme pero soy bastante aplicado, es más bien quien la imparte creo que el profesor me odia-
-Ja a mi me odian muchos profesores-
-No de ese tipo de odio... es algo personal... siempre hace comentarios despectivos sobre mi apariencia y algunos, bueno no es mi caso obviamente, pero algunos son homofobicos y es muy incómodo-
-Oh..-
-Y ya sé que vas a decir: "dile a tus padres" pero eso solo sería peor, porque a este punto ya falté a tantas clases que seguro repruebo la materia, no sé que voy hacer, además se van a molestar muchísimo por la razón que estuve faltando, siempre han creído que soy muy débil y blando de carácter-
Mientras hablaba nervioso, había comenzado a rascarse las manos, las tenía tan irritadas que estaban rojas e inflamadas, tenía un sarpullido rojo y pequeñas cicatrices que se había hecho con las uñas, algunas todavía recientes.
De una forma muy breve pero atenta, Crowley vió ese comportamiento y otra vez recordó cosas que no quería. Recordó una vez cuando tenía 7 años, su madre lo había llevado con un dermatologo, tenía unos puntitos rojos en las manos y a veces eran tantos que le picaban terriblemente. Querían saber si era alguna alergia porque tener las manos así le impedía seguir con sus clases de piano, pero lo que dijo el doctor se le quedó bien grabado en la cabeza, era una de las cosas que le invadían los pensamientos cuando se quería concentrar: "Esta irritación no es ninguna alergia, es sarpullido por estrés, son cosas que he visto en adultos o adolescentes, pero éste es un niño muy pequeño para manejar tal nivel de estrés, lo está presionando demasiado, vaya con un psicólogo" Claro que sus padres no creían en esas cosas sobre la terapia o la salud mental así que fueron a una segunda opinión, le dieron un ungüento que si funcionó pero siempre volvían las ronchas, siempre volvía el estrés, siempre volvían a "corregirlo" con una vara.

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Malas influencias
أدب الهواةAziraphale y Crowley son dos adolescentes en medio de la búsqueda de su propia identidad y valores. Creciendo en un hogar estricto y religioso, cada uno ha tomado diferentes caminos: "el correcto y el descarriado" pero al conocerse ambos terminan in...