VI

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Matias

Cher estaba hermosa, su cuerpo recargado en la pileta del baño mientras se maquillaba estaba decorado por un vestido que le ayudé a elegir, es decir, me mostró dos y se puso el contrario al que elegí. De igual forma los dos le quedaban hermosos. No sabía que carajo sentir, nos conocimos hacía poco tiempo pero se volvió mi mundo entero posta.

La loca se pintarrajeaba la boca de rojo, no íbamos a ningún boliche pero ella se producía igual.

Yo la miraba fijamente desde el balcón mientras se sacaba fotos haciéndose la linda, va... Haciéndose no, es linda.

Cuando terminó de usar el baño vino hacia mí y prendió un cigarrillo, yo me quedé pensando el beso que le di hoy, que no sé si se lo tenía que haber dado, pero no me arrepiento de nada.

— Perdón por lo de hoy. —la voz me salió inconscientemente, sin saber por que. — Por lo del beso, digo.

— No pasa nada Mati. Lo que pasó, pasó. —se giró para sonreírme, haciéndome suspirar—.

Gracias, ahora me sentía un poquito peor.

Tiré la cabeza hacia atrás y esperé que terminara el cigarrillo para irnos a la pieza del Kuku. Mi cara en ningún momento se iluminó, seguía con la misma cara de orto que puse cuando me sonrió. Me tenía que sacar de la cabeza ese enamoramiento que ni sabía si de verdad lo era, pero ella me besó también... ¿Entonces?

Cuando llegamos a la fiesta entre varias comillas, los dos nos instalamos en el balcón después de saludar a todos. Éramos tan iguales y a la vez tan distintos en todo.

El menos friendzoneado yo.

Encendí un cigarrillo y la observé irse a sentar al lado de Juani para charlar, durante esa secuencia vino Enzo y cerró la ventana del balcón para conversar y que no nos escucharan.

— ¿Estás bien? —preguntó, yo solo asentí. — Daale, estás con esa cara larga, algo te pasa.

— No sé que me pasa, Enzo. Ese es el problema. —suspiré y tragué en seco por el nudo que se estaba formando en mi garganta—.

Enzo me miró como si supiera todo lo qhe tenía guardado, pero no dijo nada. Simplemente nos quedamos en silencio hasta que decidí contarle, harto de sobrepensar.

— Le di un beso a Cher... —Vogrincic me miró sorprendido, a punto de reirse. — Ella me dió uno también.

— ¿Y qué hay de malo en eso? —ésta vez se rió—.

— Que ahora me ignora.

Solté levantando los hombros y vi de reojo como mi amigo suspiraba y se relamía los labios, tampoco sabiendo que hacer o decir.

— Mirá. Hay veces que uno quiere ignorar lo que siente por miedo. —explicó, yo lo miré y asentí. — Ya sea al rechazo o al no querer cagar la amistad, tenés que hablarlo con ella.

— Puede ser... Yo también soy muy pelotudo.

— Eso ya es otra cosa.

Enzo se empezó a reír, contagiandome. Esteban se acercó a la ventana para invitarnos a jugar al truco. Entre los dos nos miramos y fuimos adentro.

Vi que Cher estaba hablando con Alfonsina y Pau, solo me hizo sonreir, las tres eran lindas pero ella... Era despampanante. Me dije a mí mismo que iba a hablar con ella cuando terminara todo esto y tuvieramos que volver a nuestra habitación.

Mucho no aguanté, me volví a la habitación a mitad de la fiesta, la estaba pasando bien pero el humor no ayudaba mucho que digamos.

Me tiré en la cama con las luces apagadas, me dolía la cabeza por el alcohol que habíamos estado tomando, para nuestra suerte mañana teníamos día libre.

Después de unos minutos y un intento fallido de quedarme dormido escuché la puerta. Eran Esteban y Cher, bastante risueños que entraban a la habitación. Me paré de golpe y la miré a ella sin poder creer lo que veía.

— Tomatela, Esteban. —me acerqué a él y lo empujé un poco para sacarlo. — Andate.

A pesar de que mi tono era calmo no podía evitar demostrar mis celos. Le cerré la puerta en la cara y le puse llave para girarme a verla.

Estaba enojada, se notaba, de igual forma no iba a garchar con Kukuriczka estando yo acá.

— ¿Me podés explicar qué mierda te pasa? —ella se cruzó de brazos y suspiró, yo hice lo mismo—.

— No vas a coger con un tipo que recién conoces, nena. —dije, realmente tratando de buscar las palabras correctas para no cagarla—.

— ¿Y qué te importa a vos?

Cerré los ojos y agarré una gran bocanada de aire, tratando de no putear a nadie. Ella dió dos pasos al frente y me miró a los ojos.

— ¿Qué mierda te importa a vos?

— ¡Vos! ¡Vos me importás, pelotuda!

Bastante pasivo-agresivo, pero no tenía tanto autocontrol. Cher se rió irónicamente, me hizo enojar un poco pero no le di bola al sentimiento.

— No, te importa que no me curta a nadie. —soltó. — No te importa si lo conocí hace años o hace dos horas, te importa que no me toque otro.

— ¡No es eso! Yo no soy ningún toxiquito. Vos sos vos y podés hacer lo que se te cante el orto, pero yo te quiero cuidar.

Ella, quien antes había bajado la mirada, la levantó para mirarme de vuelta.

— Además estás re en pedo, hasta acá se siente el olor a fernet, andá a darte una ducha fría.

Su cara de orto indicaba que me quería acuchillar, pero no dijo nada y relajó su cuerpo para dejarse caer en su cama y agarrar el control del aire acondicionado para prenderlo.

Me miró con el brillo en sus ojos reflejados por la luz del aire y suspiró. — Me ducho si me preparás el baño.

— Pero la puta madre...

Susurré y rodé los ojos antes de irme para el baño, lo hacía con gusto igual. Abrí el agua caliente y la regulé para que no fuera ni tan fría ni tan caliente para ella.

Cuando se llenó, usé una bomba de baño que ponían los del hotel y la ví efervescerse, dejando un tono amarillo en el agua. Después de un rato le grité a la pelinegra que viniera y casi que corrió al baño.

Sin vergüenza se desnudó y se metió en la bañera rápidamente, yo me arrodillé al lado de ella.

No miraba nada más que sus ojos grises.

Ella sonreía mientras se enjabonaba, no pude evitar sonreir de costado, su alegría era demasiado muy contagiosa.

— Sos hermosa. —solté sin miedo alguno, ella me ignoró, o eso creí—.

— Vos también, Tute.

— Vos también, Tute

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AMOR, AMOR   𝑓𝑡  matias recalt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora