Tener todo.

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El menor de los hermanos Winchester siempre fue más sociable que el mayor, y no es que fuera particularmente carismático, pero sus modales hacían que la gente de un momento a otro se sintiera con la confianza de hablar sobre los secretos que guardaba a otro o, como en aquella ocasión, una amable mujer joven que vivía en el bosque, le invitara a pasar aún estando sola y le ofreciera un plato de sopa y un té caliente.

Cuando la señorita Watson encontró al pobre Sam, su piel parecía tan blanca como la del agua nieve que cubría su escasa ropa, que se limitaba a una pijama delgada de color azul pálido. Con la policía rastreando, las noticias y todo el revuelo que solía ser frecuente por vivir a tan poco del hospital psiquiátrico, la mujer sabía perfectamente qué hacer: En su gaveta había unas balas de luces rojas que eran para emergencias y de las cuales solo utilizó una cuando el que escapó era nada menos que un asesino serial. Aún Pero, cuando estuvo a nada de ir por esa bengala, el castaño murmuró algo que la hizo detener su andar y regresar sus pasos para prestar atención.

«Te voy a encontrar, amor...» Murmuró en un hilo de voz que se pudo perder en el viento, pero que la mujer percibió por su agudo oído al ser una excelente cazadora. «Jack, voy a encontrarte.»

Ella creyó que "Jacqueline" debía ser el nombre de la prometida del chico, pero prestando mejor atención a las frases apenas entendibles, se dio cuenta que la razón por la que debía estar internado. "Desviados", les llamaban.

No tuvo que pensarlo mucho, tomó un par de cobijas, puso una encima de él, otra debajo y con unas bolsas térmicas, puso agua caliente en el chico para irlo calentando de camino a su casa. Con una fuerza que solo alguien que corta su propia leña podría tener, lo arrastró al interior de su casa y lo puso cerca del fuego. Eligió el peor día para escapar con aquella helada que cayó por la madrugada, aún cuando la mayoría de las noches anteriores fueron calurosas. Preparó comida y cuando el hombre despertó, ella lo miraba de modo analítico.

La señorita Watson usaba pantalones caqui hasta por encima del ombligo, una camisa de franela, botas de goma y llevaba su cabello castaño amarrado en una trenza cuya punta caía sobre su hombro hasta por debajo de su pecho que carecía de volumen en comparación de todas las demás chicas que parecían querer levantarlo.

— ¿Quién es Jack? — Preguntó la mujer antes de que Sam pudiera recobrar por completo la conciencia. Se sentía mareado, débil, con la boca seca y apenas tenía uso de su cuerpo. No podía moverse, pero sí se quejó cuando la piel reveló algunas heridas producto del frío intenso.

— ¡Ghhh!

La castaña se acercó a él y puso una mano con rudeza sobre su hombro, manteniéndolo boca arriba, lo que hizo al ojiverde ponerse algo alerta y forcejear un poco. Había una escopeta no muy lejos de ellos, bastante cerca de la mujer. Ella le dispararía si no decía lo que quería escuchar, pero, ¿Qué era lo que le convenía decir?

Sam echó un rápido vistazo a la casa: Una cabaña acogedora, con una cabeza de ciervo sobre la chimenea, bien aseada y el aire caliente olía a madera y a sopa de verduras.

— ¿¡Quién es Jack!? — Insistió y el Winchester pudo ver la foto de ella y otra mujer sobre uno de los libreros, también flores y una vela que alumbraba el bello rostro de ambas.

— Mi... Es la persona que yo amo. — Sus cejas se arquearon y la mirada severa de la mujer, pareció ablandarse.

— Entonces te tenían ahí por ser un desviado, un pervertido sexual.

— Y usted me está ayudando, ¿Por qué? — Titubeó sintiendo el frío aún queriendo aferrarse debajo de su piel, pero mejorando gracias al calor de la fogata.

Ella lo soltó y sin contestar, se puso de pie, le arrojó una cobija y caminó a la cocina.

— Debes estar hambriento, ahora te traigo algo.

— G-gracias... — Él quiso resistir, pero habiendo entendido que la mujer lo ayudaría, su cuerpo perdió peso y volvió a desvanecerse, con la clara imagen del rostro de Jack en sus pensamientos.


*******


Lebanon, Kansas. 21 de Mayo de 1923.

Castiel pasó toda la noche y parte de la mañana intentando conciliarse con el hecho de haber llegado a aquel punto porque desde el inicio del mundo, todo estaba destinado a cambiar: Desde la más pequeña partícula al monolito más imponente. Todo en decadencia y nacimiento constante, y aún así, Castiel jamás creyó llegar a en donde todo lo que llevaba avanzado y comprendido, se desvaneciera. Comenzando por el libre albedrío y culminando por hacer alianzas con el arcángel caído, todo parecía alejarse de lo que el soldado de Dios alguna vez fue.

Miraba sus palmas como si no reconociera quién era ahora, pero Lucifer solo menospreció su sentir repitiéndole una y otra vez que esto era por el bien de Jack. Castiel lo sabía, pero aún así, dentro de él algo se resistía a abandonarse totalmente a este cambio tan importante.

Cuando volvió a casa, dispuesto a seguir con su papel, habían pasado ya varias horas. El sol había salido, luego comenzó a subir en lo alto del cielo pero los chicos no volvían de su excursión. Entonces, el pelinegro comenzó a hacer llamadas.

Las chicas que se encargaban de comunicar a la gente cuando llamaban por teléfono estaban demorando demasiado aquel día y Castiel estaba impaciente por que alguien le diera razones. No quería solo volar y aparecer en donde estaban, eso resultaba demasiado invasivo, pero no parecía mala idea cuando ninguno de los padres de los amigos de su hijo le evadían o simplemente decían que estaban ocupados por ahora.

«La mayoría de los chicos ya regresó.» Dijo alguno entre miles de frases aleatorias, por lo que su preocupación se disparó. Tomó su sombrero, su saco y abrió la puerta, solo para toparse con que Dean subía las escaleras del pórtico.

«Lo sabe.» Pensó por un segundo, hasta que éste le sonrió haciendo una leve reverencia. Llevaba un sobre azul en las manos.

— Buen día. No es acoso policial, lo juro. — Dijo antes de nada el "detective", quien se quitó el sombrero y respiró hondo antes de tenderle el sobre. Castiel lo tomó con duda, abriéndolo frente al otro.

— ¿Qué es esto?

— Una notificación. Su hijo está arrestado por cargos de... — Aclaró la garganta, incómodo. — exhibicionismo y perversión sexual.

— ¿¡Qué!? Dean, esto... — Ambos se quedaron callados. No era manera de referirse a alguien que, en teoría no conocía. — Detective, Jack no es capaz de...

— Señor Kline...

— Novak. El Kline de mi hijo es por su madre.

— Mh, romper las reglas entonces le viene de familia. — Contestó con severidad, pero el rostro dudoso y serio del ojiazul le hizo suspirar y dejar el tema por ahora. — Señor Novak, todos los padres creen que sus hijos son de un modo que mayormente es errado.

— ¿Qué creían sus padres de usted? — Sí, Castiel estaba enojado y se desquitaría con quien tuviera enfrente, aún a sabiendas que todo esto era su culpa.

— Que era amable. — Sonrió fingidamente y luego se puso serio, poniéndose el sombrero y caminando cuesta a abajo. — Debe ir a verlo y mejor contrate a un abogado.

— Sigo sin comprender los cargos.

La parte menos favorita de Dean: Tener que decirle a otros lo que seguramente le harían a él de saber su segunda vida. Tomó una bocanada grande de aire y nervioso, sacó un cigarrillo, lo encendió entre sus labios y dando una larga calada, se acercó a él, con el cilindro de tabaco entre los dedos.

— Un testigo dice haber visto a su hijo... Besando a otro chico.

Castiel se sorprendió por un instante. No recordaba haber puesto eso en las características de su nuevo mundo, y no porque fuera incorrecto a sus ojos si no porque el fin de estar ahí era proteger la inocencia de Jack.

— ¿Disculpe?

— Sí, lo sé. Es horrible enterarse que su hijo es un amanerado.

— No, no. Eso no es... Eso no es malo, detective. — Confrontó, casi arrancando una sonrisa involuntaria del ojiverde quien lo disimuló con un gesto de duda. — Es que, es un niño...

— No lo es, Señor Novak, tiene... ¿Qué? ¿19 años?

Castiel abrió la boca para protestar, pero la cerró de inmediato recordando el contexto, uno que él construyó.

— Veinte.

— Bueno, ya está demasiado grande, en mi opinión y en la de la sociedad entera. — Dio otra calada al cigarrillo y mientras el hablaba, el humo salía de sus bonitos labios. — Debería estar comprometido.

— ¿Usted está casado ya, detective? — Hubo algo de preocupación en la pregunta de Castiel, ya que no pudo pulir todo, algo debía haberse programado solo, como sería la situación sentimental de Dean.

— Me considero casado con mi trabajo. Pero... Sí, hay una linda señorita que tiene mi atención. — Señaló el sobre. — Vaya pronto. Mañana por la mañana le harán pruebas médicas.

Asintió una vez antes de subirse a su auto y marcharse, dejando a Castiel fuera de sí, intentando recordar porqué esa época no era buena; fue en los periódicos que encontró la respuesta con palabras como "Negros invaden Nueva York." y "Epidemia de desviados, son un peligro para nuestra sociedad."

— Pero, ¿Qué hice? Tengo que sacarnos de aquí. — Castiel dejó caer los periódicos en el umbral de la puerta y cuando se dio media vuelta, la sonrisa de Lucifer fue lo que encontró muy cerca, con sus ojos encendidos en un rojo intenso y la espada ángel en la mano.

— Sabía que te acobardarías, hermanito. — Su mano subió de golpe y atravesó el costado del ángel con su propia arma y mientras Castiel se desvanecía, Lucifer se agachaba con él para hacerlo caer menos brusco, hablándole cerca del rostro. — Un nuevo comienzo, un nuevo mundo conmigo libre y mi hijo ignorándolo todo. ¿En serio creíste que te dejaría deshacerlo por un par de problemas?

Castiel cayó al suelo y con sus ojos llenos de miedo, buscó poner resistencia, al menos levantarse, pero no pudo.

— N-no va a ser feliz aquí...

— ¡Claro que sí! Es decir... Haremos que ellos lo acepten más rápido que la última vez. Mi hermoso hijo podrá tener uno, dos, tres, veinte mil amantes y yo estaré ahí para alentarlo.

— E-él ama a... Sam...

— No. — Lo miró desde lo alto con el gesto completamente serio. — Yo lo amo. Así que, ahora lo tendré todo: A mi hijo, a Sam, ¡El mundo entero! Y tú, Castiel, te quitarás de en medio o asesino a ese detective guapo que vino hace un rato. Tú decides el final de ésta historia. ¿Qué será?


Lucifer desapareció antes de que Castiel respondiera y, quizás no era necesario que lo hiciera. Le había dado toda la ventaja satanás sin saberlo y con Dean en completa ignorancia, ¿Quién lo ayudaría ahora? Estaba solo, por primera vez desde hace mucho.

Son como niños. [EDITANDO] [SamXJack✓] [Destiel✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora