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Los tacones de Charlotte resuenan en el amplio piso de los pasillos, esta caminaba con esa seguridad que la caracteriza a cada lugar al que va.

No le sorprende que varios trabajadores en aquel edificio la miraren, ver a alguien extranjero no era la gran cosa, pero sí lo era si este era guapo. Y Charlotte no era una excepción.

Sonríe a un muchacho que la mira sin disimulo, y suelta una pequeña risa, casi inaudible, cuando este mismo se choca contra una de las columnas que habían allí, provocando que caiga al suelo.

Cuando sube al ascensor, oprime el botón del último piso y espera pacientemente hasta llegar a su lugar de trabajo.

Una llamada en su celular hace que baje la vista a su bolso y saque su celular para ver de quien se trata. Sonrió.

—¿Si?

—¿Tienes los informes de este mes?

—Así es, Shi-Oh.

—Bien, quiero que pases por mi oficina y me los entregues.

Y colgó la llamada.

Charlotte suspira y sale del ascensor una vez que este la deja en su piso.

Saluda al guardaespaldas de Shi-Oh y este la deja ingresar al amplio lugar de trabajo del hombre.

Este se encuentra parado frente a su gran ventanal, admirando la vista que le daba la ciudad, con sus fuertes brazos cruzados en su pecho y con ese porte tan elegante que le aportaba su traje hecho a la medida.

—Si vamos a hacer esto, debes colaborar— Charlotte camina hasta él y deja su bolso en uno de los sofás que se encuentran allí.

—No es necesario— la mira de pies a cabeza, observando su vestimenta: su pantalón de palazzo color beige bien planchado y su camisa blanca tipo traje remangados hasta sus codos.

—Anton— lo llamó, más este aparta la mirada ante aquel nombre—. Créeme que no haría esto si no fuera porque nuestras vidas las controlan ellos, pero debemos hacer bien este trabajo, ¿entendido?

—No me llames así— se acerca de forma imprevista a ella, quien ni se inmuta.

—¿Qué? ¿Anton? Ese es tu nombre.

—Soy Ryu Shi-Oh, ¡no Anton!— exclama en su idioma natal, provocando que Charlotte cerrara los ojos a su inesperada exclamación—. Y no me des órdenes.

La mujer suelta un suspiro, dándose la vuelta y dispuesta a no lidiar con el mal genio que tenía su compañero.

—Los informes que me pediste, "Shi-oh"— le entregó los papeles, pronunciando su nombre de forma irónica.

Este ignora su tono de voz y mira los papeles que tenía en sus manos.

—Puedes retirarte— le informó él, y ella agradecida con eso, se retira de la oficina.

—¿Qué pasó?—el guardaespaldas pregunta curioso.

—Despertó de mal humor— responde ella, virando los ojos—. ¿Quieres café?

Él asiente y ella se dispone a ir en busca de ese café para ambos.

Es curioso, se supone que ese hombre está para causar miedo a quien sea que quiera meterse con su jefe, pero a diferencia de ella, el robusto hombre le causaba cierta ternura, en ocasiones, claro.

Pues el trabajo que se les presentaba a todos sus secuaces, claramente también incluyendo al robusto ruso, implicaba eliminar del radar a quien sea que interfiera en sus planes de dudosa moral.

DIE FOR YOU | RYU SHI-OH FANFICTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora