Paraíso contigo

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XLVI

/A. Renji/

Es impresionante cómo la vida puede cambiar en tan solo segundos, será que a pesar de todo, tengo la mala costumbre de ser un enorme tonto que suele tomar las cosas por sentado. Tiendo a pensar que todo permanecerá siempre igual, que las personas estarán esperándome eternamente y que con suerte algún día todo me saldrá bien, cuando el mundo jamás ha funcionado así, porque en realidad le pertenece y funciona para aquellos que hacen algo para cambiar sus circunstancias.

Y por ello es que ahora que he perdido a Byakuya, más que nunca lamento no sólo mi debilidad y la forma pasiva en la que actué, sino también el no haberle dicho ni hecho saber cuánto lo amo y lo mucho que me importa. Y es que no puedo evitar pensar que quizás, si hubiera sido más tajante o directo, pude haberlo alejado de todo eso que lo lastimaba en silencio, pero en su lugar no pude más que mirar cómo me lo arrebatan sin hacer nada.

Mis heridas físicas aún no sanan del todo, pero admito que las que más me atormentan por las noches no son dónde tengo suturas, sino las que me recuerdan su voz. Esa con la que me gritó que huyera, cómo si no importara nada más que yo y su vida no fuera valiosa, cómo si ante el peligro lo más natural para él siempre hubiera sido el sacrificio.

Esa idea, de él aceptando su destino, me duele en el alma, me duele mucho tanto que lo siento físicamente y por ello me hago un ovillo en mi cama, deseando tan sólo por un momento desaparecer aquí entre la oscuridad. Así que aprieto los ojos muy fuerte, tanto que mi visión se torna blanca y sin sentido hasta que su imagen llega de nuevo y esta me sonríe haciéndome abrir los párpados.

No, no puedo desaparecer, primero tengo que encontrarlo, tengo que enmendar mi error, pienso al mirar cómo de mi maleta sobresale la cabeza de un muñeco de felpa. Un monito. El mismo que le regalé a Byakuya y que traía consigo a todos nuestros viajes, siempre ocultándolo entre su ropa y el cual claramente yo fingía no ver.

No puedo evitar sonreír ante el recuerdo, por lo que aún adolorido, me levanto y camino torpemente hacia la mesita de dónde tomo el peluche mismo que aprieto apenas la puerta de mi habitación se abre de golpe.

—Perdóname, ¿Estabas dormido? —inquiere Hisagi y niego. —Renji, aún no deberías salir de cama. —mi amigo me obliga a volver a recostarme y también me sermonea sobre todo lo que me dijo el doctor mientras yo apenas recuerdo los días pasados.

Tras haber caído en plena calle, desperté en un hospital y cuando me preguntaron por un contacto sólo pude pensar en Hisagi. Este amablemente fue por mi y decir que estaba preocupado era poco. No obstante, en el medio hubo problemas, claramente ante heridas de bala la policía fue llamada y estos apenas vieron mis tatuajes entendieron de sobras de qué iba el asunto.

Les expliqué que un amigo y yo habíamos sido atacados y Byakuya secuestrado, pero estos muy burlonamente me dijeron que cada quién sabe en lo que se mete, haciendo alusión a que no harían un carajo por un pandillero, más que sino cerraba la boca podrían encarcelarme a mí. Así que tras irse, apenas recibí el alta y Hisagi insistió en que me quedara a recuperarme en su casa y ya que no tenía absolutamente nada, aquí estoy dos semanas tras el incidente.

Claramente hice muchas llamadas, inicié con el señor Cifer que me dijo que primero tendría que consultarlo con el gran dragón, pero que rara vez se comprometían misiones importantes cómo lo es desenmascarar la alianza yakuza por salvar a un solo activo. Obvio me indigné porque quise pensar que el Dragón Imperial al que Byakuya ha servido con tanta lealtad lo consideraría algo más que una cifra a perder, pero parece ser que me equivoqué.

Posteriormente llamé a la gente del Inagawa-kai, aquel tercer clan yakuza que nos ofreció su ayuda debido a su alianza con el Huáng Lóng, y afortunadamente fueron más amables. Así que tras darles el número de placas de la camioneta me dijeron que investigarían y que se pondrían en contacto conmigo cuando supieran algo, por lo que hemos estado en contacto.

Dragón Rojo (Omegaverso/GrimmIchi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora