Mr. President.

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Chicago, Illinois, 20 de Mayo, 11: 00 pm, 1923.

Aunque era de noche de fuertes vientos y con amenazas de una fuerte lluvia, dentro de la casa de campaña del presidente de los estados unidos, el movimiento seguía tal cual se tratara de hormigas que se preparaban para un largo tiempo de pelear por algo de comida. En éste caso era la reelección de aquel que estaba en el poder.

Lana, la hermosa asistente del presidente, había salido para fumar un cigarrillo, cuando la silueta de un hombre de gabardina comenzó a acercarse. Éste usaba un gorro que fue quitándose a medida que se acercaba a ella. De un sobresalto, ella tomó el picaporte de la puerta, con la luz del interior reflejándose en el rostro del extraño que portaba unos bonitos ojos azules.

— No se asuste. Vengo a ver al presidente.

— Señor... — Dijo nerviosa y dejando caer el cigarrillo sin encender sobre las maderas del pórtico. — Muchos quieren ver al presidente, usted no debería estar aquí.

Tan pronto como terminó, un par de uniformados se levantaron, de las esquinas de la entrada, despertando de la siesta que tomaban, apuntando al extraño con sus armas largas.

— ¡MANOS ARRIBA!

El hombre de gabardina, con el sombrero en la diestra, se agachó para dejarlo sobre el suelo y luego, obedeciendo, dio la cara para ambos oficiales.

— Soy el hermano del señor Shurley.

Todos se vieron unos a otros, confundidos. No sabían nada de un hermano.

— Medio hermano. — Añadió con algo de hastío. — Díganle a Nick que Castiel está aquí. Él entenderá.

Ésto último lo dijo mirando a la asustada chica quien estaba ahora más pálida de lo normal. Cuando los oficiales le indicaron que obedeciera, ella asintió y a tropezones, volvió al interior de la casa de campaña. Subió las escaleras al segundo piso y llamando a la habitación del presidente, habló en voz alta.

— Señor presidente. — Aclaró su garganta que amenazaba con cerrarse. Sus labios temblaban aún temerosa de estar en el punto histórico de otro atentado al mandatario de su país, como sucedió con algunos otros. — Hay un... Un hombre que lo busca allá afuera. Dijo... Su nombre es Castiel. Dice que es su medio hermano.

Apenas terminó la frase, la puerta se abrió de golpe y el rubio estaba frente a ella, con sus ojos achicados, sin dar mucho crédito a lo que decía.

— ¿Cómo luce él?

— Ca-cabello negro, ojos azules...

— ¿Parece que está estreñido?— ¿P-perdón?

— Su expresión. ¿Es la de un hombre que está reteniendo gases?

La joven chica no supo qué contestar. Sabía que él era bromista, pero burlarse de su medio hermano (si es que lo era), no parecía algo bueno para su futuro laboral. Entonces el rubio soltó una risa suave y placentera que hizo a la secretaria, soltar el aire que llevaba reteniendo.

— Dile que pase. Ah... Y revisen sus bolsillos, por favor. 

Para cuando la chica salió a pasar el recado, los oficiales ya tenían la daga ángel con ellos. Era extraña a ojos de la chica, en realidad: Larga, plateada desde el mango hasta la punta y de apariencia futurista. O era solo que jamás vio algo igual.

— El presidente dice que puede entrar.

Castiel se sacudió la solapa, mirando mal a quienes le quitaron su daga y entró a la casa de campaña donde todos lo veían con extrañeza.

Son como niños. [EDITANDO] [SamXJack✓] [Destiel✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora