Cadáver en las amapolas

Parte 1 La invitación

Jalisco, México, 1995. En lo profundo de los azules campos de agave, se alzaba la antigua hacienda de encanto porfirista "La hacienda de las animas". Un lugar de belleza congelada en el siglo XIX adornado con pinturas y fotografías antiguas. La hacienda se rodeaba con arcos de piedra rosa y con su gran jardín rojo de fragantes amapolas. 5 cuartos, una biblioteca, comedor, cocina y una sala de juegos con terraza bar y jacuzzi rustico que tenía vista al hermoso jardín trasero de amapolas. Se empezaba a rentar apenas como un hotel privado para eventos  de clase alta.

El personal de la hacienda, terminaban de limpiar y se retiraban con el dulce olor sutil de las tequileras cercanas que cocinaban las piñas de agave, mientras que Doña Cata, la anciana ama de llaves, los despedía desde la puerta principal de la hacienda. Los campos azules eran bañados por la luz del atardecer, entre colores cálidos y misterio. El dueño de la finca, le dio las llaves a Doña Cata, se persignó esperando que su negocio hotelero no fuera un fracaso, y desapareció a lo lejos con su camioneta. Anochecía y Doña Cata, estando completamente sola, subió a los cuartos para cerrar con llave cada uno. Al bajar al patio central, miro el jardín trasero de amapolas y se puso a rezar de rodillas. Entre las amapolas, se veía un gran machete clavado.

Ciudad de Guadalajara. De un taxi salió un joven y dos chicas se le acercaron con vergüenza, le pidieron un autógrafo y lo abrazaron con timidez y felicidad. Mariana estaba leyendo un libro, cuando el timbre empezó a sonar insistentemente. Al abrir la puerta de su modesto departamento, vio con sorpresa a su primo Patricio. "Pato". Odiaba que le dijeran por su nombre completo porque creía que lo hacía ver más mayor de lo que era.
Le ofreció una taza de café en medio de su sala llena de periódicos y libros.

Charlaban para ponerse al día después de tantos años, Mariana le contó que recientemente su novio la volvió a abandonar y esta vez, para siempre. Ya no soportaba como ella se la pasaba investigando un caso, mientras que su novio la engañaba con una de sus compañeras del trabajo. Ella siempre lo sabía, era muy astuta, pero no quería estar sola. Hasta que su novio decidió irse con su amante.

Pato la vio triste mientras lo contaba, así que trató de animarla reconociéndole por sus notas en el periódico de casos que había resuelto. Desde desviación de fondos en universidades, robos de políticos corruptos y hasta rupturas amorosas por engaños de la farándula. Pato no sabía cómo lo que hacía, pero Mariana siempre fue muy perspicaz.

—Prima, necesito que vengas conmigo a una fiesta —le dijo Pato, sin rodeos.
—¿Una fiesta? ¡Ah chingah!— exclamó Mariana, extrañada
—Es la fiesta de Víctor Limantour... Cumple 24...—La pausa que siguió fue suficiente para que Mariana entendiera la gravedad de la situación.

Víctor, fue amigo de la infancia de Pato, pero habían roto toda relación desde la secundaria.
Víctor era el hijo de la creadora del programa infantil más famoso de todo México a nivel internacional. "Chispita, el unicornio amigo de todos los niños." Víctor se transformó en alguien rebelde, conocido en los programas de chismes y revistas, como alguien problemático, muy diferente a lo que su madre había esperado para él.

Mariana sabía que la invitación de Víctor podía significar algo sospechoso. Pero también, una nota muy jugosa para los medios de comunicación.

— Está bien, iré contigo. —respondió Mariana con decisión—. Quiero una entrevista exclusiva con ustedes... Pero Pato, ¿Con que intenciones vas con Víctor? Me habías contado que le jodiste la vida.
— Quiero volver a verlo, pero tampoco confío en sus intenciones. No quiero ir solo. Me preocupa mi película. Estoy debutando por primera vez como director y eso me pone nervioso. No sé qué pueda hacer Víctor. Si en la fiesta, hay paparazzis, quiero que vean que estamos bien. tengo que cuidar mucho mi imagen.