Capítulo 7: El príncipe y la princesa

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Los días en la corte eran tranquilos, el rey continuaba en sus reuniones del consejo y por la noche cenaba con sus hijos y esposa; la reina había dado a luz a una hermosa princesa así que su tiempo se dividía entre Healena, Aegon y aquellas reuniones con otras señoras importantes del reino. Rhaenyra llevaba de viaje un largo tiempo en la búsqueda de algún buen prospecto para casarse, en cambio, Visenya había vuelto a convivir con la gente de King's Landing; la corte sí había estado tranquila durante todo ese tiempo hasta que ya no lo estuvo.

Justo esa mañana se anunció que se le había visto volando en Caraxes a Daemon Targaryen por todo King's Landing, todos se alarmaron, hacía años que el príncipe no pisaba la corte. La reciente noticia hizo a todos los lord's y lady's ir al salón del trono en donde se juzgaría al platinado por sus acciones en los Peldaños de Piedra.

Fue extraña la sensación que sintió Visenya al saber que su tío estaba de vuelta, se alegraba, pero al mismo tiempo estaba furiosa, habían pasado varias lunas desde que la guerra en los peldaños termino y aún así Daemon no había hecho el más mínimo esfuerzo en contactarla.

Con todos los presentes en el gran salón y sus ojos puestos en la entrada esperando ansiosamente a que su tío apareciera paso por alto el pronto regreso de Rhaenyra, la atención de la princesa menor se concentro en el príncipe canalla en cuanto este cruzo el umbral del salón del trono. Ver a Daemon después de todos esos años calmo algo en Visenya, sabía que su tío era fuerte y sabía sobrevivir, pero que estuviera en la Fortaleza siempre le daba la tranquilidad de que estaba seguro, a salvo.

—Añádela al trono—fue lo primero que dijo el príncipe, soltando una gran hacha de acerco.

—Usas una corona. ¿Te haces llamar "rey"?—las palabras de su padre alarmaron un poco a la princesa, no quería despedirse de Daemon tan pronto.

—Una vez derrotamos a la triarquía me nombraron rey del Mar Estrecho. Pero sé que solo hay un verdadero rey, majestad—el platinado se reverencio ante su hermano, diciendo—: Mi corona y los Peldaños de Piedra son suyos.

—¿En dónde está lord Corlys?

—Zarpo a casa, a Driftmark.

—¿Quién cuida de los Peldaños?—cuestionó Viserys.

—Las mareas, los cangrejos y dos mil corsarios muertos de triarquía empalados en la arena como advertencia a quienes sigan—. El silencio en el rostro de su padre mientras bajaba los escalones del trono hizo sentir ansiosa a Visenya.

—De pie—ordeno, Daemon se acerco a su hermano y se inclino hacia él recargándose por unos instantes en su hombro.

—El reino está en deuda contigo, hermano—fueron esas ultimas palabras y el abrazo que el rey le dio a su hermano lo que sello el perdón y la estadía indefinida de Daemon en la corte, siempre y cuando se comportara.























Después de la audiencia el rey rápidamente mando a hacer preparativos para celebrar el regreso de Daemon a casa, vaciaron bodegas de vinos y todos los sirvientes se pusieron a trabajar para poder darle un buen banquete a la familia real. En la celebración todos charlaban los unos con los otros, del regreso de Daemon, del prematuro regreso de Rhaenyra y de otros tantos nuevos chismes y supersticiones de la familia Targaryen.

—Aún faltaban dos lunas antes de que regresaras a casa, Nyra—comentó Visenya tomando una mini tarta de manzana.

—No me regañes, Vi—reprocho la platinada—. Me encontraba exhausta de tener que ver a cientos de lores que solo me querían por mi título.

—Lo sé—con una sonrisa en rostro y ofreciéndole una tarta de manzana, agrego—: Me alegra que volvieras.

—Gracias, pero me preocupa es padre, luce muy molesto.

La Dulzura Del Reino / House Of The DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora