Sin descanso.

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Los días pasaron, uno tras otro y el par de hermanos no se detuvieron ni un instante. Sus ojos tenían pequeñas bolsas debajo que denotaban el cansancio, la barba de Sam había crecido un poco más que lo normal y la cafeína parecía ya no querer hacer efecto

Al principio no fue fácil porque si algo tenía Dean a los 16 años era que su ego sobrepasaba cualquier otra de sus cualidades. Con frecuencia, en ese entonces, los Winchester se vieron enredados en riñas y problemas de faldas por ese temperamento que tenía.

En su mente pasaba una y otra vez: "Yo no ruego, no persigo, si quiere irse, que lo haga. Pero Sam se las había arreglado para convencerlo y ahora se encontraban con otro problema. Ningún demonio, muerte o ángel parecían dispuestos a ayudarles. Al parecer, Crowley era demasiado persuasivo y a éste le convenía que Jack y Castiel estuvieran lejos de los Winchester.— Tal vez... si solo... buscamos un caso como siempre... - Intentó animar Sam no muy convencido de sus propias palabras.

— ¿Y qué? ¿Distraernos?

— No, no... solo piénsalo. - Una leve sonrisa apareció en sus labios como si eso hubiera estado todo el tiempo frente a sus narices. — Jack y Castiel, juntos, no van a pasar desapercibidos, son... bondadosos y seguro harán algo que llame la atención.

— Como... curar perritos de la calle o...

— O hacer milagros médicos. -—Dijo lo último mientras viraba el auto para estacionarlo a un lado de la carretera y sin esperar un segundo, Dean sacó su celular, aún tecleando torpemente.— En mi verdadera adolescencia, esto hubiera sido muy útil, hermano. Es decir, puedes verlo todo. Diarios, perfiles de chicas... — Una sonrisa pícara apareció en el rostro de Dean y Sam, apenas bajando el freno de mano, le soltó un golpe en la cabeza.

— Basta. Basta de fingir que esto no te afecta, yo sé que sí.

— Estás loco.

— Y tú por Castiel.

— Jamás. — El rubio hizo una mueca y negó con fastidio mientras se concentraba en buscar aquella nota que les diera un indicio del paradero de ambos chicos. Sam solo sonrío porque nadie conocía a su hermano como él y sabía leerlo perfectamente — A ver... aquí hay unas notas sobre algunas sectas que dicen realizar milagros pero... — Torció sus labios y sus pulgares se deslizaban por la pantalla, deteniéndose en una nota. - aquí.

— ¿Qué encontraste?

— En Seattle ha disminuido en un 80% el índice de delincuencia.

— ¿Cómo podría eso tener que ver con Jack o Castiel?

— Solo que... hay un par de justicieros que llevan de inmediato a todo maleante frente a la comisaría. —Su rostro se alzó para ver a Sam y éste no dudó en volver a poner el Impala en marcha.

— Entonces, hay que darnos prisa.

— Sam, solo... — El aludido frunció el ceño y con el pie en el acelerador, giró para ver a su hermano. — Hay que pasar a un hotel antes y darnos una ducha, ¿quieres? Si son ellos, que nos vean así...

— Claro que sí, Dean, nos ducharemos antes de volver a verlos.

Le guiñó un ojo a su hermano y siguió con el camino. Era un viaje largo pero igual que los días anteriores, no descansarían hasta llegar a la ciudad. Encontrarlos era lo único en su mente y posponían incluso el comer para que eso ocurriera lo más pronto posible.

Ambos sin querer y con la vista en el camino, volvieron a sonreír, con la esperanza reflejada en sus rostros, encendiendo de nuevo la radio para cantar a coro de los éxitos de Metallica.


Son como niños. [EDITANDO] [SamXJack✓] [Destiel✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora