Me encontraba mirando el techo de mi nueva habitación. Mis amigos me acompañaban; aunque Jo estaba un poco inquieto.
«Mierda, Matza, ¿acaso no te aburres de estar aquí encerrada como una loca?»
Desvié la mirada para verle mejor, recostándome sobre mi brazo derecho. Su atuendo era violeta oscuro, indicando la ansiedad y el agobio que sentía. Iba de un lado a otro de la pequeña habitación de, tal vez, cinco por cinco.
—No, estoy viendo una serie.
Se detuvo simulando verme.
«Aquí no hay televisor.»
Señalé mi cabeza como mi dedo índice para terminar recostándome sobre mi espalda de nuevo.
—Cállate, Jo, el kdrama está muy bueno para prestarte atención. Van en la parte donde la protagonista se emborracha —comenté imaginando alguna escena parecida—. Además, tú puedes salir de aquí, yo no.
«La última vez que te dejamos sola, terminaste siendo buscada por la policía por haber quemado el edificio.»
No respondí.
Al final, había terminado en el psiquiátrico por piromaniaca y esquizofrénica. Aunque, de alguna forma, Al me prometió que no iba a estar por mucho tiempo aquí. ¿Qué hará? Sabrá él, pero confío.
Sentía cierta incertidumbre por lo que habían visto entre las posibilidades de los destinos. Porque, ¿cómo iba a desligarme de Dylan y salvar a Diane si me encontraba aquí?
Escuché la puerta abrirse y noté la fortachón de enfermería.
—Pero miren quién ha venido a salvarme. ¡El amigo de Mr. Increíble pero en gordito!
—Receso, Matza.
Me levanté de la cama y salí con tranquilidad. Supuestamente, estaba bajo medicación y era inofensiva, así que nos dirigimos a la sala principal.
Saludé a cada uno de los que estaban allí, menos a Gary porque me da miedo la forma en la que me mira.
Li y Al llegaron a mi lado. Ambos vestían de amarillo, aunque uno era más intenso que el otro.
«Debes ir a la sala de urgencias.»
Miré a Al levantando una ceja, mientras Li se dirige a Jo.
«Y tú vas a persuadir a Frank.»
«Eh, ¿hola? ¿Soy un fantasma?» habló Jo. «No va a notarme.»
Li no respondió pero su enterizo se volvió color rojo vino, y pude sentir la tensión entre ambos.
«Ya voy» terminó cediendo Jo, mostrándose con el color violeta más claro.
En cuanto vimos a Jo distraer a Frank y a otros enfermeros provocando el descontrol de Gary, no desperdicié tiempo en seguir las indicaciones de Al hasta dirigirme a la sala de espera de emergencia.
«Es la chica de camisa azul.»
Y de alguna manera, sentí que esa camisa reflejaba la tristeza que tenía.
Al igual que Diane, Priscila era muy linda, pero esta belleza era opacada por el aura triste y cansada que la seguía. Tenía ojeras, su cabello no tenía brillo y su postura era de agotamiento. A duras penas, tenía ese brillo en los ojos que mostraba la vida que tenía.
Me enfoqué en cambiar mi visión de la vida y noté el hilo que nos unía: agradecía que no fuera color negro, de lo contrario, sería más difícil que confíe en mí. Era de un amarillo muy pálido, mostrando la amistad que pudiéramos tener.
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El beso del olvido [Libro II]
Romance«No creo terminar siendo más infeliz de lo que ya soy» Luego de una vida pasada catastrófica, Matza se prometió no cometer los mismo errores. Sabía que en algún momento, ella volvería a cruzarse en las vidas de aquellas personas, donde deberá proteg...