Querido Mekong

701 52 178
                                    

XXX

/Ichigo. K/

Siempre supe que cuando abandoné Japón jamás volvería a ser el mismo, no sólo por lo que implicaría la misión, sino también porque estaba dejando atrás toda comodidad que conocía en mi vida. Renuncié a mi trabajo simple y estable en la oficina, a mis amigos y sobre todo, a mi familia.

Honestamente ahora no recuerdo cómo es que me sentía tan solo durante las primeras semanas, será que tras haber aceptado no sólo mi amor por Grimmjow, sino también el llamado de mi propia naturaleza hay algo que finalmente se ha llenado en mi pecho, cómo una herida que se mantuvo sangrante por años y la cual por fin fue cauterizada y empieza a sanar.

Es extraño, siempre sostuve que jamás se debía depositar la felicidad en alguien más porque sería una carga para la otra persona. Y es que algún día cómo es normal, si me decepcionaban me sentiría triste, aunque no sería culpa de la otra persona, sino mía por depender emocionalmente de ello. Así que para mi lo más lógico fue valerme por mí mismo y trabajar para tener una buena y alegre vida por mi cuenta.

Pero entonces Grimmjow apareció tan jodidamente irascible y destructor, pero también en exceso encantador, dulce y amable conmigo haciéndome sentir que quizás este mundo no fue creado al azar o por dios, sino para que yo fuera feliz justo aquí con él. Lo cual me hace pensar que si bien no quiero que mi felicidad dependa de alguien más, mentiría si dijera que él no es la causa por la que en su mayoría cada día es tan especial para mi y por la que quiero vivir cada instante a su lado.

Admito que hay cosas que no me gustan de él, como es normal en cualquier persona, todos tenemos defectos yo incluído, pero aún así he encontrado belleza en eso que lo hace un monstruo para el mundo. Quizás estoy madurando o más probablemente soy un niño tonto, que como dijo mi hermano, no sabe cómo funciona el mundo, pero la verdad es, que por primera vez en mi vida he decidido aferrarme a algo y no me arrepiento de ello.

Porque amo a Grimmjow con todo lo bueno y con todo lo malo que conlleva como hombre; y no lo digo así porque quiera o pretenda cambiarlo, sino porque creo que es algo natural a suceder entre una pareja que crecen y avanzan juntos día a día. Y es que nuestro amor, a pesar de haber nacido entre mentiras, poco a poco se convierte en algo hermoso como una flor que sobrevivió la tempestad y lentamente sus raíces son más fuertes; una que seguirá creciendo hasta que algún día ya nadie la pueda derribar.

No puedo evitar sonreír ante la idea, así como tampoco lo he hecho desde que llegamos a Vietnam hace dos días porque todo me parece extraño, ajeno, exótico. Todos mis sentidos yacen alerta todo el tiempo, hay colores que jamás había visto, así como sabores y aromas que percibo por primera vez y me encanta.

No sabría cómo describir Ho Chi Minh, la capital de Vietnam, mejor conocida como Saigon por los locales y la cual a mi parecer es una gran jungla de asfalto que curiosamente desborda de color verde. A pesar de la modernidad de las edificaciones, calles y avenidas, el lugar conserva este exceso de vegetación con grandes árboles y áreas verdes lo cual le da este ambiente aún ligeramente rural en ciertas áreas.

Creí que tomaríamos un auto que tras un par de horas nos llevaría al Mekong para por fin cruzarlo, pero Grimmjow dijo que quería mostrarme cosas de la ciudad antes. Por lo que ahora miro con fascinación absolutamente todo ya que me ha traído a un barrio a las afueras de Saigón y todo luce hermoso, aunque también detenido en el tiempo debido a la antigüedad de las estructuras.

Sin embargo, más que las propiedades y demás, lo que llama mi atención de forma imperante es Grimmjow. Admito que creí que al estar lejos de Hong Kong él adoptaría una fachada más cómoda, pero no es así, porque aún lejos de sus dominios es y siempre será el gran dragón y por ello le gusta lucir como tal.

Dragón Rojo (Omegaverso/GrimmIchi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora