Era una noche oscura y húmeda en la Hacienda de las Ánimas. La fiesta de Víctor, tenía la promesa de ser legendaria, el alcohol fluía, el olor a marihuana llenaba cada rincón, y las caras de los invitados, algunos conocidos, otros no, se movían en toda la fiesta.
Las luces de colores brillaban con intensidad, parpadeando al ritmo de la música rock que sacudía las paredes de la hacienda. Mariana nunca había estado en una fiesta así.Mariana no se despegaba de Pato, ella parecía más nerviosa que su primo. Pato era carismático, sabía moverse entre el glamour y el caos. Sin embargo, ella no podía sacudirse la sensación de alerta en el ambiente de la fiesta. Sentía que todos escondían algo.
Víctor ya había hablado con ella, pero Pato y Víctor apenas y compartían miradas.Nunca había ido a una fiesta así, de repente había gente con los ojos delineados besándose, drogándose y bebiendo por todas partes. No le asustaba, pero ciertamente no era algo habitual para Mariana. Entre risas y tequila, Mariana trataba de relajarse mientras Pato desaparecía en medio de la multitud, coqueteando con cualquier hombre o mujer que se le cruzaba su camino. Mariana, aunque ligeramente molesta por lo descuidado que era su primo con su reputación, decidió darle espacio y se acercó a la pista de baile, donde la música de una banda de rock la hacía bailar y despreocuparse.
De repente, una figura oscura emergió de la multitud y se paró frente a ella: Julieta, la bruja rebelde, amiga de Víctor. Con su largo pelo oscuro y liso, los ojos maquillados de negro y brillos. Julieta llevaba una minifalda escocesa con medias rotas. Algo inquietante en su presencia, hacía que Mariana sintiera una punzada en el estómago.
—Víctor quiere hablar en privado con Pato. —dijo Julieta, con una voz baja pero firme.
Mariana sintió su cuerpo tensarse. No le gustaba el tono de Julieta ni sus ojos clavados en ella. Mariana aún no comprendía del todo las intenciones de Víctor. Desde su llegada a la hacienda, había notado las miradas intensas que Víctor le lanzaba a su primo, y los silencios incómodos que se formaban cuando ambos se encontraban en la misma habitación.
—¿Dónde está Pato? —preguntó Julieta, sin poder esconder el enojo en su voz.
—No sé, voy a buscarlo. —respondió Mariana.
— Víctor dijo que sería mejor hablar lejos del ruido. Dile que vaya a la biblioteca. Solo.Mariana no sabía si confiar en Julieta, pero la preocupación por su primo empezó a crecer en su interior. Sin pensarlo mucho, cruzó la multitud hacia su primo. Le dijo casi como un secreto, lo que Julieta le acababa de decir. Pato no ocultó en lo absoluto su rostro ebrio de sorpresa y le entregó su cerveza para ir a la biblioteca.
Mariana lo siguió con cautela, hasta llegar a la biblioteca, entonces salió de la hacienda y se paró a lado de la ventana donde estaban. Con mucho cuidado logró verlos, Víctor y Pato estaban juntos, hablando en voz baja. El rostro de Víctor estaba serio, su postura tensa, mientras que Pato parecía incómodo, casi asustado. Ella trataba de escuchar su conversación.
— No podemos remediar el pasado, pero podemos empezar de cero.
Dijo Víctor ofreciéndole un abrazo.
— No era mi intención... —murmuró mientras se abrazaban. — Fue un accidente, Víctor. Tuve miedo y no quería que ella...
Mariana no pudo escuchar más, gente pasó cerca de donde esta y gritaron divirtiéndose. La adrenalina la inundó cuando fue descubierta por Julieta.
— ¡Aquí estás! Ven, acompáñame. Te voy a presentar a todo el mundo... pero primero te arreglo el maquillaje. ¿Quieres unas cervezas? —dijo Julieta con una sonrisa traviesa, mientras tiraba de la muñeca de Mariana hacia la barra improvisada que se había instalado en el centro del salón principal.
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Cadáver en las amapolas
Mystery / ThrillerA la mañana siguiente de una fiesta en una hacienda lujosa de Jalisco, México, un grupo de jovenes son testigos del cadáver de una misteriosa mujer que fue dejada en el gran jardín de amapolas. La ama de llaves les advirtió de una aterradora leyend...