IX

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—¿Puedo preguntar qué está ocurriendo? —Escuché a Bradford.

—Eres el hilo rojo de Priscila —respondí sin apartar la mirada de Patricio, mientras mi mente maquinaba qué causaba él en mí y por qué no tenemos un hilo—. Ella ha sido víctima de un conjuro que la enlaza con otra persona cuando ella ya estaba destinada —Tragué saliva y, con cuidado, me alejé para mirar a Froy—. Destinada a ti.

Escuché a Patricio soltar un suspiro y volverse a sentar en el sofá. No me dirigía la mirada. Caminé hasta el mueble en donde estaba anteriormente y volví a agarrar el cojín, tratando de ignorar la extraña inquietud que me dejó la lejanía de Patricio.

Luego de un gran silencio, Froylán fue quien lo rompió comenzando a reír a carcajadas.

  «¡Ja! Priscila sólo gusta de los locos» rió Jo causando que Li le reprendiera con un golpe. Al no ser tangibles, entre ellos sí se pueden tocar.

—¿En serio crees que me comeré ese cuento? —espetó y luego miró a Patricio que seguía sin mirarnos— ¡En serio me trajiste para esto!

—La idea no me parece tan descabellada teniendo en cuenta que vi a Priscila con vida.

Froylán pareció meditarlo un momento y volvió su mirada a mí.

—¿Hace cuánto sueñas con ella, Froylán? —pregunté con calma causando que sus defensas bajaran.

Si Priscila lo hacía, las probabilidades eran altas. Al conocerse ya, su vínculo es más fuerte por la misma convivencia que tuvieron.

Al no escuchar respuesta inmediata, Patricio lo miró.

—Desde que murió —murmuró cabizbajo.

—No es la respuesta que busco, tú sabes a qué me refiero.

—En los últimos meses, la he soñado más. Mayormente son recuerdos.

Sonreí satisfecha y no pude evitar lanzar una mirada rápida a Patricio, quien seguía sin verme. Hice una mueca de disgusto que rápidamente cambié por una mirada seria al percatarme de mi reacción.

—Y eso es porque te está recordando —Ambos dirigieron su mirada hacia a mí, y volví a sonreír—. La situación es complicada pero la solución es fácil: se tienen que dar un beso, Froylán.

—¿Y ya? Pero...

—Te dije que la situación es complicada —le interrumpí removiéndome en mi asiento por aquella mirada oscura que me inquietaba—. Te recuerda, sí, pero no puedes simplemente llegar y darle un beso. Ten en cuenta que ella está muy confundida por todo lo que ha tenido que pasar, por lo que Greg ha hecho y...

  «¡Matza!» Rapidamente, miré a Li pero volví la mirada en cuanto noté que lo hice.

—¿Quién es Greg? —interrogó Patricio y supe del error que cometí.

Nadie conoce a Greg, a Bradford, a Diane. Patricio ni siquiera debería saber de su existencia y Froylán seguramente no lo recuerda.

—Quise decir, a Dylan, el novio de Priscila —rectifiqué con rapidez. Antes de que volvieran a cuestionarme, continué—. Además, al ser ella quien recibió el conjuro, debe ser ella quien te lo dé.

—¿Y cómo lo va a lograr si el tal Dylan la tiene como prisionera en su departamento? —espetó Patricio cruzándose de brazos.

—Déjalo en mis manos, terroncito de azúcar —Sonreí causando que su ceño se acentuara y que su mandíbula se tensara y que sus brazos se marcaran más en esa camisa negra de algodón y...

Resoplé.

Creo que estoy ovulando.

Sí, eso debe ser.

—No soy nada tuyo, Matza.

Esta vez, fui yo quien frunció el ceño y, la verdad, no entendí porqué me disgustó que lo mencionara. Tal vez, sea el efecto de no tener un hilo lo que causan estas reacciones.

Li se alejó de la sala para ir a quién sabe dónde y dejó a Jo, que no parecía querer irse como el chismoso que es.

—Está bien, corazón de melocotón —Miré a Froy que nos observaba intercaladamente bastante confundido—. ¿Trabajas en fotografía? —Asintió más confundido. Tal vez sea porque nunca mencionó que lo era, no lo sé— Trabajarás en la misma editorial que Priscila, te lo prometo. Pero te recomiendo que cuando la veas, te acerques a ella poco a poco. Como si de verdad la conocieras recién. No sabemos cómo va a actuar ante la persona con que soñó por tanto tiempo.

Vi a Patricio fruncir el ceño mirando el suelo.

—Hoy es jueves, ¿no debería estar en el trabajo?

  «No se lo digas, Matza» dijo Jo.

Le resté importancia a su comentario. Últimamente, Al se ha dignado a guiarlo en la comprensión de sus poderes paranormales, pero todavía no es tan bueno.

—Ella está de reposo —Ambos hombres frente a mí, se tensaron, y Jo se quejó—. Tuvo un encuentro con Dylan luego de visitar su tierra natal.

  «Ahora tendrás que calmar a la fiera.»

—Que él hizo... ¿qué? —espetó Froylán muy despacio, lanzándome una mirada airada.

—Lo voy a matar —Patricio fue el que se levantó y comenzó a caminar hasta la puerta.

Rápidamente, corrí hasta él y lo tomé del brazo, siendo esto inútil ya que él está arrastrándome sin esfuerzo. Es complicado cuando Patricio me dobla en fuerza y es más grande y más alto y huele muy bien y...

¡Puta madre!

—¡Tú no vas a hacer nada! —grité corriendo hasta la puerta y poniéndole seguro.

—¡Y qué pretendes que haga si ese hijo de puta está dejando en la mierda a mi hermana!

—¡No joderlo más!

—Quítate, Matza.

—No me da la gana —respondí empujándolo, pero esto no causó que el tronco se moviera—. Ahora, vas y te sientas en el sofá porque no voy a permitir que, no solamente jodas a tu hermana, sino que también lo hagas contigo —Le apunté con el dedo índice—. Quien debe estar en el cárcel, es él.

Patricio realmente era un tronco. Me era fácil descifrar a las personas con sólo mirarlas o con ver sus auras, pero con él, me era técnicamente imposible. No mostraba nada. No podía suponer lo que sentía por su actos y reacciones porque se ha mostrado igual en el último rato. Como si estuviera bloqueado.

Los hombres son complicados.

Él lo es.

  «¿Qué hay entre ustedes, Matza? Su vínculo es inexistente» expresó Jo acercándose y examinándonos.

—¿Por qué mi hermana no recuerda? ¿Por qué aquel hijo de puta hizo esto? ¿Por qué tú estás involucrada?

—Eso no es de tu incumbencia —Me costaba mucho ignorar a Jo, pero no podía permitir que pensaran que estoy loca.

Muy loca.

—Sí lo es, estamos hablando de mi hermana.

—Y de mi futura cuñada —comenté con simpleza, apartándome de su camino y volviendo al mueble.

—¿Cuñada? —interrogó Froylán mirándonos con extrañeza.

Patricio se había girado pero aún no regresaba al sofá. Jo con su vestimenta naranja seguía viéndolo con curiosidad como si con hacerlo, lograría descifrar la incógnita que yo también tenía.

—Este lindo es un enigma que voy a descifrar —respondí restándole importancia, ganándome una linda mirada confusa de parte de Patricio. Froy tenía los ojos bien abiertos mientras intercalada la mirada entre Patricio y yo—. Pero como soy buena persona, responderé una de las preguntas —Miré a Patricio directamente, notando que su ceño se fruncía—: Priscila está muy vinculada con Froylán. Si ella no recuerda su pasado, es porque Froy está allí. Y para que Priscila no preguntara o tuviera la mínima posibilidad de saber de la existencia de Froy, Dylan debía eliminar las variables que afectaban al resultado que quería.

El beso del olvido [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora