Rosas rojas

856 79 175
                                    


IX

/K. Ichigo/

Si tuviera que describir Hong Kong con una frase sería "Un agujero negro chocó contra una fábrica de fuegos artificiales y todo estalló", no sólo por el vorágine de locura que hay en esta ciudad, sino porque vayas a dónde vayas, sólo encontrarás cosas más y más extrañas. A pesar de haber vivido en Tokio, que también es una jungla de asfalto, de alguna manera todo siempre parecía estar en un orden predeterminado.

Pero no aquí, oh no, esta ciudad es un laberinto increíblemente intrínseco que podría engullirte vivo, porque a dónde vayas te toparas con algo nuevo y ensordecedor. Restaurantes, tiendas, locales, centros, plazas, avenidas, callejones atascados de mercados diurnos y nocturnos, olores, sabores y colores, tantos tantos colores, todos neones y demenciales y jamás se apagan, siempre están parpadeando y anunciando algo nuevo.

Es una locura, una de la que no puedo escapar y tampoco es que lo intente, es sólo que a pesar de llevar casi dos meses aquí, uno en el que me preparé y otro desde que inicié mi extraña relación con Grimmjow, aún no diría que estoy acostumbrado. Después de todo, sigo sintiéndome un impostor y la sensación no para.

¿Todos los agentes encubiertos se sienten así?

Llevo muy poco tiempo comparado con Renji que lleva tantos años en este sitio y aunque lo niegue en voz alta, ¿Habrá algo en él que considere a la tríada parte de sí? La verdad es que no lo culparía si así fuera, supongo que eso es mejor que sentirse...solo. No quiero decirlo, pero así como ser omega tiene muchas ventajas, también trae algunas cosas en contra.

Los omegas, por naturaleza, somos hogareños, así que ansiamos siempre tener un sitio al cual sentir que pertenecemos. Por ello que seamos tan protectores de nuestras manadas ya que al final del día son nuestro refugio y fuente de afecto. Necesitamos lazos, cercanía con alguien, relaciones no necesariamente románticas, sino simplemente afectivas, con padres, hermanos, amigos, alguien en quién confiemos.

En mi caso, aunque vivía en Tokio, viajaba religiosamente a Karakura, mi pequeña ciudad de origen y pasaba tanto tiempo como podía con mi familia antes de volver al deber, pero ahora, en esta ciudad, a pesar de que mis hermanos están aquí y Renji también, no puedo contactar a nadie y la verdad es que hacer amigos nuevos me resulta difícil ya que eso sería exponer a gente nueva a esta cruzada que estoy viviendo.

Y es por eso que culpando a la soledad confesaré que no puedo dejar de pensar en Grimmjow. Será que es con quien tengo más contacto y bastante íntimo diría yo, con eso de que tras mi estancia en Tiansháng seguimos viéndonos en Hong Kong y claramente revolcándonos por dos semanas, antes de que me avisara que saldría de viaje de nuevo.

Han pasado ocho días desde que se fue, pero quién está contando el tiempo o lo que sea.

Estúpido Jaegerjaquez, tan sólo desearía que saliera de mi cabeza por un segundo, quizás así podría centrarme en algo más importante. Sin embargo, a pesar de tener la mente plagada de él, algo en mi cabeza grita 'alerta', por lo que acelero el paso al transitar por las calles tras haber salido de la universidad y haber pasado a comprar comestibles a un supermercado.

Giro discretamente notando que definitivamente alguien me está siguiendo y lo compruebo al girar en una esquina y ver que el hombre también lo hace. Mierda. Aprovechando que hay tanta gente y que el sol ya se ocultó, me pierdo entre varios transeúntes y corro por otra callejuela, metiéndome a un pasillo y aguardando.

El corazón me late al límite, pero apenas se acerca salgo y le pego un puñetazo brutal al pecho. El alfa, al que definitivamente hice retroceder más no derribé, ya que el hijo de puta debe medir casi dos metros y pesar más de cien kilos, logra sujetarme de la muñeca y aunque odio saber que mis compras se arruinarán, no dudo en soltarme a la fuerza, tirar mis cosas y retroceder.

Dragón Rojo (Omegaverso/GrimmIchi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora