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2 de enero de 2024
Mía

—¿Y lo conseguiste? Me habían dicho que era difícil encontrar laburo ahí —me habló Maca. Una gran amiga desde que nos conocimos en un boliche.

—Si boluda, estoy re feliz, después del trabajo de mierda en Movistar —dije. Trabaje por casi cuatro años en la empresa, aún así me echaron en la primera oportunidad que tuvieron. Busque desesperada un nuevo trabajo aunque sea por unos meses, hasta ver otro, pero ni me quejo del sueldo que es hasta más elevado que el de Movistar.

—Son unos forros ahí, pero bueno ya está. ¿Cuándo arrancas? —preguntó Maca.

—En un rato, entro tipo dos y salgo a las nueve de la noche —respondí.

—Re bien amiga, ¿Mañana es igual? Porque Eze va hacer un asado en casa porque quiere presentar a un chico que llegó al club, creo que es uruguayo o italiano, no sé, cuestión me dijo que si querías ir —habló mi mejor amiga.

—Mañana trabajo temprano y salgo a la tarde, así que si voy. Que raro Centu tan amoroso conmigo, si él pudiera me tira del balcón —dije riéndome.

—Sabes que te adora Mía, igual capaz y te haces un novio con el uruguayo o lo que sea nuevo.

—A el único uruguayo que le voy a dar bola es Enzo Vogrincic, quitando eso, decile a Centu que no me busque novios que mejor....

—Es estar sola y comerse de vez en cuando a el hermano de Solari —terminó Macarena la frase por mi. La fulmine con la mirada, era verdad pero tampoco tan así.

Hablamos un ratito más y después Maca se va para que yo pueda arreglarme, no estaba nerviosa más bien ansiosa. A mis veinticuatro años estás cosas ya no me daban nervios, aún así tenía un poco de miedo de empezar en el bar, era un lugar bastante concurrido si bien es más una pizzería pero se lo toma como un bar.
Baje del edificio en el cual estoy viviendo, para empezar a caminar hacia el bar hacía calor pero por ahora lo aguantaba, prefiero ahorrarme la plata del Uber para volver de noche. Al llegar al bar estaba la persona que me había entrevistado hace cuatro días atrás, así que me sonrió y me fue explicando las cosas. Por mi parte trataba de recordarlas, así hasta que llegamos al lugar que me tenía que poner el delantal chiquito, ahí me di cuenta que ya arrancaba.

—Cuando termines, te va a esperar un chico para que aprendas a tomar pedidos y demás. Yo me tengo que ir ahora, pero te deseo suerte Mía —dijo Rita, la señora encargada de todo. Me puse el delantal y me mire en el espejo así que salí del baño, ahí me esperaba un chico.

—Vos debes ser Mía, yo soy Lucas hoy te voy ayudar con todo para que arranques súper bien.

—Un gusto Lucas, y si soy Mía. Gracias por la ayuda y todo eso.

—No es nada, ahora vení que te enseño las cosas acá.

Me hizo el recorrido enseñándome a las personas que trabajaban acá y demás, todos buena onda, Lucas me llevo a tomar pedidos para ya dejarme sola. Hablé bastante con él y las dos chicas de las cajas, Lucía y Ana, eran las dos y media de la tarde por lo que no había mucha gente en el local y según lo que me dijeron se llenaba cerca de las dos pero muy poco a estás horas.
La puerta se escuchó y ingresaron tres personas, un hombre y una señora mayor, y un chico, los tres se sentaron en una mesa cerca de las ventanas grandes, que dan a la calle. Lucas se giró a verme y me sonrió, ahora me tocaba ir a mi sola, respire y fui hacia ellos.

Cabildo y Juramento - Nicolás FonsecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora