II. TODO LO QUE QUEDA CUANDO ME DICES ADIOS

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Estábamos tan desesperados

que al querer encontrarnos

nos perdimos el uno al otro.

Esto era como estar en una cascada sin final,

y yo me obsesione con aquel abismo,

desde que lo vi tirarse

a una gran playa llena de amapolas.

El mundo ardía,

pero yo me aferraba a sus llamas

como aquel pequeño niño

que se aferra a la idea de

que existe.

Pero ahí estaba,

con mi sueño entre sus manos.

No se esperaba menos,

el siempre con su fuerza,

y yo siempre arraigado.

Me sostuvo

con su sonrisa,

a este recuerdo que es su

olvido.

Anhelo tanto su mirada

que logro perderme en lo

infinito que es el cielo

porque

-para bien o para mal-

eso si es para toda la vida.

Yo lo esperaba tanto

cómo se espera

aquello que ya no está,

y con cada gota de lluvia

sus lágrimas me tocaban.

Es como cuando escuchas una canción

tantas veces que cuando le encuentras sentido

ya no lo tiene,

y yo solo quería abrazarlo

una última vez

porque,

a pesar de todo,

ahí seguía.

Me miraba

como si quisiera verme.

y en su despertar

lo vi perderse,

irse lentamente,

desaparecer.

Entre Café y lagrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora